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La emoción de volver al hogar
Es el método de trabajo de Benítez, junto con el diálogo con los jugadores, algo que no va a cambiar, aunque sí se mostró flexible con «la idea de juego», dado el potencial de la plantilla. De Casillas y De Gea, ni hablamos.
Cuando tenía 13 años, como todos los niños, Rafa Benítez soñaba con ser futbolista. Pero él lo hacía con más motivo que otros, porque ya formaba parte de la cantera del Real Madrid. Ayer, a sus 55 años, tan lejos, pero tan cerca del niño que fue, volvió al estadio en el que alguna vez soñó jugar con los ojos abiertos. Con más kilos, con más experiencia, con dos niñas, pero uno nunca sabe cuándo se van a cumplir nuestros deseos, cuándo nos va a traicionar la emoción.
Rafa Benítez fue presentado por Florentino Pérez. «Es un verdadero hombre de la casa, donde se formó como jugador y técnico. Hoy serán muy especiales las emociones que está sintiendo. Las emociones de alguien que llegó con 13 años. Nadie mejor que tú para saber lo que simboliza este escudo, esta camiseta y este estadio», y después le dio la palabra en el palco del estadio. Subió Benítez al escenario, desde donde tenía preparado dar un pequeño discurso, pero la emoción le robó las palabras. «Es un día emocionante porque vuelvo a mi casa», fue capaz de decir. En el palco apenas había sitio parar verle. Estaba su equipo, su jefe de prensa, estaba su mujer, a la que conoció mientras entrenaba a los canteranos del Madrid y trabajaba por las tardes en un gimnasio en el centro de la capital. Tantos años después, tantas vueltas por otros equipos para regresar al punto de partida.
«Donde están las tiendas antes había un campo de tierra en el que entrenábamos», contaba después Rafa Benítez, más sereno, más distendido y más dispuesto a disfrutar del momento. «En la presentación te vienen muchos recuerdos. Cuando entrenábamos en el Bernabéu... Son los recuerdos que te emocionan», explicaba ante los periodistas al lado de Emilio Butragueño. Jugaba en el colegio San Buenaventura, al lado de Ricardo Gallego, de defensa, aunque a veces compartían posición en el centro del campo. Después, en los distintos equipos de la cantera del Real Madrid nunca volvieron a coincidir. «Antes de empezar con las preguntas», se adelantó ayer el nuevo entrenador de la primera plantilla, «quiero contar que mi último partido con el Real Madrid fue en un torneo en El Escorial, donde jugó su primer encuentro de prueba Butragueño».
No pudo volver al Madrid como futbolista. Estuvo jugando en el Parla, en el Linares, en Jaén, en Segunda B, donde daba clases de Educación Física en el colegio Las Esclavas y todos sus compañeros le pedían consejo cuando sufrían alguna lesión. Era un líbero, un hombre que dejó huella por su educación.
En Linares se retira y empieza su carrera de entrenador, otra vez en el Real Madrid. Fue escalando y muchos futbolistas pasaron por sus manos. Todos tienen el mismo recuerdo: un entrenador metódico, estudioso, tecnológico. Y eso no lo ha abandonado: «Entrenamos un 80% con balón y un 20% sin él. Es nuestra manera de trabajar, con control, rigurosidad y ciencia, hablando con los futbolistas y viendo las sensaciones que tienen. Es eso lo que nos ha permitido llegar hasta aquí», explicaba ayer en la larga conferencia de prensa.
Cuando fue entrenador de la cantera llegó a ser segundo de Del Bosque en el primer equipo. Pero si ya es complicado para un futbolista llegar arriba, para un entrenador es misión imposible. Hay que dar muchos rodeos. Pasar por Liverpool, por Londres, por Milan o Nápoles. Y antes, por Valladolid, Pamplona, Almendralejo, Tenerife y Valencia. De un lado a otro, quizá pensando que nunca aparecerá el Madrid, tras decirle ya una vez que no. Y a los 55 años, volver: «Es un día especial y muy emocionante. Son muchos años de trabajo parar conseguir el éxito y volver a esta casa».
Dijo que había visto a gente conocida y que no le iba a ser difícil acostumbrarse al Madrid porque no es difícil acostumbrase a las instalaciones de Valdebebas. Cuando él se fue del club, la cantera y el primer equipo entrenaban en la ciudad deportiva de la Castellana, donde ahora se levantan las cuatro torres. Todo era más cercano, pero también más antiguo, más cerca de la ruina. Ha cambiado el Madrid y ha cambiado mucho Rafa Benítez, que vuelven a encontrarse. «Aquí fue donde me enseñaron que lo único que vale es ganar».
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