Papel
La venganza de «pecho frío»
Siempre criticado en su país, Leo, que hace un año estuvo cerca de dejar la selección, metió a Argentina en el Mundial de Rusia con tres goles a Ecuador.
Siempre criticado en su país, Leo, que hace un año estuvo cerca de dejar la selección, metió a Argentina en el Mundial de Rusia con tres goles a Ecuador.
De los aspirantes que iban saliendo generación tras generación, Messi ha sido el único capaz de soportar la etiqueta de «nuevo Maradona»... Pero no para todos. Leo se marchó de pequeño a Barcelona, nunca lo vieron jugar con un club en su país, y lo que llegaba del otro lado del Atlántico, sus goles y sus títulos, no terminaba de cuadrar con lo que pasaba con la albiceleste, sin caer en el detalle de que el fútbol es un deporte de equipo. En Argentina siempre se sospechó de él, aunque él siempre tuvo claro con quién quería jugar y no hizo caso de las tentaciones que llegaban de la Federación Española de Fútbol. Pronto se quedó con el sobrenombre de «pecho frío», acusado de no aparecer en los momentos importantes. En cada tertulia, el «10» es el centro de los debates, pese a que con él una Argentina más bien mediocre ha disputado tres finales seguidas, dos de la Copa América más la del pasado Mundial. No ganó ninguna y después de la derrota en la última Copa América, en los penaltis ante Chile, el «10» pareció rendirse. «Se terminó para mí», dijo.
Apenas un año y tres meses han pasado desde ese amago de dejar la albiceleste hasta el éxtasis vivido en Quito. Se lo replanteó, regresó y gracias a él Argentina logró la clasificación para el Mundial de Rusia, sobre todo por sus tres goles a Ecuador en un día a cara o cruz. Ha conseguido que el país al que tenía dividido le llame «dios» al unísono. Muchas portadas le piden «perdón». Y dicen mucho más. «Con Messi, ningún sueño es imposible», afirma «La Gaceta». «El genio de Messi nos puso en el Mundial», puede leerse en el conocido «Clarín». Los jugadores, en su celebración, se acordaron de la Prensa y de los últimos días de tensión y angustia que han tenido que vivir. «¡No me importa lo que digan esos putos periodistas!», cantaron en el vestuario del estadio Atahualpa. «Tenía miedo de no estar en el Mundial», confesó la estrella del Barcelona. Y el pánico aumentó cuando Ecuador se adelantó nada más comenzar el encuentro. Argentina tenía que ganar y entonces apareció Messi con un triplete para solucionar los problemas. «Hubiera sido una locura no estar allí», confesó el «10», emocionado.
«A ver si se nos da porque por merecimiento podríamos haber ganado las tres finales que perdimos», continuó Leo, convencido de que esta clasificación debe ser un punto y aparte para resurgir. Nunca como con esta albiceleste se tuvo tan clara la sensación de que Messi es más de medio equipo. Desde el 15 de noviembre de 2016, el azulgrana ha sido el único argentino capaz de marcar gol con su selección en partido oficial (4 tantos). El otro a su favor fue en propia puerta del venezolano Feltcher. El juego de conjunto brilla por su ausencia, aunque en el día definitivo Messi encontró un buen socio en Di María. «Estuvo espectacular el enano», dijo después el atacante del PSG sobre la actuación de su compañero.
Tan mal lo veían en Argentina que incluso se llevaron a la expedición al «Brujo Manuel», que antes de empezar hizo una especie de conjuros en las porterías para alejar el mal fario. «Tuvo mucho que ver [en la victoria], pero más tuvo que ver Messi», aseguró el presidente de la Federación Argentina, Chiqui Tapia.
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