Atlético de Madrid

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«En 2019, la Champions»

En la celebración de la Liga Europa, Cerezo anima a los suyos a «superarse». Torres se emocionó en Neptuno y el equipo canta a Griezmann que se quede

Los jugadores del Atlético de Madrid en la fuente de Neptuno / Reuters
Los jugadores del Atlético de Madrid en la fuente de Neptuno / Reuterslarazon

En la celebración de la Liga Europa, Cerezo anima a los suyos a «superarse». Torres se emocionó en Neptuno y el equipo canta a Griezmann que se quede.

Día grande para el Atlético. La lluvia que caía a ratos en Madrid no impidió la celebración de la Liga Europa. El sol se acabó imponiendo, como los rojiblancos al Marsella. «Hace mucha ilusión, llevábamos dos chascos con la Champions», dice Sergio, un aficionado. «Estuve en Lyon y fueron 17 horas de viaje de ida, y más de vuelta, agotados, pero seguíamos cantando... ¡campeones! Éramos gente de Madrid, Asturias, Cantabria, Burgos, Palencia, Irún, Valladolid... Y me dejo alguno, pero eso es lo que es el Atlético, una gran familia», continúa este aficionado rojiblanco «de toda la vida», como eran sus padres y como son sus hijos. Gran parte de esa familia, miles, arroparon ayer al equipo por las calles de la capital.

Como el comienzo de la celebración era en el ayuntamiento, la Cibeles, que espera a los suyos dentro de poco más de una semana, fue de las primeras en ver a los campeones. «Soy más del Liverpool que los Beatles», comentaba un seguidor sobre la próxima final de la Champions entre el Madrid y los «reds». Pero ayer era la fiesta del Atlético. La alcaldesa, Manuela Carmena, recibió a Enrique Cerezo y Miguel Ángel Gil. Poco después llegaron los jugadores y las jugadoras, porque, además de la Liga Europa, también se celebraba el meritorio título de la Liga Iberdrola logrado por las chicas rojiblancas por segundo año consecutivo. Griezmann fue el último en salir del autobús, con el trofeo entre sus manos. Y Torres, al acabar este primer acto, el que lo devolvió al bus de los colchoneros. Fueron de los más aclamados. La Santísima Trinidad rojiblanca la completa Simeone, perseguido como una estrella del rock: querían fotos, autógrafos, lo que fuera... El Cholo comentaba todo con el resto del cuerpo técnico, mordiéndose las uñas. Estaba feliz. Sonaba «We are the Champions» antes de que Carmena diera las gracias al Atlético por llevar tantas alegrías a Madrid. Gabi y Amanda Sampedro, los capitanes de los dos equipos, devolvieron el agradecimiento y Enrique Cerezo puso el tono distendido. «El año que viene hay que superarnos, la final de la Champions se juega en nuestro estadio, así que tenemos que volver aquí con ese título», dijo el presidente, metiendo presión a la plantilla. Diego Costa se partía de risa. «Sí, Diego, no te rías, tú estarás aquí», continuó Cerezo, que tuvo para todos. Felicitó al otro Diego, Simeone, «el capitán de todo esto», y al club, que tiene más 25 millones de seguidores en las redes sociales y más de 800 peñas. Los himnos del Atlético, tanto el oficial como el de Sabina, despidieron al equipo, camino de la Catedral de la Almudena. Cerezo dejó la última perla. «Koke se nos casa, y lo vamos a bendecir allí. Y tú, Lucas, cállate, que estás a punto». Repartieron camisetas a la alcaldesa y recibieron unas medallas exclusivas de chocolate.

En la calle, el goteo de aficionados rojiblancos a Neptuno comenzó. «Es un orgullo y una felicidad, sobre todo en una temporada tan difícil, en la que no hemos podido fichar», decía Jorge. «Es el preludio del año que viene en la Champions», añadía este aficionado de Alcobendas.

De la Almudena partió el equipo a la Comunidad ya en el autobús descapotable, con el trofeo de la Liga Europa al frente. Los seguidores llenaban las calles. Torres se ponía guapo al llegar a Sol, envuelto en una bandera del Atlético, con una bufanda, como en todas sus celebraciones con todos sus equipos, aunque esta vez era especial por ser su primer éxito con la camiseta de su vida en el último partido en el club de sus amores. La gente que llenó la sede de la Comunidad enloquecía, cantaba, gritaba, subidos en sillas o donde fuera. Ángel Garrido, el presidente, saludó uno a uno a los futbolistas y entregó dos placas a Cerezo, por el triunfo de las chicas y por el de los chicos. Él, a cambio, recibió una camiseta rojiblanca con su nombre y para posar en la foto se puso la bufanda. Hacía apenas unas horas que había sido investido y ése era su primer acto. «Un orgullo. Soy del Atlético», admitió. Para el discurso de las mujeres repitió Amanda. Para el de los hombres habló Godín, recibido al grito de «u-ru-gua-yo, u-ru-gua-yo», aunque algunos pedían a Torres.

Cerezo insistió en que era «un año magnífico por los éxitos y por el estreno de un estadio que es la envidia de Europa» y Griezmann estaba emocionado, como las últimas semanas, muy metido en los partidos, pidiendo ánimo a la grada, y siendo decisivo. Quizá porque eran sus últimos encuentros como rojiblanco, si se termina marchando al Barça. La afición entonó el cántico de «Griezmann, quédate», uno de los grandes éxitos de la tarde con el «ole, ole, ole, Cholo Simeone» o clásicos como «madridista el que no bote». Garrido habló de que el Atlético es «un sentimiento». «Lo de sufrir ha pasado. No nos conformamos, la Copa de Europa tiene que venir a Madrid», añadió. Después fueron al balcón, donde Gabi dijo que era «uno de los títulos más emotivos», con Sol lleno, y parte de Preciados, Montera... Parecía Nochevieja, aunque el éxtasis final llegó en Neptuno, al que los capitanes y el Niño vistieron con la bandera del Atlético. Cada campeón fue presentado y los compañeros esperaban haciendo un pasillo y dando alguna colleja al que pasaba. A Simeone lo mantearon, y también a Torres, el más emocionado. Casi lloró. «Hace 22 años estaba por allí [entre el público] con la Liga del 96 y ahora poder estar aquí es un sueño. A todos los niños que tengan sueños, nada es imposible, y menos en el Atlético», dijo Fernando. Antes, una encerrona de los compañeros a Griezmann, comenzada por Lucas: todos se unieron a la afición cantándole que la próxima temporada continúe.