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¿Son brasileños los brasileños del Real Madrid?

El equipo de Ancelotti se presenta el domingo contra el Atlético líder y en el mejor momento en mucho tiempo. Los brasileños son, en parte, responsables de eso

Militao, con Rodrygo y Vinicius
Militao, con Rodrygo y ViniciusJose BretonAP

Cuando Marcelo llegó un invierno a Madrid con sólo 18 años era un proyecto de futbolista, con muchas cosas aún por mejorar. «Todavía era joven y alocado», ha reconocido el ya veterano futbolista. Aterrizó en un vestuario lleno de estrellas... y de brasileños: «Estaban Robinho, Cicinho, Baptista, Emerson, Ronaldo y Roberto Carlos. También Casillas, Raúl, Beckham, Cannavaro... ‘’¡Mierda, yo sólo conozco a estos tíos por los videojuegos!’’. Podrían haberme comido vivo», escribió en «The Players Tribune». Sin embargo, tuvo el apoyo de los suyos: «Roberto Carlos se acercó a mí y me dio su teléfono para lo que necesitara».

Es lo que han estado haciendo ahora él y Casemiro con los brasileños que han llegado al Real Madrid para dibujar una plantilla casi tan brasileña como aquella en la que terminó mandando Capello. El italiano, con la llegada de Marcelo, debió pensar que eran demasiados de ese país y buscó la salida a toda prisa de Ronaldo. Pero ahora son tiempos distintos y también futbolistas distintos.

Vinicius, Rodrygo, Militao, Casemiro y Marcelo destacan sobre todo por su profesionalidad. Los dos últimos han explicado perfectamente a los más jóvenes lo que supone estar en el Real Madrid y cómo tienen que adaptarse: «Lo que siempre les digo es que vienen de Brasil, con otro tipo de fútbol. La adaptación es difícil para nosotros», explicaba Casemiro esta semana acerca de lo que les explica a los jóvenes compatriotas.

Para ellos el salto de Brasil a Europa es muy grande en cuanto a formación. Son dos formas distintas de entender el mismo juego: «En Brasil todo se ordena alrededor del balón y para la estructura y una idea táctica más colectiva tienen más dificultades», asegura Miguel Ángel Ramírez Medina, entrenador español que va a estrenar la MLS con el Charlotte FC y que ha estado en Qatar, Ecuador y Brasil. El país del fútbol es una fábrica constante de futbolistas: hay tantos que para destacar se necesita mucho talento individual. «Para un jugador normal es complicado tener una oportunidad en Brasil. El que es bueno, es bueno de verdad, simplemente por selección natural». El problema es que para triunfar en Europa con eso sólo no vale: «Existe mucha diferencia con Europa, donde el nivel de entrenamiento es más rígido, más pensado para la organización colectiva del juego. En Brasil todo es más puro en cuanto al talento y más alejado del fútbol actual de la élite que implica un fútbol más colectivo. No ha habido un crecimiento a nivel táctico y colectivo», insiste Ramírez.

Casemiro llegó al Castilla siendo muy joven y antes de hacerse indiscutible en el Real Madrid pasó por el Oporto; Marcelo estuvo a punto de ser traspasado al poco de llegar; Militao fue a Oporto y ha tenido que tener mucha paciencia en el Real Madrid; Rodrygo va sin pausa, pero sin prisa y Vinicius ha sufrido un largo periodo de tensión y críticas. Ahora gran parte del éxito del Real Madrid de Ancelotti, que mañana quiere dar un golpe a LaLiga ganando al Atlético, se basa en la buena adaptación que han tenido los jóvenes al equipo.

Y es fundamental que ha habido paciencia con ellos, porque no es sólo un cambio de estilo de fútbol, es que cambia radicalmente su vida cuando aún no han dejado de ser adolescentes: «Imagínate las dificultades: hay factores culturales, de comida, de comportamiento sociales que nada tienen que ver con Brasil y más de algunas zonas con playa. Europa es más fría, la comida es distinta, es un choque cultural importante y difícil de digerir», explica el entrenador Ramírez Medina.

«Y si nos centramos en el fútbol: vienen con talento y hay que empezar a desarrollar comportamientos en Europa, posicionales, y de movimiento. Es complicado y lleva tiempo». Es un trabajo que tiene que resolver con éxito el futbolista, pero que debe estar acompañado por su entrenador. «Vinicius, por ejemplo, ha tardado tiempo, pero ha puesto de su parte para adaptarse. Las preguntas que los entrenadores tenemos que hacernos con ellos son cómo le ayudamos y cuánto; y no dar por hecho que se pueden adaptar solos. Tenemos que estar con ellos porque el proceso no es fácil. Están lejos de su familia, con otro idioma y con la presión que tienen».

Los futbolistas del Madrid han rendido en cuánto se les ha dado confianza. Son brasileños en su estilo, pero con una dedicación y un espíritu de sacrifico que no siempre se ha dado en los jugadores que venían del país del fútbol: «El fútbol brasileño lo viven los jugadores como una diversión y con mas connotaciones individuales que colectivas, aunque ya esta evolucionando hacia los métodos europeos», cuenta Miguel Ángel Portugal, ahora en Bolivia, y que también ha pasado por Brasil. «Antes era común ver a los jugadores profesionales comerse un pastel o parecido y café antes de irse a dormir. Ahora ya están cuidándose más en el aspecto de la nutrición y en lo que es mantenerse en sus parámetros de peso ideal», asegura acerca de sus experiencias. Ahora Vinicius, como otros futbolistas, tiene su cocinero particular. Los brasileños ya no son como antes porque el fútbol de ahora ya no es el de antes. «Ellos ya saben qué les espera en Europa. Ahora hay más conocimiento por los entrenadores, el juego colectivo es mejor y todo lo que se hace se analiza, se graba y se evalúa», continúa Miguel Ángel Ramírez Medina. «Hay mas recursos y más preparación, pero también hay que adaptarse al medio. Si un futbolista quiere sobrevivir tiene que adaptarse al juego y a la forma de vida del lugar al que va. Si son inteligentes, sabrán adaptarse».

Y si lo hacen, entonces tienen todo para triunfar: «Si son capaces de transformarse sin perder su esencia pueden mostrar lo mejor que tienen dentro de una organización más ordenada. Eso puede conservarse dentro de una estructura. Y luego, dentro de ese orden puede haber un desorden más organizado», asegura Miguel Ángel Ramírez.