Ciclismo

Pinto

Froome es un extraterrestre

Christopher Froome ganó ayer su tercera etapa en este Tour; en la contrarreloj de hoy aventajó a Contador, segundo, en 9'
Christopher Froome ganó ayer su tercera etapa en este Tour; en la contrarreloj de hoy aventajó a Contador, segundo, en 9'larazon

Ni arriesga ni se levanta de la bicicleta. Ni siquiera al ascender las dos cotas, «puertos, que son puertos», recuerda Alberto Contador para que ninguno se confíe, aunque nadie le quite valor a una crono espectacular en recorrido y prometedora en emoción. Ni se exprime al máximo ni suelta babas como Laurens Ten Dam, tosca imagen la suya. Ni se hunde ni sobresale. Y pone pie a tierra, como casi todos, sin caerse, sólo para cambiar la bicicleta, como casi todos también, para realizar el último descenso. Y, con todo, a pesar de todo, Chris Froome gana la etapa, ya lleva tres –que alce la mano quien no se lo esperase–, pero no azota a los rivales como en el Mont Saint Michel hace una semana ni como en la montaña –que levante la otra mano también aquel que lo pensara de tal forma–, cuando desfilan Alejandro Valverde primero y marca el mejor tiempo, Joaquim Rodríguez después, que bate al murciano, y luego Contador, que parece que va a ganar la etapa.

«Pero vamos a esperar al extratrerrestre éste», dice Joaquim Rodríguez y casi repite, aunque no con tanta expresividad como el catalán, Alberto Contador: «Que falta el corredor más fuerte de esta carrera por entrar». Faltaba, pero hasta entonces nadie podía con el chico de Pinto, alegre y ligero, una danza sobre la bicicleta, cómo se echaba en falta, cuánto faltaba ese baile mágico de piernas ligeras y cuerpo desenfrenado, desatado ante unas sensaciones óptimas. Marca el mejor tiempo en la cima de Puy Sanieres y también después en Reallon, donde todos los favoritos cambian de bicicleta, de la normal a la cabra, para el técnico descenso camino de Chorges. Pero Alberto Contador no, para qué. Cuando uno se siente bien no hay detalles que valgan. Él es así de genial.

Mientras Contador atrapa con su pedalada mágica, se hunde Mollema. Dos minutos que le cuestan su plaza en el podio, ni siquiera tercero, por ella tendrá que pelear en lucha encarnizada con Purito y con Nairo Quintana. El Tour y lo que espera, Alpe d'Huez hoy, le Grand Bornand el viernes y Annecy el sábado, la guerra. Y en la guerra vale todo.

No a Froome, que ya se ve ganador y lo de arriesgar no va con él. Aún se acuerda del miedo que le hizo pasar Contador camino de Gap: «Debe entender que esto no es una lucha a vida o muerte». El chaval del Saxo Tinkoff le hizo caso ayer, levantó el pie. «No quise arriesgar en la última bajada», lo dice y señala a su rodilla: «Ya la veis, hinchada». Prefirió perder tiempo, eso probablemente le costó el triunfo e etapa –a nueve segundos se quedó de Froome–, y reservarse para la montaña que viene, su hábitat natural.

Y entonces, como animal salvaje suelto, promete Contador ser el imperial de siempre, al menos de garra y corazón. «Mi mentalidad no cambia, hay que probar a ver si se puede escalar al máximo puesto, todavía quedan tres etapas duras y cuando estás segundo es más fácil poder llegar al primer puesto. Igual nos podemos aliar para que me eche una mano en momentos determinados».

Y Froome, mientras, alucina consigo mismo: «No pensé en ganar la etapa, no estaba en mis objetivos. Estaba casi dispuesto a perder un poco de tiempo pensando en los próximos días. Estoy muy sorprendido con el resultado». Pues eso, un extraterrestre.