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Mundial de Atletismo

Noah Lyles y Melissa Jefferson-Wooden: Estados Unidos se adueña de los 200 metros en el Mundial de Tokio

Jefferson-Wooden logra el doblete, pues también se impuso en los 100, y Lyles suma su cuarto título en los 200, con lo que iguala a Usain Bolt

Noah Lyles logró su cuarto oro mundial en los 200 metros ASSOCIATED PRESSAP

Melissa Jefferson-Wooden sonreía con la bandera de Estados Unidos en sus hombros. Acababa de dar una exhibición en el Mundial de Tokio en los 200 metros, la prueba de la curva, sacando cuatro o cinco metros a la segunda clasificada, la británica Amy Hunt, y a la tercera, la jamaicana destronada Shericka Jackson. Su marca fue la octava mejor de la historia (21.68) y con ello lograba un doblete espectacular, pues también se impuso en los 100, prueba en la que fue bronce en los Juegos Olímpicos de París el pasado verano. En un año, se ha convertido en la reina indiscutible de la velocidad, y faltan los relevos, aunque no es lo más importante que ha hecho en su vida. Sí en las pistas, pero fuera, en 2018, cuando tenía 17 años, los médicos dijeron que era la donante perfecta de células madre de su médula ósea por una enfermedad de su padre que podía desembocar en una leucemia. No lo dudó. Melvin, su papá, ha podido disfrutar de sus éxitos. En su pueblo, Georgetown, en Carolina del Sur, que no llega a 8.500 habitantes, decretaron un día en su honor por el bronce de París, y la recibieron con un desfile. Esta vez la fiesta será todavía mayor.

La discreción de Jefferson-Wooden contrasta con el estruendo de Noah Lyles, el «heredero» de Usain Bolt, en cierta manera. Con su pelo rizado pintado de amarillo, sube las manos y grita. Todo es un homenaje a Dragon Ball, la serie de anime que tanto le gusta, y a su protagonista, Goku, que le inspira. Campeón olímpico de 100 metros, distancia que se le queda algo corta, en Tokio se llevó el bronce el pasado domingo en el hectómetro y lo recibió con una sonrisa, no como una decepción. Su distancia fetiche son los 200, y ahí estaba preparado para defender la corona mundial, que no pudo ganar en los pasados Juegos de París seguramente porque contrajo covid (fue tercero). A su derecha se situaba el jamaicano Bryan Levell, la nueva sensación caribeña, sobrado tanto en las series como en las semifinales, dejando la impresión de que tenía una marcha más. Un poco más allá, el también estadounidense Kenneth Bednarek, que siempre está; y a la izquierda el botsuano Tebogo, el campeón olímpico, escondido en las carreras anteriores, guardando fuerzas.

La competencia era tremenda y Lyles quiso meter miedo con sus 19.51 en semifinales. En la final, resopló y pegó un salto enorme hacia arriba con las piernas estiradas, la activación final antes del disparo. Salió regular, tenía a Levell como referencia, pero no le ganaba terreno. Es más, pasada la curva, el jamaicano mandaba por poco. Los cuatro aspirantes iban casi a la par en la recta final, una imagen preciosa, y en los últimos metros, cuando se pierde velocidad sí o sí porque el cuerpo empieza a entrar en crisis por el esfuerzo, quien se mantuvo más rápido fue Lyles, que parecía un león con la melena tirada hacia atrás por el viento. Rugió. De pequeño sufrió bullying y ha tenido problemas de salud mental, asma crónico, TDA... Pero todo lo ha superado para convertirse en el rey de la selva.

Lyles iguala a Bolt con su cuarto título mundial

El reloj detenido en 19.52, por delante de Bednarek, que sumó otra plata (ya tiene dos olímpicas y dos mundiales en los 200) y de Levell, que con 19.64 corrió más rápido que nunca en su vida. Tebogo fue cuarto con 19.65, un registro que le hubiera subido al podio en cualquier competición. Todo se decidió por nada. El nivel medio fue impresionante, pero el gran desafío de la plusmarca universal todavía queda lejos. Lyles dijo hace tiempo que podía superar los récords de Bolt. El jamaicano está en Tokio como espectador. «Está loco. Son sólo palabras», dijo la leyenda sobre la posibilidad de que batieran sus marcas, sus 9.54 en los 100 y 19.19 en los 200, a corto plazo. Lyles, que llegó a correr en 19.31 en 2022, ganó este oro en la capital de Japón con la séptima, en semifinales, y la octava, en la final, carreras más veloces de siempre. No pudo con el récord de Usain, pero sí sumó , sin fallo desde 2019, su cuarto título mundial consecutivo en el doble hectómetro, los mismos que el hombre más rápido de la historia. Con 28 años, puede ir todavía más lejos.