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La Superliga se democratiza y renace: así será la competición

No habrá equipos permanentes y puede que haya dos divisiones. Todo depende ya del Tribunal Europeo

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Logo de la SuperligaArchivoLa Razon

Poco a poco, la Superliga está sacando la cabeza y cada minuto que pasa está más dispuesta a convertirse en el torneo de referencia en Europa. Ve que las amenazas primeras de Ceferin se han encontrado con una respuesta judicial que las paró y la tormenta que se desató en su contra ha amainado tanto, que ahora parece que sopla el viento a favor. Están convencidos de que el fútbol necesita un cambio, que la UEFA no puede liderarlo y con los nuevos estatutos que dio a conocer la revista alemana Wirtschaftswoche, quieren democratizar la competición. Han escuchado las críticas y, aunque falten aún muchos detalles acerca del formato y de la estructura, una cosa está clara: “Por lo tanto, nos comprometemos a que el formato de la Superliga europea propuesta suprima el concepto de “miembros permanentes” y esté abierto a los clubes europeos”, según adelantaba la revista alemana Wirtschaftswoche, y confirmaban fuentes de la organización a este periódico.

Una de los factores que generaba muchas críticas era que no todos los equipos iban a poder disputar la competición. Ahora nadie va a tener su puesto asegurado, aunque aún no se especifica cómo y se tendrán que decidir con que criterios se entra en la Superliga (en la primera o segunda división, si la hubiese) y también, luego, cómo se sale. Joan Laporta, presidente del Barcelona, club que junto a Real Madrid y Juventus no ha renegado de la competición, dio unas pistas hace unos días: “Nosotros estamos ahí para conseguir que salga la competición porque, además, puede repercutir favorablemente en las economías de los clubs que participen en un formato que sería abierto, con ascensos y descensos”.

El plan, según fuentes de la competición, es que se asemeje lo más posible a una Liga profesional donde los equipos van cambiando según sus méritos o deméritos deportivos y todos puedan dejar de formar parte de esa liga si se dan una serie de circunstancias. Se le quita el concepto de cerrado que tanto daño había hecho y que incluso hizo que la abogacía del Estado de España, el martes, se situara en contra porque consideraba que debían primar los méritos deportivos.

Superado ese obstáculo, que era el que más dolía a las aficiones de los equipos con menos poderío económico, el gran paso depende ahora de la decisión del Tribunal Europeo acerca la petición del tribunal de Madrid para que considerara si la UEFA había violado la ley de competencia de la Unión Europea (UE) al “bloquear” a los principales clubes de fútbol europeos la posibilidad de crear una Superliga al margen de las competiciones continentales que organiza la UEFA. Como no se tramitó por vía de urgencia, el calendario aún no está claro, pero sí se habla del verano de 2022 como una fecha aproximada, incluso antes. Y si la resolución es favorable a la Superliga, entonces el fútbol puede comenzar una revolución: “Si nos ampara una decisión judicial que nos permita jugar Superliga y ligas nacionales, nos pondremos en marcha”, aseguran desde la organización.

Según dicen hay ya equipos dispuestos a unirse en cuanto se tenga respaldo judicial, pero hasta que eso no suceda no quieren salir del anonimato, aún asustados por las consecuencias deportivas que pueda tener la rebelión contra la UEFA. En el primer paso que dio la Superliga estaban casi todos los clubes más poderosos de Europa, menos el Bayern y el PSG, pero después, ante la oposición férrea de la UEFA y del gobierno británico, empezó una deserción de los clubes ingleses, que terminó con la Superliga en un estado de espera. De letargo, hasta que volviera a llegar su momento. Y ese momento ha llegado.

El fútbol cambia a pasos agigantados. El fondo de inversión más rico del mundo de Arabia Saudí ha comprado el Newcastle, el PSG se hizo con los capitanes del Real Madrid y del Barcelona en verano y el fair play financiero de la UEFA adelgaza. “Se trata de que la propiedad de la Superliga no sea de la UEFA”, dicen la organización. Ese es el campo de batalla definitivo. Ceferin creía que había ganado la guerra, pero ha vuelto a empezar.