Morata no fue suficiente

Morata mató al Madrid en las semifinales de la Liga de Campeones y en Morata estaban puestas las esperanzas de todos los aficionados de la Juve y muchas del conjunto blanco, que lo veían como la gran amenaza para el Barcelona. Durante los primeros minutos, el delantero español fue el que más peleó. Puso nervioso a Mascherano y le ganó una carrera por la banda, en la mejor ocasión de los italianos durante la primera mitad. Su ardor se apagó como el de su equipo, el del Barça y el del partido con el paso de los minutos. La primera parte pasó entre el letargo general, como si faltase algo que encendiese la mecha y cambiase el ritmo de los acontecimientos.

Fue Morata quien cambió todo al cazar el rechace de Ter Stegen tras un tiro de Tévez. Remató a portería vacía y la Juve empató y recuperó toda la fe del mundo para ganar al Barcelona. «Tuvimos la oportunidad de ganar», reconoció el delantero.

Cambió el ánimo del encuentro. La Juve se sintió fuerte y pensó que la final era suya. Apagó todo Luis Suárez con el segundo tanto. Aunque a Morata quien le apagó fue su entrenador: o le vio cansado o creyó que el equipo necesitaba el juego alto de Llorente para encerrar al Barcelona en el último asedio ya desesperado. Pero se fue Morata y la Juve apenas creó peligro. El español lo veía en el banquillo, sin poder hacer nada.