Fuenlabrada
De Milla a Milla
El mediocentro del Fuenlabrada se mide al equipo donde su padre jugó en el mismo puesto.
El mediocentro del Fuenlabrada se mide al equipo donde su padre jugó en el mismo puesto.
«Creo que yo soy más valiente que mi padre», dice Luis Milla, o sea, Luis Millita, como llaman al mediocentro del Fuenlabrada, que hoy jugará contra el Madrid y en la vuelta espera pisar el Bernabéu como tantas veces hizo su padre, vestido con la camiseta del conjunto blanco, pero antes también con la del Barcelona. «Yo tenía siete años cuando se retiró», dice el hijo, por lo que es muy complicado que se acuerde de cómo era su padre dirigiendo al equipo, pero o se lo han contado o ha visto vídeos. «Sé que le gustaba tener el ritmo partido, que jugaba fácil y se colocaba bien. Yo intento hacer lo mismo, aunque creo que soy más valiente, que voy un poco más para adelante. Pero no soy de regatear, como no lo era él, que regateaba con los pases».
Es una incógnita aún saber qué pesa más: si los genes o si al ambiente en el que nos criamos, pero no tiene pinta de ser casual que Luis Milla ahora seleccionador en Indonesia fuese mediocentro y Luis Milla ahora sea un mediocentro. «La genética ha hecho un buen trabajo», dice el padre. «Supongo que es lo que se mama en casa, aunque yo empecé jugando más adelante», dice el futbolista del Fuenlabrada, feliz como el resto de sus compañeros de enfrentarse esta noche al Madrid, con el campo más lleno que nunca, con la televisión en directo y tras una semana de llamadas, entrevistas y una visibilidad que muchos no tendrán durante el resto de su carrera. «Esto es lo más similar a estar en un equipo de élite. Claro que gusta esta situación, pero nuestra realidad es la Segunda B», dice este joven de 23 años, calcado a su padre en su posición en el campo y en la manera de expresarse. «Nunca tuve con él una charla de lo que le podía esperar como futbolista. En una relación entre un padre y un hijo las cosas van surgiendo y cuando en situaciones concretas me pregunta, yo le intento dar consejos que le puedan ayudar y a partir de ahí, él tiene ideas muy claras, sabe que hay una serie de códigos, de situaciones concretas y todo lo que rodea al fútbol y que tiene que manejar», explica el padre desde Indonesia. Es probable que sí que pueda estar para la vuelta, en el Santiago Bernabéu, en noviembre.
Fue en abril de 1991 cuando Luis Milla debutó con el Madrid después de varias penalidades. Era el mediocentro del Barcelona, el Guardiola antes de Guardiola, ése «cuatro» que tan fundamental fue en los equipos de Cruyff. Pero quiso una subida de sueldo y el holandés, que manejaba el vestuario y era también lo que ahora se conoce como «manager» general, no estaba dispuesto a pagarle más y usó el arma que tenía más a mano: dejarle sin jugar.
Milla se quería ir y el Madrid le quería tener. Le fichó, se dice que por 350 millones de pesetas y nada más anunciarse el fichaje, se lesionó: rotura del ligamento cruzado y menisco de la rodilla izquierda que le impidió jugar hasta abril. Su hijo, en el Guijuelo, sufrió una lesión parecida. Debe ser que todo se pega, como la pasión por el fútbol.
«El fútbol ha sido mi vida, sigo disfrutando como entrenador, disfruto mucho cuando puedo verlo», dice el ex jugador. «Creo que hay futbolistas a los que no les gusta el fútbol, pero en mi casa el fútbol se vive 24 horas. Mi madre y mi hermana están hartas», confiesa el hijo. «Los días que más disfruto son los sábados, cuando jugamos los domingos y los paso viendo fútbol. Espero ser entrenador y hablo con mi padre».
–«¿Y qué consejo es el que más repite»?, le preguntamos. «Siempre me repite que los primeros pases sean sencillos para coger confianza». «En mi caso, como entrenador, tengo más información para los centrocampistas y dentro de esos consejos, ese es básico, hay que iniciar con confianza y seguridad que es la que da al equipo», confirma el exfutbolista, entrenador y, antes que nada, padre.
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