Tour 2021

Pogacar tiembla en el Mont Ventoux

Vingegaard ataca en el segundo paso por el gigante de la Provenza y suelta por primera vez al líder aunque en el descenso hasta Malaucene fue cazado. La etapa, maravillosa, fue para Wout Van Aert

Tadej Pogacar, maillot amarillo, durante la etapa 11ª del Tour
Tadej Pogacar, maillot amarillo, durante la etapa 11ª del TourCHRISTOPHE PETIT-TESSONAgencia EFE

Algo pasa en este lugar, deben de ser sus vientos, su paisaje lunar que lo hacen tan mágico, tan único. El Mont Ventoux. El aire que falta mientras se sube, la respiración que agoniza cuando se corona, a casi 2.000 metros de altura, que aquí siempre pasa algo. A dos kilómetros de su mítica mole de cemento coronada por las antenas que todo lo dominan, un 13 de julio de 1967, Tom Simpson empezó a cabecear de un lado al otro del arcén hasta que se cayó al suelo. “Put me back on the bike!”, gritó a los aficionados que corrieron a ayudarle. Que le volvieran a subir a la bici, les suplicó. Fueron sus últimas palabras antes de que su cuerpo, atiborrado de anfetaminas, se parase para siempre.

Más reciente en la historia fue la expiación de Nairo Quintana, casi también a esa misma distancia de la meta, donde ahora un monumento recuerda a Simpson. Era en el 2013 y el colombiano se enfrentó al gigante keniano que era Chris Froome, desatado en su primer Tour de Francia. A su ataque respondió con todo lo que pudo y mucho más. Cuando cruzó la meta, Borja Jaimerena, su masajista entonces en el equipo Movistar tuvo que sostenerle para que no se cayese de la bici de golpe. Mareo y al borde de perder la consciencia, Nairo pasó unos agónicos segundos tirado en el suelo.

La última vez que se subió aquí arriba, por donde esta vez el Tour decide pasar dos veces pero no hacerla meta, escribió la historia de un ciclista que se pasó al atletismo por un día. Fue en el 2016, el público, el griterío, las motos, los ciclistas que iban en cabeza. Todo junto fue un cóctel de caos que acabó derribando a Froome, líder y sin bicicleta. El keniano no lo dudó y echó a correr ladera arriba hasta que llegase su equipo con una bicicleta de repuesto. “He metido las zapatillas en el coche por su me toca correr”, bromea él de buena mañana en la salida de Sorgues.

En un lugar de leyenda como éste, donde la vegetación da paso a la roca, donde falta el aire y las rampas son tan duras que parecen conducir directamente a la luna, puede pasar cualquier cosa. Y pasa lo impensable. En el segundo de los pasos por el Ventoux, un poco más adelante del monumento que recuerda el lugar exacto donde cayó muerto Tom Simpson, el que se queda sin oxígeno es Pogacar, líder intratable y sólido de este Tour desde la crono de la quinta etapa, patrón total de la montaña, de los Alpes. Llega aquí, a mitad de camino entre las dos cordilleras, con los Pirineos a la vuelta de la esquina y se ahoga. Inaudito.

Quien destapa sus debilidades es Jonas Vingegaard, el plan B del Jumbo-Visma, que sacó más petróleo que nadie del doble viaje a la luna del Ventoux. El Ineos no da esto por perdido y sigue empeñándose en todo. Los chicos de Carapaz se pusieron serios para ahogar piernas rivales. Castroviejo primero, Porte después yKwiatkowski, excepcional como acostumbra, el último. Fueron cayendo ciclistas como moscas. Fuglsang, Kruijswijk, Valverde.

La escuadra inglesa quiso hacer una limpia. Que sólo queden delante los verdaderamente fuertes. Y entre ellos ya no va a estar Ben O’Connor. Fuera. El siguiente en hacerlo, antes incluso de que la vegetación desapareciese de los bordes de la carretera y todo se convierta en roca y piedra, fue Enric Mas. Demasiado pronto. A meta llegó con casi minuto y medio perdido, lo que le hace caer hasta la octava posición, a 7′11′' de Pogacar. Se aleja el sueño del podio de París.

Lo que nadie se esperaba es que ese ritmo del excampeón del mundo polaco ahogara al mismísimo Pogacar. Pero el Ineos no cejó en su empeño, hasta que ‘Kwiato’ no tuvo fuerzas para arrugar el gesto más y reventó. Era el turno de su líder Carapaz. Pero el ecuatoriano tampoco pudo. Quien sí lo hizo fue el descarado Vingegaard. Bingo. El único que pudo seguirle la rueda unos metros fue Pogacar, pero enseguida expió. El esloveno no se dejó vencer por el pánico, se juntó a Uran y Carapaz al coronar con medio minuto perdido y en el camino hasta Malaucene, donde ganó, estratosférico Wout Van Aert acabó por atrapar a Vingegaard. Logró apaciguar el huracán del Ventoux Pogacar, pero los vientos que trae el Tour viendo sus debilidades son de guerra y espectáculo.