Champions League
El Barcelona vence al Manchester United y dice adiós a la maldición de cuartos
De Gea falló de forma estrepitosa en el segundo gol de Leo. Coutinho marcó el tercero. Oporto o Liverpool, el rival en las semifinales
De Gea falló de forma estrepitosa en el segundo gol de Leo. Coutinho marcó el tercero. Oporto o Liverpool, el rival en las semifinales
Adiós, maldición de cuartos; hasta otra. Hola, semifinales. Hacía tres temporadas que Messi y el Barcelona no podían decir algo así y la racha quedó rota ayer ante el Manchester United. Así lo decidió Leo, protagonista de su equipo de nuevo en una ronda que también tenía atragantada, pues no marcaba en ella desde 2013. Con el «10» enchufado e inspirado voló el equipo azulgrana tras sufrir en los primeros momentos. Pocas veces como ayer se ha visto al argentino sudar así en el descanso de un encuentro. Ya había dejado casi todo el trabajo hecho. Bueno, entre él y De Gea. El delantero, con un primer gol de bandera, en el que lo hizo todo, desde adelantarse a Young para llevarse la pelota hasta el remate marca de la casa desde fuera del área, con una curva perfecta. ¡Cuántas veces habrá repetido ese tanto el argentino! Pero ajusta tanto la pelota que la pone imposible para los guardametas. El portero contribuyó en el segundo tanto. La jugada era similar a la anterior, pero desde el otro lado, por lo que Messi tenía que chutar con la derecha. Es menos preciso: el balón va menos cerca del poste y más lento, pero, incomprensiblemente, a De Gea se le coló entre los brazos cuando se lanzó a agarrarlo. El error fue tremendo, de los que duelen, porque su equipo se quedaba ya demasiado lejos de buscar la clasificación.
Así de cruel es la vida de los porteros: sus fallos tienen difícil solución, la pelota suele acabar en la red sin remedio. Y eso que el Manchester salió al Camp Nou con personalidad. Seguro que no está en el mejor momento de su historia, pero ese escudo pesa mucho. La primera jugada de los chicos de Solskjaer terminó con un remate al larguero de Rashford sin que el Barcelona hubiera sido capaz de oler la pelota. Los papeles parecían cambiados: toque, toque y toque hasta que Pogba coló la pelota al veloz delantero, que lanzó de puntera. Después tuvo otra llegada en la que el esférico se le quedó atrás a McTominay cuando estaba dentro del área. Parecía atolondrado el Barcelona. Fueron seis minutos extraños y cada carrera que lograba dar el conjunto local era aplaudida por un estadio que siempre espera que Messi aparezca. Cuando lo hizo, ya había mejorado su equipo, que primero sufrió cómo el árbitro Felix Brych se desdecía de un penalti que había pitado de Fred a Rakitic. Lo vio en la pantalla del VAR y cambió de opinión.
Tras el primer gol y, sobre todo, después del segundo, el Barcelona comenzó a someter a su rival, mientras Piqué y Lenglet atinaban a despejar el peligro que llegaba, poco, sobre todo en los balones laterales. Dio un vuelco el encuentro. Busquets, que empezó incomodísimo, con una marca casi hombre a hombre de Lingard, se soltó. Ter Stegen estuvo perfecto en el primer pase para sacar las jugadas, Luis Suárez lo peleaba todo, Jordi Alba subía por su costado, Rakitic corría por todos... Las piezas empezaron a encajar, y Messi despertó el entusiasmo de su afición de nuevo en otra jugada espectacular: primero, porque aguantó el empujón de Jones; después se giró, arrancó, hizo un caño al defensa, se la puso a Alba y el centro de éste lo remató Sergi Roberto. Esta vez De Gea lo paró, aunque sin querer, porque la pelota le dio directamente en la cara. Parecía haber encontrado el United la manera de desmontar el estilo de juego de su rival, pero el Barcelona encontró soluciones.
Quedaba mucho partido y la ventaja era importante. Siempre pueden entrar dudas de a qué jugar. O puede llegar la relajación, pero los precedentes más cercanos hacen que estén alerta. ¿Quién podía pensar que iba a suceder lo de Roma? Pero sucedió. Claro que peor pintaba para el Manchester, que si se atrevía demasiado podía ser cazado. Tampoco le quedaba otra, y por ese motivo el partido tuvo más ida y venida de lo que le hubiera gustado a Valverde. Pero lo cierto es que a campo abierto también fue mejor el equipo español, que llegaba con más claridad. Sergi Roberto se animó por la derecha como Jordi Alba lo hacía por la izquierda, a Coutinho hasta le cambió la cara y participó del juego y metió un golazo; su gol, con el tiro que siempre busca, para poner la sentencia. Ni con el tercero dejó Messi de intentarlo. Eso sí, de vez en cuando se tomaba pequeños descansos para volver a la carga. Hasta de chilena buscó marcar. Es de los pocos tantos que le falta. Disfrutó el Camp Nou de los últimos minutos, pero todavía le toca sufrir más. Ya espera al Oporto o al Liverpool en las semifinales.
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