Atletismo

Manu Guerrero, una carrera por la inclusión

«Campeones», la ganadora de los Goya, ha sacado a la luz la «pelea» de muchos deportistas con discapacidad para poder competir.

Manu Guerrero, una carrera por la inclusión
Manu Guerrero, una carrera por la inclusiónlarazon

«Campeones», la ganadora de los Goya, ha sacado a la luz la «pelea» de muchos deportistas con discapacidad para poder competir.

Manuel Guerrero (Barbate, 16 años), aunque todos cariñosamente le llaman Manu, es un joven atleta con síndrome de Down que tiene un sueño: participar en los próximos Trisomes Games (competición deportiva que enfrenta a atletas con síndrome de Down) que se celebrarán en Antalya en 2020. «Tengo mucha ilusión. A ver si somos capaces de que vaya, ¿verdad, Manu?», afirma Manuel Guerrero, su padre, ante la atenta mirada de su hijo, que no puede evitar que se le escape una sonrisa.

Ganas e ilusión no le faltan a este andaluz que, pese a su temprana edad, cuenta ya con multitud de reconocimientos a nivel nacional y regional. Un verdadero logro para un niño que empezó a entrenar en unas pistas de rugby y que ha logrado, gracias a la lucha inquebrantable de sus padres, conseguir que en Málaga, provincia a la que se mudó con su familia en 2013, existan cada vez más competiciones que tengan adaptadas categorías de integración. «Todo esto ha sido una lucha. He mandado cartas a la federación andaluza, a la diputación de Málaga para intentar que hagan categorías que permitan su plena inclusión e integración. Él corría, lo hacía bien, pero su genética no es igual que la de otros niños. A él le daba igual quedar el primero o el último, pero queríamos conseguir que compitiera en igualdad de condiciones», cuenta su padre. Pese a ello, Manu sigue compitiendo tan feliz como siempre, sin frustrarse, consiguiendo el afecto de los corredores con los que participa y dejando claro que el que tenga una discapacidad no significa que no tenga capacidades para el deporte.

Hoy, toda esa lucha que iniciaron de la mano padre e hijo se está convirtiendo en una realidad gracias a la ayuda de Toñi Arroyo, coordinadora del deporte adaptado en Málaga. «Ella es nuestro lazo de unión para seguir sorteando obstáculos y abriendo puertas para este colectivo en el deporte inclusivo», señala Manuel Guerrero padre.

Asesorados por Toñi, con 13 años Manu se federa en FANDDI (Federación Andaluza de Atletismo de personas con discapacidad intelectual) y FEDDI (Federación española de atletismo de personas con discapacidad intelectual) y empieza a competir en campeonatos de atletismo en pista y de campo a través gracias a que su club, el Club de Atletismo Cártama, cambia sus estatutos para que el pequeño pueda participar en los distintos campeonatos que se celebran en Andalucía y en toda España.

Desde ese momento, son muchas las medallas que el andaluz se ha llevado al cuello, aunque para él la primera siempre será la más especial. «La de oro en Jaén es mi favorita», dice refiriéndose a la que consiguió en el Campeonato de Andalucía en la prueba de 200 metros lisos. «Sorprendió a todo el mundo. Nadie se lo esperaba. Era muy pequeño y los otros competidores estaban mucho más formados que él. Cuando lo vi en la línea de salida pensé: “¡Qué lástima mi niño!”», confiesa riéndose su madre que, de los nervios del momento, se grabó los pies.

No es de levantar los puños en alto cuando llega entre los tres primeros, él prefiere esperar a unos compañeros que también son un ejemplo de superación. «¿Has visto la película Campeones? Pues igual. Llegan a la meta y se abrazan todos. Aquí no hay maldad ni rivalidad entre ellos», afirma orgulloso su padre.

Para Manu, el podio no está hecho para diferenciar marcas. Encima de él, todos sus compañeros son igual de importantes. «A los que quedan segundos y terceros los subo conmigo arriba», añade el joven barbateño que ahora vive en Alhaurín de la Torre.

Su sueño, al margen de participar en unos Juegos Paralímpicos, no pasa por conocer a Messi o a Cristiano, como sí desearían la mayoría de niños de su edad. Lo que él más anhela es conocer a Héctor Arce, el atleta con síndrome de Down más rápido del mundo. «Sería la caña correr con él. De una zancada me deja atrás», comenta riéndose un Manu que muy pocas veces se pierde alguna de sus carreras.

La música es otra de sus pasiones y si no, que se lo digan a sus padres. «Cuando entreno en casa me pongo Rocky Balboa», dice el andaluz. Una melodía que le motiva bastante, aunque no sea de sus favoritas. «Flipo mucho», comenta refiriéndose a lo que siente cuando escucha a su verdadero grupo favorito, Fito y Fitipaldis. «Se sabe todas las canciones y la vida de Fito. Tiene todos los discos y un póster gigantesco en su cuarto. Hace unos años estuvimos a punto de conocerle en un concierto en Sevilla, pero tranquilo ¡que lo vamos a conseguir!», le dice convencido su padre. Manu no puede evitar emocionarse.

Aparte de la música, después de cada campeonato tiene un ritual que no le puede faltar. «Siempre después de una competición se come un pollo asado, le encanta. Es su recompensa», cuenta su padre. ¡Pero sin salsa! Grita desde el sillón Manu.

Su próximo desafío pasa por competir en el campeonato de España, donde nunca ha logrado el oro. «Hemos sido dos veces subcampeón en 200 metros, bronce en 100 metros y una plata y un bronce en longitud. Nuestra meta es ser campeón de España», añade un padre que confía plenamente en las capacidades de su hijo.

En esta historia de superación, coraje, valor y amistad, Manu nos enseña que lo bonito de esto no son todas las medallas que lucen resplandecientes en la pared de su habitación, sino que aquí lo más bonito es ser diferente. «Cuando corro me siento libre», dice.