Gonzalo Higuaín
El Chiringuito de Pedrerol: Higuaín hizo de Higuaín
El Pipita falló una ocasión clarísima ante Neuer que pudo decidir la final. Vuelve a fracasar en un partido clave
Era sólo el minuto 21, pero ya se veía que iba a ser una final muy igualada. Un partido a cara de perro, con pocos goles, donde el primero que la pusiera en la red decidiría el título.
Era sólo el minuto 21, pero ya se veía que iba a ser una final muy igualada. Un partido a cara de perro, con pocos goles, donde el primero que la pusiera en la red decidiría el título. En ese momento, Gonzalo Higuaín encaró a Manuel Neuer completamente solo. El Pipita frente a frente con el hombre de hielo. Cara a cara con el mejor portero del mundo. El argentino tuvo todo el tiempo del mundo para pensar. Tuvo todo el espacio del mundo para chutar. Tuvo toda la portería de Alemania para marcar gol. A placer. Sólo frente a la historia. Pero armó la derecha, apuntó, disparó... y la mandó fuera. Ni cerca del poste derecho de Neuer. Su propia leyenda negra le agarrotó la pierna. A la hora de la verdad, le pudo la presión. En la ocasión más clara del partido. En una oportunidad que podía valer la tercera Copa del Mundo para Argentina. Era el momento. Su gran apuesta. Una carrera sobre el verde tapete de Maracaná. Pero en la ocasión de las ocasiones, cuando llegó su momento, cuando tuvo en su bota la posibilidad de reivindicarse ante el mundo, disparó con la pólvora mojada. Falló. Sin excusas. Higuaín hizo de Higuaín.
w Una celebración ridícula
Todavía al Pipita le tocó pasar otro mal trago antes de ser sustituido a los 77 minutos por Sabella. Su gol anulado. Messi se la puso al área pequeña y el Pipita la empujó a la red. Lo celebró con rabia. Lo gritó con el alma. Se desató. Se liberó por un momento de todos sus fantasmas. Respiró por fin mientras lo sacaba todo de dentro: «Yo, yo, yo», exclamó al mundo durante un buen rato. Mientras tanto, todo el planeta ya sabía que no era gol. Sus compañeros sabían que no era gol. La grada sabía que no era gol. Y él corría, y gritaba, y se sacudía una maldición que sigue teniendo encima. Higuaín se había metido en fuera de juego y el tanto no subió al marcador. Esa fue una de las constantes durante su etapa en el Real Madrid. Caer una y otra vez en fuera de juego. Tener muchas ganas de hacer las cosas bien, pero no la calidad ni la frialdad necesarias para conseguirlo. Mucho corazón pero muy poca cabeza.
w La doble cara del Pipa
Porque en el Madrid Higuaín también falló en las grandes citas. Le metió un saco de goles en Liga a equipos de clase media. Marcó innumerables tantos con 3-0 en el marcador. Pero en los partidos grandes, cuando los goles valen su peso en oro, no está. Y especialmente en la Champions. Hace un año se fue sentenciado por el Bernabéu tras sus errores ante el Borussia de Dortmund en semifinales. Mientras él hacía gestos de cara a la galería. Mostraba su doble cara. Seguía con su juego de todos los veranos. Y su familia le vendía por toda Europa.
w No da la talla
Salvo por su gol ante Bélgica en cuartos de final de este Campeonato del Mundo, ha vuelto a fallar cuando se le ha necesitado. Ha fracasado de nuevo. Nunca da la talla. Son jugadas que marcan una carrera. Como marcó la de Cardeñosa su fallo en el Mundial del 78, a puerta vacía contra Brasil. Como quedó ayer señalado Higuaín.
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