Boxeo
Floyd Mayweather: «Porque puedo», su argumento vital
«Porque puedo». Ése parece ser el argumento vital de Floyd Mayweather (Michigan, 1977), un boxeador impecable y un sujeto realmente antipático para el público. Tanto, que ha conseguido ser el deportista mejor pagado del mundo sin el apoyo de un solo patrocinador. Ninguna marca quiere asociar su nombre al del campeón. Hijo y sobrino de boxeadores, lleva con orgullo su apellido, pero prefiere que le llamen «Money», el apodo que aparece en su uniforme de batalla. Un apodo que no es casualidad. A Mayweather, que pasó una infancia difícil en la que las drogas no le esperaban muy lejos de casa, le gusta presumir de sus ganancias. Son famosas sus fotografías con la cama llena de billetes o con su colección de coches, los protectores bucales que usará en el combate contra Pacquiao cuestan 25.000 euros, cuando lo habitual es que no valgan mucho más de 10. Ha contratado una cocinera hasta el día del combate con un sueldo de 4.000 euros diarios.
Se atreve a decir que Muhammad Ali no era mejor que él. Comparten una estancia en la cárcel, aunque a Ali lo encerraron por no querer ir a la guerra y a Mayweather por golpear a la madre de sus hijos. Fue uno de ellos el que llamó a emergencias para avisar de que papá estaba maltratando a mamá. Apenas estuvo dos meses en cautividad y al salir de la cárcel le esperaba un contrato por cinco peleas en dos años y medio a cambio de 200 millones de dólares (unos 180 millones de euros). A su ex novia, la modelo Shantel Jackson, la abandonó por abortar. «Estoy en contra de matar bebés. Ella mató a nuestros gemelos», publicó después en su cuenta de Facebook.
Le atraen los coches y se los compra, le divierte jugar y combina las apuestas deportivas con el casino, le gustan las zapatillas deportivas y las acumula en sus varias casas porque sólo las usa una vez antes de regalarlas o abandonarlas en un trastero. Porque además del bocazas presuntuoso que aparece en la presentación de las peleas, Mayweather Jr. es un tipo solidario. Muchos de sus compañeros en los Juegos de Atlanta, la mayoría boxeadores sin suerte en el mundo profesional, forman parte ahora de su grupo de trabajo. Y después de ganar el combate contra «Canelo», al que los dos llegaron invictos, invitó a todos sus colaboradores a comer en un lujoso restaurante de Las Vegas antes de regalar un Rolex de 18.000 euros a cada uno.
No tiene problemas para gastar el dinero que gana, ya sean los 18 millones de dólares en que está valorada la mansión que habita en Las Vegas o 90.000 euros como inversión inicial para el negocio de cosmética de su actual pareja, Doralie Medina. Para desplazarse, suele utilizar un jet privado y un amigo suyo recuerda que en un viaje a Atlanta decidió comprar un Mercedes al contado en vez de alquilar un coche para moverse por la ciudad. Pequeños detalles que le hacen insufrible para muchos.
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