Colombia
Falcao, el «9» al que el fútbol le debía un Mundial
Si Falcao no se hubiese roto los ligamentos de la rodilla izquierda en un partido de la Copa de Francia a comienzos de 2014 seguramente hubiera jugado el Mundial de Brasil. También es muy probable que hubiera marcado y compartido con James el liderazgo de un equipo que hizo historia al alcanzar los cuartos de final. Si todo eso hubiese pasado, Radamel no hubiera tenido sitio en esta sección, porque la de Rusia supondría su segunda Copa del Mundo y no sería un debutante de 32 años. Pero aquel 23 de enero de 2014, frente al modesto Chasselay de la tercera división gala, la entrada de Soner Ertek acabó en una rotura del ligamento cruzado anterior, y justo allí comenzó un camino que se cierra estos días en Rusia. La reacción de toda Colombia fue descargar su ira contra el futbolista que le hizo la falta a su estrella, pero aquello fue sólo fruto de la frustración, del dolor de ver a su «9» fuera del siguiente Mundial. Quedaban seis meses para que el campeonato empezara en Brasil y, aunque el cuerpo técnico iba a esperar todo lo posible, no había tiempo suficiente.
A pocos días del comienzo, el seleccionador anunció su ausencia y desde entonces el fútbol le debía una Copa del Mundo a un futbolista que se había revelado en el Atlético como uno de los mejores delanteros del momento. Un rematador puro que había fichado por el Mónaco y al que le tocaba reinventarse tras pasar por el quirófano. Fue duro para él ver pasar de largo aquel Mundial. En los meses previos, mientras sus compañeros ocupaban una planta del hotel Princesa Sofía de Barcelona antes de un amistoso, él tenía su habitación en el piso inferior porque no estaba convocado. Era sólo un invitado que hacía grupo mientras continuaba con su recuperación. Su equipo lo cedió al Manchester United y al Chelsea, donde no pudo mostrar su mejor nivel. Quizá por aquel recuerdo, en Inglaterra consideran a su selección muy favorita para el choque de hoy en Moscú. No temen a aquel «Tigre» que trataba de recuperar el ritmo y adaptarse a los cambios físicos que provoca una lesión como la que tuvo.
El gol que soñaba marcar desde niño tuvo que aplazarse cuatro años y se lo hizo a Polonia en Kazan el pasado 24 de junio. «Es una de las mayores alegrías que nos deja el partido», reconoció Pekerman después de una victoria que mantenía a Colombia enganchada al torneo. El triunfo era clave, tanto como el estreno goleador del delantero centro, un hombre de fe que ahora sueña con un segundo tanto esta noche en Moscú que ponga a su país en cuartos y refresque la memoria de los hinchas británicos.
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