Motociclismo

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Él hizo posible el milagro del motociclismo español

Se atrevió a soñar con ser el mejor cuando sólo era un chaval que barría un taller de motos en Vallecas. Pertenece a la estirpe de los pioneros, como Santana, Ballesteros, Blume o Fernández Ochoa

Angel Nieto, en la moto en la que comenzó su largo historial en el año 1969, con la que consiguió 13 campeonatos del mundo y 23 campeonatos de España
Angel Nieto, en la moto en la que comenzó su largo historial en el año 1969, con la que consiguió 13 campeonatos del mundo y 23 campeonatos de Españalarazon

Se atrevió a soñar con ser el mejor cuando sólo era un chaval que barría un taller de motos en Vallecas. Pertenece a la estirpe de los pioneros, como Santana, Ballesteros, Blume o Fernández Ochoa.

El motociclismo español no sería lo que es hoy sin la figura de Nieto. Ángel pertenece a la estirpe de los pioneros del deporte nacional, un grupo de elegidos que surgieron de la nada para convertirse en campeones. Todos ellos se acercaron a la especialidad en la que luego fueron los mejores casi por casualidad. Santana y Ballesteros conocieron el tenis y el golf porque un buen día llegaron a un club para recoger bolas, mientras que el milagro de Fernández Ochoa en Sapporo resulta todavía inexplicable teniendo en cuenta el páramo que era el esquí en España entonces e incluso ahora. Sin ellos todo sería distinto... o no sería. Los títulos mundiales de Márquez, Lorenzo y Crivillé quizá no existirían sin aquel chico de Zamora que creció en Vallecas y soñaba con ser campeón mientras barría y limpiaba un taller de motos.

Se jugaba la vida en circuitos urbanos en los que las medidas de seguridad no iban más allá de unas balas de paja, mientras que los bordillos y las señales de tráfico aparecían amenazantes a la salida de cada curva. «Había lugares en los que estaba prohibido caerse», porque el resultado no podía ser otra cosa que fatal. Resulta curioso que un piloto que se jugó al vida en unas motos con un chasis de no más de 20 centímetros de ancho y unas ruedas de bicicleta, se haya quedado en un absurdo accidente de tráfico. Fue un héroe para los más mayores, aquellos que le vieron triunfar con derbi, pero es un referente para todos los que alguna vez han querido sera algo subidos en una moto.

«Él abrió las puertas a los que hemos venido después», recordaba ayer Márquez, confirmando que hasta los más jóvenes tienen muy claro de dónde viene todo en el deporte que practican. Marc habla de él con el mismo respeto y devoción que lo hacen Sergio García de Seve, Rafa Nadal de Santana y Gasol de Fernando Martín. Ellos están en lo más alto por sus propios méritos y porque otros, unos locos, rompieron una puerta que ni existía en una España en la que la estructura del deporte no era ni incipiente. Estaba el fútbol y después un desierto del que surgieron unos pocos mitos combinación de talento, inconsciencia, ilusión y atrevimiento. La edad de oro que ahora vive el deporte español no se explica sin nombrarlos y por eso el motociclismo va a llorar de una forma especial a su última pérdida. Lleva una mala racha la familia de las dos ruedas, que últimamente ha perdido a Salom y a Hayden. El recuerdo de todos ellos aparece en cada rincón de los circuitos en forma de pegatina, ya sea en el casco de un piloto o en el ordenador de un periodista. El «paddock» se acostumbra a vivir sin los caídos, pero lo de Ángel va a ser distinto. «Será un fin de semana complicado», decía ayer Maverick, que no conoció al Nieto piloto, pero sí al mito que se cruza con él antes de una carrera y le susurra: «Tú vales, chaval».