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Imanol Erviti sale corneado del encierro de Nimes

Nils Politt resuelve la fuga en la que el navarro soñó con alzar los brazos en la ciudad más española de Francia

Nils Politt, emocionado tras ganar la decimotercera etapa del Tour, con final en Nimes
Nils Politt, emocionado tras ganar la decimotercera etapa del Tour, con final en NimesChristophe Ena / POOLEFE

Se hace raro ver a Imanol Erviti, grandote y bonachón como es él, siempre con una sonrisa en la cara, siempre con una buena palabra para cualquiera, así como está de desolado en la meta de Nimes. Triste porque se sabe lo que es allí, un segundón. No ha tenido fuerzas para más “y ha ganado el más fuerte”. “El mejor de los que íbamos en la fuga. Es algo para estar contento lo que he hecho”, explica. Todo eso que se dice siempre, pero claro “pica verlo tan cerca, casi tocarlo”. Y no tenerlo. Que se haya escapado de entre las manos cuando uno ya estaba casi rozando la gloria. Y pica, sobre todo, por saber que es casi imposible volver a verse en una así para alguien como él, tan al servicio de los demás siempre, tan veterano y vislumbrando ya la retirada, cada vez más cercana.

Imanol sabe, y por eso toda esta desolación, que la última gran oportunidad de su vida que era ésta camino de Nimes acaba de pasarle por delante de los ojos, pero sus piernas no han podido. Él es de esos ciclistas completamente entregados a la causa que es su equipo. Él es de esos corredores que en su escala de valores propia se coloca a él el último. Primero el equipo, su Movistar de siempre, luego sus líderes, quien sea, de Purito a Pereiro. De su querido Valverde a Enric Mas ahora. Está para todos. Entrega total. Por eso cuando el Movistar le da la libertad de continuar en la fuga en la que el viento de culo y la tremenda velocidad hacen retrasar un poco más la etapa, él aprovecha la oportunidad como nadie.

Sabe del privilegio que es disfrutar de correr sin esos grilletes, por mucho que uno esté acostumbrado. Y como en el pelotón hay ganas de guerra, de evitar el esprint que puede igualar a Cavendish con Merckx, la mayoría de equipos se alían por un bien común y se forma la fuga con casi todos los equipos representados: Politt, Alaphilippe, Erviti, Boasson Hagen, el veterano Greipel, Kung. También entra Omar Fraile, el último ciclista español en conseguir alzar los brazos hace tres años ya en el Tour. Ojo avizor el del vizcaíno, que cuando apunta suele acertar. Pero él también tiene órdenes . El Astana le manda frenar. “Era una gran oportunidad, pero Lutsenko ha querido tenerme con él y hay que cumplir las órdenes. Me da mucha pena porque ha sido una gran oportunidad perdida”, cuenta.

El miércoles fue San Fermín y, aunque por la pandemia el Movistar decidió no atarse al cuello el pañuelico como es tradición, quisieron celebrarlo un día más tarde con su buque insignia, su corredor que más garantía y seguridad da y que tantos años se ha sacrificado por todos. A Imanol Erviti le dieron esa libertad para lanzarse al encierro camino de Nimes, la ciudad más española y taurina de Francia, donde acaba la 12º etapa que a Fraile el Astana no le permitió.

Erviti, gregario sin instinto ganador, sabe aprovechar sus oportunidades. 12 Tours de Francia tiene en las piernas y 13 Vueltas. De ahí son dos de las tres victorias que adornan un palmarés que habla de trabajo, esfuerzo y sacrificio por los demás. No gana desde el 2011. Diez años sin probar las mieles del triunfo. Por eso sabe que tiene que aprovechar una oportunidad como ésta y cuando la fuga numerosa se selecciona, él se amarra con todo lo que tiene a la cabeza de carrera junto a Kung, Sweeny y Nils Politt.

El del Bora-Hansgrohe arranca un par de veces y le hace ver las estrellas al navarro. Toro embravecido en el encierro sanferminero del Tour. “Había pasado apuros, no tenía piernas”, se lamentaba Erviti. Politt se acabó marchando en solitario en los últimos 12 kilómetros para bañarse en la gloria. “Lo he intentado con todo. Pica verlo tan cerca”, repite Erviti corneado, segundón y triste en Nimes.