Baloncesto
A rueda: El virus FIBA
¿Se imaginan que Julen Lopetegui convoca a Piqué, Sergio Ramos, De Gea o Morata y que sus clubes y la Champions dicen que no los ceden, que no les viene bien la fecha del partido internacional? ¿Se imaginan el escándalo? Pues eso es lo que se está viviendo en el mundo del baloncesto. Un esperpento de consecuencias imprevisibles. Tanto que la selección española se jugará su presencia en el Mundial de China (2019) con Fran Vázquez como capitán y con debutantes de 39 años, como Albert Oliver. Peor aún, sin Mundial tampoco habría plaza en los Juegos de 2020. Un cataclismo. Y todo por la absurda guerra entre la FIBA y la Euroliga (la NBA va a lo suyo). La gran organización del baloncesto mundial se ha sacado de la manga una clasificación para su Mundial al estilo del fútbol, pero sin la fuerza de su homóloga FIFA. Y claro, la Euroliga ha respondido con un órdago: no van a cambiar las fechas de su competición que coincidan con los partidos internacionales, lo que se traduce en que las estrellas del baloncesto europeo no estarán presentes. Así que nos encontramos donde nos encontramos: en un embrollo de difícil solución y con una competición de segundo o tercer nivel.
Los damnificados
Pensemos en los jugadores que se van a partir el pecho defendiendo la camiseta de España en estos partidos. ¿Con qué cara les dice luego Scariolo que no van al Mundial para el que han logrado clasificarse? Gracias por los servicios prestados, que a lo bonito ya vienen los buenos. Ése sería el panorama. Además, si esta selección tan descafeinada no se clasifica para el Mundial ni para los Juegos Olímpicos supondría que lo que queda de nuestra generación dorada no se podría despedir compitiendo. Es decir, los Pau, Rudy, Marc y compañía dirían adiós por la puerta de atrás. Lo dicho, un esperpento.
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