Jérémy Mathieu
La Juve también fue una pesadilla
El Barcelona tropieza en la misma piedra: del 4-0 de París al 3-0 en Turín. Mal los azulgrana en defensa y como colectivo durante casi todo el partido. El tridente apenas ofreció respuestas en ataque
Pesadilla, segunda parte. En esta ocasión, en Turín. Volvió a sufrir un revolcón el Barcelona en Europa como síntoma de que al equipo esta temporada le falta algo. No fue el baño de París, pero la Juve fue mucho mejor que los españoles, supo primero hacer daño y después defender y se va con una renta que se antoja decisiva para la vuelta. 3-0 es menos que 4-0, pero el cuajo mostrado por los transalpinos hace que pensar en un segundo milagro se haga muy, muy cuesta arriba. Tiene momentos de brillantez el Barça, cómo no, con Messi, Neymar o Suárez, pero es un grupo irregular y cada partido es una incógnita. No se sabe qué versión se va a ver, falta convicción para mandar y los rivales le han perdido el respeto. La Juve, con el ADN italiano, un conjunto programado para ser una roca, no se tiró atrás. Al revés: salió bien arriba, a buscar hasta a Ter Stegen. El Barça sólo tiene sentido cuando es el dueño del balón, pero no tuvo la pelota. No pasó del centro del campo en los primeros diez minutos, fue un comienzo inconcebible, sin intensidad, y los italianos no tardaron en plasmar el dominio con un gol de su jugador más talentoso. Decía Dybala que era un partido importante porque todo el mundo estaría pendiente y su presentación no pudo ser mejor: control en el área y remate cruzado para conseguir el primero. El plan de Allegri iba de maravilla: apretar desde el comienzo y obtener un premio. No tuvo la Juve la continuidad del PSG en la ida de cuartos, pero siempre fue peligrosa. Después del 1-0 retrocedió unos metros. No le importa demasiado. Contaba Alves con la ayuda de Cuadrado para frenar a Neymar y Mandzukic bajaba hasta donde hiciera falta para tener superioridad en el otro lateral con Alex Sandro. Por momentos defendían los once jugadores, también Dybala e Higuaín. Ningún problema. Al único que no pudieron parar fue a Messi, que teledirigió un pase a Iniesta. El balón parecía inteligente y se coló entre cinco o seis jugadores, pero el capitán falló ante Buffon. Paró el portero y del posible 1-1 se pasó al 2-0, en una llegada rápida por la izquierda. Mandzukic dio el pase atrás a Dybala y su remate con rosca lo hubiera firmado el mismo Messi, su ídolo. La «Joya», como llaman al argentino, brillaba como nunca antes, por la talla del encuentro.
El guión de este segundo tanto se repitió durante toda la primera mitad. El balón ya sí era del Barça, pero los espacios no aparecían. Lo intentaban los azulgrana y a su espalda se colaba la Juve de rato en rato. Lo máximo que encontró el Barça fue un robo de Messi a Khedira que acabó en gol de Suárez, pero fue anulado por fuera de juego que existía. Pasó la Juve de la revolución del principio al fuego lento de después.
Tenía que buscar soluciones Luis Enrique y su apuesta fue André Gomes para el mediocentro. Era el segundo jugador que intentaba hacer de Busquets y también le costó, aunque no fue el peor. Mascherano se metió atrás y el arranque del Barça fue esperanzador. Más aguerrido, más cerca de Buffon, empezó a tener llegadas: un tiro de Messi, otro de Iniesta, un control de Suárez que se le fue por poco... Pero por no tener, no tuvo ni suerte el equipo azulgrana, cuya progresión se vio frenada con el tercer gol de la Juve. Fue en un córner en el que Mascherano se equivocó. Se olvidó completamente de la pelota y se centró en parar a Marchisio, que le ganó la partida.
Otro golpe directo al corazón y la Juve, nuevamente dueña de la situación. Atolondrado el Barça, el equipo italiano siempre encontraba por dónde jugar. Empezaba por un lado y sabía que en el contrario alguien estaría solo. Fueron momentos en los que Dybala mostró su talento más allá de los goles. Controles, conducciones, pases, visión de juego... Pjanic y Khedira llegaban por el centro solos. El funcionamiento colectivo del Barcelona estaba roto, pero Higuaín, el más flojo de los suyos, falló un gol cantado.
Pese a todo, todavía tuvo un último arreón el equipo de Luis Enrique, que ni a las bravas encontró el esperanzador gol. La Juve se defendió con todo y con todos y dejó su portería a cero. El técnico azulgrana no hizo más cambios. Es lo que hay. Otra vez sin marcar en campo contrario y con un resultado abultado y merecido. La búsqueda de un segundo milagro se antoja imposible.
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