Londres
Mireia compite como nadie
Subcampeona en 200 mariposa un año después de la plata olímpica. «No estoy muy contenta», dijo
El 1 de agosto de 2012 Mireia Belmonte era la mujer más feliz del mundo. Ganó la plata olímpica en 200 mariposa. Fue el primer podio de la delegación española en Londres. Un año después, ayer en el Sant Jordi, repetía metal en la misma prueba, pero su primera reacción y su rostro la delataban: «No estoy muy contenta». Fue lo primero que le vino a la cabeza cuando salió de la piscina y se quitó las gafas y el gorro. Mireia está convencida de que en los Mundiales no ha ganado una plata, cree que ha perdido un oro. Así es la mejor nadadora española de la historia, estaba segura de que podía ganar. La china Liu Zige subió a lo más alto del cajón con 2:04.59. Mireia ganó su segunda medalla en los campeonatos con unos enormes 2:04.78. Llegó a la final con la mejor marca de las ocho nadadoras y cerró la prueba con un nuevo récord de España y eso que no esperaba bajar de 2:05. Es lo que la hace más grande. Sus mejores marcas llegan en los momentos importantes. Cuando hay en juego cosas es cuando Mireia nada más rápido. La húngara Katinka Hosszu logró el bronce con 2:05.59.
Mireia es única. Con el calendario más apretado de los Mundiales –ya ha competido en cuatro pruebas–, se ha colado en tres finales, ha ganado dos medallas (plata en 200 mariposa y bronce en 200 estilos) y ha hecho un cuarto puesto (1.500 libre). Y todavía le quedan dos capítulos, los 800 libre –en Londres fue subcampeona olímpica– y los 400 estilos. Mireia llegaba a los 200 mariposa con la sensación de que podía hacer algo muy grande. Había dominado la semifinal con una autoridad desconocida y su puesta en escena fue perfecta. Se puso en acción antes que el resto de finalistas y llevó la carrera muy controlada desde el primer metro. El podio era cosa de cuatro, las dos chinas, la húngara y la española. Liu Zige, la gran favorita y con una plusmarca universal de otro planeta –2:01.81– lograda en 2009 con un bañador de poliuretano, tomó el mando a partir de los 100 metros. Hasta entonces se había mostrado contenida, como si regulara. La consistencia de Mireia le permitió resistir el primer envite de la china y mantuvo la segunda plaza sin problemas. Antes del último viraje, Mireia se puso a su altura y afrontó la última piscina con el mismo tiempo que la asiática. Ahí llegó el ataque definitivo de Liu Zige. El aguante de Mireia se prolongó hasta los últimos 25 metros. Su carrera fue extraordinaria. Volvió a batir su mejor marca en más de medio segundo y aventajó al bronce en 8 décimas, un abismo en esta distancia. «He disfrutado mucho nadando y eso es lo importante», aseguró ya con la medalla colgada del cuello y antes de dirigirse de nuevo a la pileta de la piscina. Porque una hora después de proclamarse subcampeona del mundo de 200 mariposa tocaba la final del relevo 4x200 libre. Allí estaban Melanie Costa y ella junto a Patricia Castro y Bea Gómez. El gen competitivo que han impregnado las dos medallistas es contagioso. Con Melanie en el primer relevo, España peleó por el bronce. Luego, ante varias de las mejores velocistas del mundo, España terminó quinta y lo hizo batiendo una vez más un récord nacional por más de un segundo. A ellas no se les puede pedir más.
Optimista pese al cansancio
Mireia Belmonte podría discutir a Dusko Ivanovic aquella sentencia del entrenador de baloncesto montenegrino en la que afirma que el cansancio no existe, que todo es cuestión de la mente. A la catalana se le van acumulando las pruebas en el cuerpo. «La recta final del Mundial será dura y el cansancio se va acumulando, pero soy optimista. El objetivo es entrar en la final de 800 libre y estar entre las ocho mejores. Cada día me levanto más cansada, pero intento dejar el cansancio a un lado y hacer mi trabajo», dice Mireia antes de su quinto reto en los Mundiales.
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