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Boca, una pasión azul y amarilla que te cautiva y atrapa

Boca, una pasión azul y amarilla que te cautiva y atrapa
Boca, una pasión azul y amarilla que te cautiva y atrapalarazon

«De González Catán, en colectivo, a la cancha de Boca por laguna», recita Sabina en sus «Dieguitos y Mafaldas». Pero hoy no toca ir a La Bombonera, lo lógico sería estar en Núñez, en el Monumental. Y sin embargo, «bosteros» y «gallinas» se citan en el Bernabéu, con la pasión a casi tantos decibelios como en Buenos Aires, con el corazón en un puño, pensando en salir campeones de una Libertadores descafeinada por culpa de unos cafres y de una Conmebol acobardada.

Para muchos de los hinchas de Boca venir a Madrid ha sido una odisea. Han aterrizado desde cualquier rincón del mundo, porque «bosteros» hay en todas partes. Han pedido préstamos, han vendido los coches, han hecho lo imposible por estar y ser felices. Y lo son en la puerta del hotel Mirasierra Suites, donde se aloja Boca, esperando que el equipo vuelva del entrenamiento de Las Rozas.

Han quedado allí para animar, para apoyar a su equipo. Y por unas horas, la zona se viste de azul y amarillo. Un señor mayor, con su chaqueta, su camiseta y su bolsa de viaja viene de Turquía para estar con los suyos. Habla con sus compatriotas, pregunta, se interesa por todo lo que sucede alrededor de su equipo. A su lado, una familia de italianos procedente de Tenerife. Uniformados como dios manda –azul y amarillo– pasan de la calma chicharrera –son socios del conjunto insular– al bullicio, al jaleo a reencontrarse con su Boca, a cantar, a agitar el trapo que lleva la niña, conseguir que afloren los sentimientos porque Boca es un «sentimiento», afirma el cabeza de familia.

Lo mismo le ocurre a Hernán, al que Alberto retrata con maestría. Es joven, no llega a la treintena y lleva cinco años en Madrid. Para él ha sido un sueño que el partido se juegue acá, pero fue una «decepción que por cuatro locos no se dispute en el Monumental». No fue complicado conseguir la entrada y hoy estará en la platea apoyando a los suyos, como lo hacia ayer en Mirasierra. «Y es que Boca es alegría, pasión sin violencia». Lo tiene muy claro, tanto como que Maradona –Diego jugó en Boca– es «muy superior a Messi». Si todos fueran como él, lo del partido de la paz sería una realidad. Hernán, un bostero afincado en Madrid, se decanta por Buffarini de los actuales jugadores. Pero el recuerdo de Riquelme y Palermo sigue en pie.