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El «mosquito» ya pica

Dembélé encuentra su sitio por fin en el Barcelona. Ha marcado goles decisivos y ha conseguido que su juego vertical combine con el fútbol de posesión del equipo.

Dembélé celebra el tanto que marcó al PSV en la primera jornada de la Liga de Campeones
Dembélé celebra el tanto que marcó al PSV en la primera jornada de la Liga de Campeoneslarazon

Dembélé encuentra su sitio por fin en el Barcelona. Ha marcado goles decisivos y ha conseguido que su juego vertical combine con el fútbol de posesión del equipo.

Dembélé ha conseguido que lo que el año pasado era un runrún, susurros, dudas, se conviertan en aplausos. Su tiempo le ha costado. El francés es un jugador joven (21 años) que no cayó de pie en el Camp Nou. Primero, porque tenía la losa de ser el «sustituto» de Neymar y costó una millonada (el traspaso puede llegar a 145 «kilos» si se cumplen una serie de variantes) y en las primeras jornadas se lesionó. Volvió para el tramo final del curso, pero nunca se hizo imprescindible, algo que sí ha logrado ahora en apenas un par de meses. «Todo requiere un tiempo. Es un jugador desequilibrante, tiene ritmo, ha cogido su sitio, marca goles importantes y esperamos que nos dé más», opinó Valverde tras el duelo contra el PSV.

Dembélé ya ha anotado cinco dianas en este curso, casi todas importantes: el gol de la victoria contra el Sevilla en la Supercopa y los tantos contra la Real y el Valladolid en Liga; el de la tranquilidad contra el PSV y uno ante el Huesca, el más intrascendente de un encuentro que acabó 8-2. En todo el curso pasado sólo alcanzó las cuatro dianas.

Pero su aportación va más allá de su puntería. Su desparpajo es necesario en un equipo que muchas veces no es capaz de superar a los rivales a través del pase. Se le contrató por su capacidad para regatear y superar oponentes, como hacía Neymar, para romper partidos, y ha conseguido que casen ambos estilos. «Estamos acostumbrados a controlar, pero los de delante han de tener ese punto de desborde, de desequilibrar», explicó Valverde. «Del mismo modo que en un equipo hay espacio para jugadores muy buenos en el pase, tiene que haber otros que desborden», continuó el entrenador.

Su mal primer año hizo que incluso se planteara una venta en verano, pero los picotazos del «mosquito», pues así le llaman por ser alto y con los brazos y piernas muy largos, han dejado en el olvido esa idea.