Real Madrid

Rayo Vallecano

1-0 Un Madrid escaso gana al Rayo

Benzema en el partido ante el Rayo/Reuters
Benzema en el partido ante el Rayo/Reuterslarazon

El Real Madrid venció en el estadio Santiago Bernabéu al Rayo Vallecano (1-0) con un gol en la primera parte del francés Karim Benzema

Repite Solari la palabra alegría, pero no está el Madrid ahora para ser el alma de ninguna fiesta, está más para otra cosa, para ir poco a poco, para recolectar y que pase el invierno, sin mucho ruido y sin estrépito, a la espera de que lleguen, más adelante, tiempos mejores. Otros años ha pasado y se espera que éste se repita la historia. Es lo que se llama esperanza: creer en tiempos mejores, aunque la realidad no parezca conducir a ellos. Porque ahora está el Madrid para salvar partidos en el último minuto con Courtois y Carvajal sacando el remate del Rayo en la línea de gol. O para hacer un cambio en el último minuto para que el tiempo pase más rápido. Los partidos se le hacen largos, empieza con ánimo, con ganas de enmendar actuaciones pasadas, pero después se va apagando, como quien va dejando la ilusión atrás y afronta las labores cotidianas con resignación y algo de melancolía por tiempos pasados y más vivos. Ganó al Rayo porque la diferencia entre ambos equipos no daba para otra cosa y se va al Mundial de clubes para volver con el título. Todo está a su alcance, es verdad y también es cierto que necesita algo más: o tiempo o confianza o puntería o confiar o al contrario, revolucionar todo. Pero algo tiene que suceder para que sus partidos sean una invitación a la alegría y no una manera de pasar la tarde mientras se hace de noche.

El Rayo de Míchel llegó al Bernabéu con su miedo y su debilidad, intentando no hacerse mucho daño y sin ofrecer casi nada para al menos arañar al rival hasta que no pudo dejar pasar lo que le ofrecía el Madrid. Lamentará la ocasión que tuvo al final y la falta de ambición en otros momentos del encuentro. Estuvo ordenado casi todo el choque y visitó algunas veces el área rival, pero la impresión que dio fue que le faltó un poco de valentía frente a un rival que no la tiene todas consigo. Michel pidió a los suyos concentración, mantener las líneas muy juntas cerca del mediocampo, pero es imposible pasarse así todo el partido en el Bernabéu y sacar algo positivo. Porque a la primera que te desordenas, te llevas un gol.

Lo hizo Benzema, la primera vez que el Rayo se descubrió un poco al principio del partido. Ahora con las redes sociales y los teléfonos inteligentes, apenas hay espacio para los relatos. Todo es literal. Cuando jugaba Di Stéfano se cuenta que él empezaba la jugada y después la terminaba. Seguramente tendrá parte de verdad y otra parte de leyenda. Lo que sí que queda demostrado es que Benzema hizo algo parecido en el único gol del partido: fue él quien se inventó el pase hacia Lucas Vázquez en el otro lado del campo para buscar la ventaja y fue él quien corrió para buscar el pase en profundidad y rematar a la red. El francés es de lo mejor del Madrid en estos días sin brújula claro y cuando se tuvo que ir del campo lesionado, el Bernabéu se sintió un poco más desamparado. Si para algo están sirviendo estos momentos es para descubrir en Karim a un tipo menos frío de lo pensado y con más capacidad para liderar a un equipo.

Durante esa fase de la primera mitad, el Madrid tuvo impulso. Llorente robaba todos los balones que pasasen a su lado, incansable, Kroos se ofrecía y el equipo jugaba en campo rival, presionando e impidiendo al Rayo siquiera asomarse a la zona defensiva blanca. Pero el dominio no desembocaba en nada. Asensio lo intentaba, pero se le ha apagado la suerte de una manera dramática. Apostó por él Solari antes que por Isco, que no jugó ni un minuto y Asensio fue el signo absoluto de la impotencia: sus remates o sus jugadas terminan siempre en un casi. Casi lo consigue, casi va a puerta, pero no hay manera. Antes era al contrario, todo le salía casi de la nada. Ahora es un esfuerzo continuo y el Bernabéu le mira con sospecha, algunos con ganas de pitarle; otros le intentan animar.

Todo lo bueno que tuvo el Madrid se fue diluyendo, algo que le ocurre con frecuencia a este equipo. Poco constante o con poco físico, no hace un partido bueno entero casi nunca. El Rayo vio que su orden bastaba para frenar al rival. Marcelo empezó muy activo y luego desapareció. Carvajal no fue profundo y Lucas Vázquez no ofreció soluciones. Sin banda, Benzema lo intentaba por el centro con la ayuda de Kroos, que lanzó un balón al palo pero sólo daba para momentos fugaces y alguna ocasión en la que pillaban al Rayo descolocado. El conjunto de Míchel ganó presencia con la salida de Bebé y hasta se creyó que podía hacer algo. Se quedó muy cerca, demasiado cerca.