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Marcelo «El Muñeco» Gallardo, entrenador de River, el hombre de las Libertadores

Ha participado en tres de las cuatro que ha ganado River Plate. La primera, como jugador. Las dos siguientes como entrenador. «Tiene un mensaje muy claro y convencimiento en lo que hace», dice Ponzio

Marcelo Gallardo, entrenador del River Plate, levanta el trofeo de la Copa de Libertadores
Marcelo Gallardo, entrenador del River Plate, levanta el trofeo de la Copa de Libertadoreslarazon

Ha participado en tres de las cuatro que ha ganado River Plate. La primera, como jugador. Las dos siguientes como entrenador. «Tiene un mensaje muy claro y convencimiento en lo que hace», dice Ponzio

“Seguimos por más”, le dijo Marcelo Gallardo a Enzo Francescoli cuando se abrazaron después del triunfo en la Libertadores en el Santiago Bernabéu. Una vez fueron compañeros -juntos ganaron la Libertadores de 1996- pero ahora Marcelo es el entrenador y Enzo es el mánager de River Plate. Las palabras del Muñeco dan idea de su ambición como técnico. Una ambición que va más allá de haber igualado a Ramón Díaz, el hombre al que sustituyó en el banquillo, el mismo que había dirigido a Francescoli y a Gallardo en aquel éxito del 96.

El triunfo de esta última Libertadores es especial para Gallardo y para todo el club. Por el rival y por las circunstancias que han llevado a que el partdo de vuelta se dispute en el Santiago Bernabéu. Pero el “Muñeco”, como le apodaban de futbolista, prefiere pasar por alto esos detalles y mirar al futuro. Aunque no ha dejado de defender a la hinchada de River. “Les robaron una oportunidad única”, decía cuando se decidió trasladar la final a Madrid.

Gallardo ha ganado sin necesidad de estar presente en el banquillo. Fue expulsado en la ida de las semifinales contra Gremio y tuvo que ver la final desde un palco. Cuando llegó al vestuario, no pudo evitar las lágrimas. “No nos dijimos nada porque estábamos tan emocionados que nos abrazamos y lloramos. Muchas veces no necesitamos decirnos nada porque nos conocemos hace tanto tiempo que nos entendemos con la mirada y no necesitamos expresarlo con palabras porque ya sabe uno lo que piensa el otro. Nos dimos un abrazo grande, interminable, y lloramos de alegría”, explicaba su segundo, Matías Biscay, que fue compañero suyo en River y jugó después en el Compostela.

“Es un entrenador que me marcó mucho”, dice Pisculichi, que se encontró con él cuando el Muñeco llegó a River. “Puede sorprenderte en cualquier momento”, dice. Y con razón. Gallardo es uno de los entrenadores más determinantes de América, capaz de dar al equipo lo que necesita en cada partido. Cambió su estilo habitual para jugar con tres centrales la ida de la final en La Bombonera igual que lo había cambiado en la vuelta de cuartos contra Independiente para alinear a tres delanteros. Y siempre con éxito. Su análisis va más allá del resultado. Por eso reconocía en una entrevista con el diario “Página 12” que los cambios profundos hay que hacerlos cuando ganas “porque es cuando estás más convencido”.

Hasta ahora ha ganado nueve títulos, más que ningún otro entrenador en River y sólo igualado por Ramón Díaz. Pero su mirada va mucho más allá. “Para mí es más importante impulsar una idea de un proyecto para River de acá a cuatro, seis, ocho o veinte años que cualquier título. Mi deseo es poder generar algo a largo plazo”, explicaba en la misma entrevista en “Página 12”. Y reconoce que un entrenador “trabaja para que el equipo le represente”.

River, de momento, representa al Muñeco, un futbolista que tuvo un recorrido menos representativo del que se esperaba en su paso por Europa. Jugó en el Mónaco y el PSG cuando no era lo que es ahora. Pasó también por Estados Unidos, por el DC United, y terminó su carrera en Nacional de Uruguay, donde comenzó su carrera como entrenador.

Allí comenzó a construir el estilo de entrenador que es hoy. “Es un entrenador que tiene un mensaje muy claro y un convencimiento de lo que hace”, decía Ponzio, el capitán de River, nada más ganar la final de la Libertadores. “Hay tres palabras que lo definen: calidad, voluntad y exigencia. Él busca calidad en cada una de las cosas que hace. Tiene mucha voluntad para tratar de mejorar, para aprender, para seguir siendo cada día mejor y es exigente con él mismo y con los jugadores. Es muy exigente porque trata de sacar a los jugadores lo mejor que tienen. Se exige día a día para que ellos puedan ser mejores”, añade Biscay.

De momento, su futuro continúa en River, como le susurró a Francescoli. Aunque Europa y la selección aparecerán en su camino antes o después. “De lo que estoy seguro es de que nada dura para siempre”, reconoce. “Yo me baso mucho en cómo llego a cada final de año, en los desafíos. Si tengo ganas de vivirlos, si tengo entusiasmo para enfrentarlos. Si todo está bien no tengo por qué cambiar”, dice. “Tendrá el momento seguro de venir a Europa, pero está en su casa e irse de casa es difícil. A nosotros nos viene bien que él manifieste que quiere estar al lado nuestro, que quiere quedarse. El día de mañana se irá y vendrá a Europa. Seguro”, dice Ponzio. De momento, sólo piensa en ganar el Mundialito, el título que le falta a River.

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