Gimnasia
De Comaneci a Simone Biles
Fue boxeador amateur y participó en los Juegos de Melbourne, en 1956, como lanzador de martillo, pero Bela Karoliy encontró la gloria en la gimnasia. No se sabe qué hubiera sido de él si no se hubiera encontrado con Nadia Comaneci. O al revés, porque la gimnasta rumana, como sucede con todos los deportistas, se acabó. Pero Bela sigue dominando la gimnasia cuarenta años después de aquel primer 10 de Comaneci en los Juegos de Montreal.
En 1981 huyó del régimen de Ceaucescu. Se estableció en Estados Unidos con su mujer, Martha, y 360 dólares en el bolsillo. Pero no tardó en ser reclamado por el equipo estadounidense de gimnasia. Con él, dejaron de ser intrascendentes para dominar la disciplina. Mary Lou Retton, medalla de oro en el concurso completo en los Juegos de Los Ángeles ‘84 fue su primera creación.
Su impacto fue tan grande que dos senadores estadounidenses no dudaron en proponer que le concedieran la nacionalidad en 1988 para que pudiera seguir al mando del equipo olímpico en Seúl sin preocuparse por los problemas con su pasaporte que estuvieron a punto de complicar su estancia en Estados Unidos.
La imagen de Karoliy llevando en brazos a Kerri Strug muestra sus dos caras. Es un entrenador de la vieja escuela, de los que exigen siempre un poco más que todo sin concesiones. A Strug le pidió que hiciera su ejercicio en trampolín a pesar de estar lesionada para que Estados Unidos pudiera ganar el oro por equipos. Strug cumplió, pero tuvo que retirarse un año después con una lesión crónica en el tobillo. Ahí terminó su colaboración con el equipo estadounidense, que volvió a reclamarlo en 1999. Regresó como coordinador y se retiró en 2001. Cuando le pidieron que designara a alguien de su confianza eligió a Martha, su mujer. Su hija Andrea es la nutricionista del equipo y en su rancho de Texas, además de gallinas, caballos y pavos reales, se siguen criando campeonas. Simone Biles es la última.
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