Adiós al «Sabio de Hortaleza»

El tormento y el éxtasis

La Razón
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Y todo ocurrió en apenas seis minutos. Fueron seis minutos de éxtasis para los atléticos, y todo gracias a un gol en blanco y negro reflejado por un televisor que a un veinteañero de hoy le haría partirse de risa. Pero los veinteañeros españoles de aquel 15 de mayo de 1974 que teníamos la suerte de tener una tele en casa sabíamos que eso del color era algo para americanos y que tardaríamos algunos años en tener aquí aparatos que ofrecieran la señal en color a un precio más o menos razonable. Seis minutos de felicidad plena gracias al gol de falta directa que tiró de manera magistral Luis Aragonés al borde del área, a la derecha del portero del Bayern, donde segundos antes Becerra había sido derribado por un defensa. Era el minuto 114 de partido. Se jugaba la prórroga. No quedaba nada, pero un pelotazo lanzado desde bastantes metros, aunque no tantos como la leyenda nos hizo creer durante un tiempo, por un tipo llamado Schwarzenbeck, entró en la portería de Miguel Reina pegado al palo derecho. La verdad es que, visto ahora, Reina en realidad no podía hacer más de lo que hizo. Era el minuto 120 y a partir de ese momento, y hasta el pitido final, dos días después en el partido de desempate, todo fue tormento. Pero aquellos seis minutos de éxtasis me han acompañado siempre, y con ellos, una auténtica veneración por Luis, que moría en la madrugada de ayer en una clínica de Madrid. La misma en la que años antes había muerto Jesús Gil, con quien Aragonés mantuvo una relación de amor-odio que en algún momento hizo saltar chispas en el Calderón. Ya sé que para la mayoría Luis es el hombre que llevó a la Selección española a su mejor momento, y que los equipos a los que perteneció como jugador y entrenador tienen perfecto derecho a considerarle tan suyo como lo consideramos los atléticos. Pero para mí, que nací rojiblanco y así me marcharé de este mundo, Luis fue el hombre que me proporcionó los seis minutos más intensos como hincha colchonero. Gracias Luis, y hasta la vista.