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El Madrid hace justicia al esprint

La Razón
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Barça: mandón... espejismo... y castigo

Fiel a su guión: iniciativa, el balón en propiedad, «press»-pérdida y alto... Con estas claves, el control y el mando del juego son absolutos. Alves, todo el pasillo para él, convirtiéndose en cuarto medio. Messi se posiciona por el centro, buscando superioridad en el juego interior; obligó a Suárez a escorarse a las bandas y a Ney a abrirse más. Llegan y se suceden las ocasiones. De forma incomprensible, perdona. Suárez, negado, y Rakitic y Neymar lo acompañan. El fatídico minuto 20... punto final. Sergio Ramos y Messi protagonizan la jugada determinante. Como apretando un interruptor todo se oscureció. Aparece el descontrol, parones, sin ritmo. Se rompen las líneas. Tan sólo Alves sigue conectado. En el 40, se despereza. Segundo acto, ¿qué Barça veríamos?¿de qué sería capaz? Sale dispuesto a resolver. A conseguir renta (un gol) para sostener su frágil condición física, que se atisbaba. Llegó rápido y de forma poco convencional: un córner y Piqué pone más morbo. El rival parece moribundo. Posesiones largas e incluso en zonas muertas. Un fogonazo en el 17 y vuelta a empezar. Empate (inmerecido, pero llega). Comienza el vía crucis. Sin ideas y mirando el reloj, aparecen síntomas de conformismo, pactando las tablas. El míster colabora. Rakitic por Arda (uff). No oxigena la MSN, inmóvil ante las averías. Síntomas de asfixia, se masca la tragedia. Se conceden espacios, contras, aparece CR, y chau, adiós, a pasar por caja, castigados.

Real Madrid: una telaraña eficaz

El plan «Zizou», sencillo. Repliegue a medio campo (acumulación), defensa adelantada con distancia corta entre líneas que dificultara la combinación de Leo y la sorpresa de la segunda línea, y contra (correr). Hasta aquí la lectura. La realidad: 20 minutos de sufrimiento. Balón largo y tentetieso. Juego directo, buscando algún paracaidista. Sólo Keylor da soporte y permite estar vivos. Sergio Ramos, «indultado»: se le perdona la segunda. Otro partido. Cambio. Protestas, barullos... nada en este periodo hasta el final del primer acto. Algún zarpazo de CR, una volea de Benzema y lo más novedoso: El saque de banda «BALE STYLE» (sin comentario). Del susto inicial, al equilibrio en errores al final: todo abierto. Segundo acto, sin modificaciones. Como un acorazado, todos junto a Keylor. Alarma. Toca reacción. ¿Hay tiempo? Otro partido y opción a un plan B. Las secuelas, preocupantes. Lo acusa, pero Marcelo, el agitador, hace lo inimaginable. Como en baloncesto «coast to coast» y Benzema empata. Metamorfosis sin cambiar el guión. Lo explico: sin modificar «nada» tácticamente, sólo recuperar y correr. Facilísimo. Hay vía libre hasta Bravo. Asestar el golpe mortal, cuestión de paciencia. Tal era el caos que no influyó ni la expulsión tardía de Ramos. El Barça estaba roto entre líneas y Luis Enrique, anestesiado. En el 40, justicia: contra en superioridad y CR certifica la defunción. Triunfo necesario para la moral. Utilizó la misma telaraña inicial que pasó de BESTIA a BESTIA-L por el CO2.