Ciclismo

Francia

Viento a favor para el líder

Apenas sufre la crecida de las mareas el Mont Saint Michel. Por los alrededores de la abadía se puede pasear con las zapatillas en la mano, en pantalón corto, como si de la orilla de un mar, tierra firme, se tratara.

Apenas sufre la crecida de las mareas el Mont Saint Michel. Por los alrededores de la abadía se puede pasear con las zapatillas en la mano, en pantalón corto, como si de la orilla de un mar, tierra firme, se tratara. Debe de ser que persigue la sintonía armoniosa con el Tour de Chris Froome. La tranquilidad de la rutina, de lo esperado. Nada inunda en exceso las murallas que sujetan la ciudad medieval que hay dentro, sus calles empedradas y estrechas. Y cuesta arriba vamos, todo eso que no exponen los 33 kilómetros de la contrarreloj individual sobre el vistoso plano de la Normandía para vivir otro desembarco. Keniata con pasaporte inglés en esta ocasión, que ha venido para quedarse, que se ha instalado ya en el trono para ganar el Tour de Francia.

La rémora de Contador

Como un fustigamiento, como un castigo, azota Froome a sus rivales con el viento a favor en la crono, su fuerte, que era hasta hace bien poco también el de Alberto Contador, y donde ahora el madrileño se acaba dejando dos minutos y tres segundos con el enjuto ciclista del Sky.

«Bastante lejos», es lo único que puede decir Contador. Demasiado lejos. Y algo parecido cede Alejandro Valverde, dos minutos justos, lo que le distancia a tres minutos y 25 segundos de Froome en la general, donde resiste segundo. Por eso, y porque no es especialista en la lucha contra el reloj, Valverde se dice que «hay que estar contentos». «Era una crono muy dura. En la primera parte he ido regular; pero luego, mucho mejor. La verdad es que le he echado muchos cojones», exclama el murciano.

La victoria de etapa no se le escapó al campeón del mundo de la especialidad, Tony Martin, que culminó la jornada a un promedio de 54 kilómetros por hora; aunque cerca estuvo de perderla cuando Froome, amarillo que volaba a ras del asfalto, pulverizaba sus tiempos en los primeros pasos intermedios. Doce segundos de ventaja avalaron su triunfo. Premio por las más de tres horas que pasó sentado el corredor alemán en la meta, sin poder ni siquiera darse el gustazo de pasear, como un turista cualquiera, por las entrañas del Mont Saint Michel, la postal más bella del Tour, que se llevará de recuerdo. Las tres horas de espera, de emoción al final, le sirvieron de algo.

¿Y ahora qué? Con los tres minutos y medio que separan a Froome de Valverde, su sombra, y los treinta segundos en los que en un puñado están los otros cinco primeros corredores de la general, el propio Valverde, Mollema, Contador y Kreuziger, el murciano del Movistar se dibuja las líneas de guerra en la cara: «Hay que ir al ataque. Hay espacio para recortar, pero también para perder». Él será el más marcado por el líder y por el equipo del maillot amarillo . «Le veo como mi mayor rival», dice Froome.

Gran contrarreloj

«Mi principal objetivo era ampliar mi ventaja sobre los demás. Ha sido una de las mejores cronos que he hecho en mi vida, sin duda. Sólo empecé a acusar el esfuerzo en los dos últimos kilómetros». Ni aún así se privó de someter a sus rivales. «De ahora en adelante voy a necesitar cada segundo que he conseguido en esta etapa para defender el liderato hasta el final. Queda un largo camino por recorrer», avisa el keniata. Pero el viento sopla a su favor.