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Rey infinito

Lionel Messi recibe el trofeo del Balón de Oro que ha ganado esta tarde en Zurich.
Lionel Messi recibe el trofeo del Balón de Oro que ha ganado esta tarde en Zurich.larazon

Messi conquista sin discusión su quinto Balón de Oro. «Es especial después de dos años viendo cómo lo ganaba Cristiano», dijo.

Messi. Messi. Messi. Messi. Messi. El «10» del Barça conquistó el Balón de Oro por quinta vez y amplía el récord que ya tenía en cuatro. Recibió el premio de manos de Kaká, que antes de la gala ya había señalado al argentino como el favorito. El brasileño lo ganó en 2007 y fue el último capaz de hacerlo antes de que Messi y Cristiano Ronaldo los monopolizaran todos. Justo hace un año, el madridista fue el vencedor por tercera vez y lanzó un reto a su rival: «Quiero alcanzar a Messi». Quizá fue una motivación para el barcelonista, que en ese mismo mes de enero comenzó una reacción fulminante junto a su equipo para levantar cinco títulos en 2015, el trampolín perfecto para volver a llevarse un Balón de Oro que corona una hegemonía: lo ha ganado cinco de las últimas siete veces y desde 2007 siempre ha estado en el podio. Leo también tuvo complicidad con Ronaldo al recoger el trofeo: «Es especial después de estar dos años viendo cómo lo hacía Cristiano».

Esa prolongación durante tantos años es quizá el mejor valor de Messi, que siempre dice que jamás pensó en conquistar ni siquiera uno. Ayer lo repitió: «Es increíble tener cinco». Siendo un niño, con apenas 13 años, llegó a Barcelona y Rexach no necesitó verlo ni cinco minutos para ficharlo. Era callado, apenas hablaba en el vestuario, pero sí en el campo. A Cesc o Piqué les maravilla que de mayor consigue repetir lo que ya hacía de pequeño. Y de mayor ha sabido evolucionar: ganó el primer Balón de Oro jugando como «falso 9» a las órdenes de Guardiola, alcanzó el cuarto apoyado en sus goles (91, récord histórico, en 2012) y ha logrado el quinto actuando casi como un centrocampista más, manteniendo una cifra alta de dianas (52), pero dando más pases y actuando más atrás. Hace poco fue nombrado el mejor creador de juego del mundo.

A nadie le sorprendió el triunfo de Leo, que obtuvo el 41 por ciento de los votos, por el 27 de Cristiano y el 7 de Neymar. El argentino compareció en Zúrich con un traje clásico. Decepcionó en ese sentido, ya que otras veces había apostado por un atuendo de terciopelo color rojo burdeos o por otro con topos, más cuestionables. Quizá es un reflejo de la madurez que exhibe cada vez más sobre el césped y fuera de él, padre ya de dos hijos. Thiago, el mayor, con una brecha en la frente tapada con cuatro puntos de sutura, no se perdía detalle de la ceremonia y aplaudió a su padre cuando estaba allí arriba. Leo se sentó en primera fila con su pareja, Antonella, a un lado y con Cristiano al otro. El portugués no fue esta vez acompañado (el año pasado estaban su madre y su hijo), quizá porque se veía con pocas posibilidades. «Estoy aquí porque los seleccionadores y los capitanes me han votado. No sería una sorpresa que ganara yo, pero Leo parte con ventaja. Y también está Neymar», dijo el luso en la rueda de prensa anterior a la gala, en la que los tres finalistas, relajados, se regalaron los oídos: Neymar, al que todos apuntan como el heredero, aseguró que Messi y Cristiano son los mejores a los que ha visto jugar; Cristiano se quedaría con la zurda de Leo; y el «10» dijo que CR tiene muchas cualidades que le «gustaría tener a cualquiera». «Pero a mí me tocó ser como soy», añadió antes de decir que cambiaría cinco balones de oro por un Mundial. El quinto todavía no lo había ganado. Las estrellas dieron ayer un gran ejemplo de compañerismo y buen rollo. «Con Cristiano siempre ha habido una buena relación de respeto y admiración», afirmó el ganador.

De la vestimenta «casual» se pasó al esmoquin y a la alfombra roja para un evento con aires hollywoodienses, por mucho que la FIFA esté en su momento más bajo por la corrupción. Ni Blatter ni Platini acudieron, claro. El camerunés Hayatou, presidente interino del organismo, era la cabeza visible y quien se puso al lado de Kaká antes de que dijera el nombre de Messi. El «10» estaba tranquilo. Besó en la boca a Antonella, en la cara a Neymar y dio la mano a Cristiano Ronaldo. «Quiero dar las gracias al fútbol por lo que me hizo vivir, tanto lo bueno como lo malo, porque eso me ha hecho aprender todo en la vida», fue lo último que acertó a decir antes de emocionarse un poco.

A partir de ahora la pregunta es: ¿tiene límites Messi? ¿Podrá Cristiano reconquistar el trofeo? ¿Será Neymar el sucesor con los otros finalistas todavía en activo? Habrá que esperar un año para empezar a tener respuestas.