Betis
Vuelta a casa un año después
Trece meses después de firmar un descenso ominoso con la peor puntuación de su historia, el Real Betis va a volver a Primera, a su casa. Y no es un tópico porque, ¿en qué otra división debe jugar una entidad con 35.000 abonados? El ascenso matemático ya no podrá ser hoy en Santander, en lo que hubiera constituido un guiño a la historia bética: en los viejos Campos de Sport de El Sardinero ganó el Betis su único título de Liga, hace ochenta años y una semana. Venció el Girona ayer e impidió que el ascenso fuera hoy, aunque puede producirse el domingo en el Benito Villamarín, con la visita del Alcorcón.
Fuera del césped, este ascenso ha tenido dos nombres propios: Juan Carlos Ollero y Pepe Mel. El primero, un ingeniero industrial, prodigio de discreción e inteligencia, al que la administración judicial que gobierna el club colocó en la presidencia a finales de noviembre, cuando el Betis distaba menos puntos de las plazas de descenso que de las de ascenso directo. Su primera decisión fue destituir a Julio Velázquez, jovencísimo entrenador experimental que pasó por el club como una plaga bíblica, y volver a llamar para el banquillo a Pepe Mel tras una interinidad triunfante de Juan Merino, el entrenador del filial, que cosechó doce puntos en cuatro jornadas y relanzó al equipo.
Pepe Mel no es quizá el mejor entrenador del mundo, pero sí es seguro el que mejor se adapta al Betis actual, una entidad compleja donde las haya. No ha propiciado el técnico madrileño que el equipo juegue especialmente bien, pero ha pacificado el ambiente enrarecido de la grada y ha conseguido que Rubén Castro, acuciado por un grave problema judicial, y Jorge Molina, su veterano socio, al que Velázquez y Merino habían orillado, volviesen a los registros goleadores de hace un lustro, cuando fueron los artífices del último ascenso bético, ya con Mel en el banquillo.
Las marcas de Molina y Castro son asombrosas. Han marcado 45 goles (18 y 27), sólo en Liga, entre ambos y superan los 180 tantos conjuntos desde que llegaron al Betis en 2010. Con su doblete ante el Lugo del pasado domingo, el delantero canario llegó a los 111 goles y superó al «Pichichi» histórico del club, Paquirri, un ignoto delantero de quien se contabilizan hasta los goles que marcó en los campeonatos regionales. Y militó en el Betis entre 1933 y 1950, mientras que Castro ha batido su plusmarca en la cifra redonda de 200 partidos oficiales.
Tan natural es para los béticos el retorno a Primera, que el debate más caliente del momento en Heliópolis es si debe o no haber celebración. Ollero, persona comedida donde las haya, se inclina por una pequeña fiesta en el estadio, pero los futbolistas quieren su pequeña porción de gloria y despiporre... aunque muchos béticos cabales les recuerden lo fútil que sería una celebración por todo lo alto cuando el Sevilla podría festejar dentro de una semana un título europeo.