Champions League
La conciencia de Ronaldo
Un gol de penalti, un balón al palo, dos tiros cruzados que hicieron sufrir a Caballero, un remate a centímetros de la portería, que sacó el guardameta, y una actuación decisiva en el primer tanto para despistar. Es una síntesis del partido de ayer de Cristiano Ronaldo. Sin embargo, pidió perdón. Tiró el penalti ajustado al palo derecho, raso, inalcanzable y mirando a la grada dijo: «Hoy, no», con cara de circunstancias, para terminar con las manos juntas pidiendo perdón al Bernabéu. Ronaldo, que ha jugado los 11 partidos oficiales, todos los minutos y que ha marcado 13 tantos, el máximo goleador del equipo, le dijo a la afición madridista que no había sido su tarde, que sentía no haber estado a la altura de lo que se (le) pide. «Él da lo máximo siempre, ha tenido ocasiones y ha podido marcar tres o cuatro goles y, encima, nos ha dado a entender que no ha estado bien. El nivel de exigencia que se impone es altísimo. Es un ejemplo para todos los jóvenes», explicó después Emilio Butragueño.
Ronaldo empezó en su posición habitual (y que va a ocupar toda la temporada): la banda izquierda del ataque, y acabó como delantero cuando salió Bale. Suyas fueron las mejores ocasiones de la primera mitad, cuando el ataque madridista por fin logró evitar el fuera de juego en el que tantas veces cayó ayer. Entre el palo, unos centímetros de distancia o Caballero, que estaba iluminado, a Ronaldo se le escapaba el gol. Y cuando llegó el primer tanto, él participó sin participar: «Estaba pendiente de que Cristiano, como es habitual, tocase la pelota y desviase su trayectoria. No lo hizo; y me quedé lejos del balón, fue una mala decisión. Si adivino lo de Di María y la toca Cristiano, me deja igual de mal», describió Caballero.
«Pero nunca debería pedir perdón –aseguró Carvajal, uno de los jóvenes de los que hablaba Butragueño– Hoy ha tenido algunas ocasiones y no las ha metido. El próximo día las meterá. No es preocupante. Lo preocupante sería que no tuviera ocasiones».
Ronaldo es un futbolista que no cree en las barreras, que se considera capaz de todo: «¿Piensas que los futbolistas tienen límites? Yo pienso que no», había escrito en su Twitter antes del partido de ayer. Siempre quiere más. No hay fronteras que no se puedan superar. Aunque ayer Caballero parecía una. Un límite infranqueable. «Ha sido un muro. Tienen mucho mérito las paradas que ha hecho en este estadio y ante el Real Madrid», describía Morata. La jugada que terminó de desesperar al portugués ocurrió en la segunda mitad, en los mejores momentos del Madrid, cuando Jesé le dio un pase dentro del área que dejó a Ronaldo solo frente a Caballero, pegado a la portería. En el control el balón se elevó un poco, no pudo rematar bien y el guardameta del Málaga se estiró como si jugara al balonmano para desviar lo que se suponía un gol sencillo. «Quería marcar goles y no estaba contento–aseguró Ancelotti–. Le he dicho que no era la jornada justa, buena. Después, ha tenido la sangre fría para lanzar el penalti, no es fácil en una situación así».
Bale cayó y Ronaldo supo que era su momento. En la primera mitad, fue Di María quien tiró una falta. En la segunda parte, el portugués tuvo la suya, pero la estirada de Caballero, cómo no, desvió la pelota. El penalti, al final del partido, la redención. «Le pegó tan bien que no se puede», lamentó Willy Caballero, derrotado al fin. Un límite menos.
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