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Guerrero y el positivo de las momias de Llullaillaco

Dio positivo el pasado 5 de octubre después de un partido contra Argentina por benzoilecgonina,el principal metabolito de la cocaína

El capitán peruano, Paolo Guerrero, está preparado para debutar en el Mundial / Efe
El capitán peruano, Paolo Guerrero, está preparado para debutar en el Mundial / Efelarazon

Dio positivo el pasado 5 de octubre después de un partido contra Argentina por benzoilecgonina,el principal metabolito de la cocaína.

Cuando Perú se clasificó por última vez para el Mundial, quedaban dos años para que naciera Paolo Guerrero. Por eso era más dolorosa para él la sanción por dopaje que le inhabilitaba para disputar el campeonato. Dio positivo el pasado 5 de octubre después de un partido contra Argentina por benzoilecgonina,el principal metabolito de la cocaína.

La FIFA lo suspendió por medio año –el Mundial estaba a salvo–, pero el TAS amplió el castigo a catorce meses y Perú se quedó sin su principal referencia. Su sanción se convirtió en una cuestión de Estado en su país. Se reunió con el presidente de su país, Martín Vizcarra, que le mostró su apoyo incondicional, y con el presidente de la FIFA, que no le concedió la amnistía solicitada. Sus compañeros entrenaban con su camiseta y todo el país se movilizó, incluso los perros de la Policía peruana desfilaban con la camiseta del capitán para pedir clemencia. Finalmente el Tribunal Federal Suizo concedió la suspensión cautelar de la sanción y Guerrero llegó al Mundial, aunque tarde. Gareca, el seleccionador peruano, tuvo que descartar a uno de los convocados y la casualidad quiso que fuera familia de Guerrero. El afectado fue Sergio Peña, hijo de una prima del capitán peruano, que finalmente pudo unirse al grupo el 31 de mayo. «Sólo le pedía a Dios fuerzas para seguir luchando. Nosotros estamos bendecidos por Dios. Siempre creí que esto se solucionaba», dijo su madre, Petronila Gonzales, conocida como Doña Peta en Perú.

Para llegar al Mundial tuvo que pasar por un largo y complejo proceso judicial, con alegaciones diversas, pero quizá ninguna tan importante como el testimonio de un arqueólogo y las momias de Llullaillaco, encontradas en 1999 en Argentina, el volcán del mismo nombre, uno de los lugares sagrados de los incas. Eran los cuerpos de una niña de trece años y un niño y una niña de cuatro o cinco años sacrificados en un ritual entre finales del siglo XV y principios del XVI. En su pelo y sus dientes se encontraron restos de benzoilecgonina y de alcohol, una especie de aguardiente utilizado para combatir el frío. La cocaína se tomaba en infusión, como se sigue haciendo en muchos lugares, para combatir el mal de altura. Las momias demostraban que los restos de coca pueden permanecer en el cuerpo humano durante mucho tiempo, incluso siglos, y que no necesariamente se utiliza como sustancia dopante. Por las momias o por lo que fuera, Guerrero está en el Mundial. «Me pone muy contento su regreso. Está preparado para jugar», dice Gareca.