Mutua Madrid Open
Rublev: el tirillas descoordinado con una derecha que asusta al que Fernando Vicente convirtió en “top 10” y que ha derrotado a Alcaraz en Madrid
El jugador ruso entrena en Barcelona y lleva en el "top 10" de forma consecutiva (menos dos semanas) desde octubre de 2020
Andrey Rublev se convirtió en el segundo tenista capaz de ganar a Carlos Alcaraz en el Mutua Madrid Open. Lo hizo en los cuartos de final por 4-6, 6-3 y 6-2. El murciano había participado antes en tres ocasiones y sólo perdió en la de 2021, siendo todavía jovencísimo, contra Rafa Nadal. Después, ganó en 2022 y 2023. Había un enfrentamiento previo, en las Nitto ATP Finals de 2023, con victoria para el español por 7-5 y 6-3. Nunca se habían medido en una pista de tierra. Rublev ha recuperado en Madrid la confianza, con los triunfos ante Bagnis y Davidovich y especialmente este ante el número tres del mundo, después de una mala racha: perdió en el estreno en Barcelona (contra Nakashima), Montecarlo (Popyrin) y Miami (Machac) y sólo pasó un partido en Indian Wells (venció a Murray y sucumbió ante Lehecka). Justo antes de eso había disputado las semifinales de Dubái, de las que fue descalificado por gritar a un juez de línea. Parece que eso pudo afectarle, aunque después admitiera su error y pidiera perdón.
Rublev ha ganado 15 títulos en su carrera, uno de ellos en este 2024: Hong Kong, en enero; y uno de ellos Masters 1.000, Montecarlo en 2023. Lleva en el “top 10” desde octubre de 2020, salvo dos semanas en agosto de 2022 en las que cayó al puesto once. Su entrenador es Fernando Vicente, que en un entrevista con LA RAZÓN en 2020 desveló algunos aspectos del tenista, que tiene una de las mejores derechas del circuito. “Andrey era muy amigo de Karen [Khachanov] y en una gira por EE UU Rublev andaba perdido, que si un entrenador que si otro... Yo con Marcel [Granollers] lo había dejado porque estaba cansado de viajar, la verdad. Había nacido mi hijo y quería estar en casa. Entonces rechacé muchas ofertas, pero la de Andrey me atrajo, era un chico de 18 años, probamos, hicimos una gira de pista de tierra en Marrakech, dos o tres semanas de entreno en Barcelona y el chaval me cayó súper bien: vi que le encantaba el tenis y como que me motivé”, cuenta Vicente, que se ha convertido casi en un segundo padre para Rublev, que ahora tiene 26 años. “Con 18 años terminó número uno del mundo júnior y ya pensaron que todo iba a ser fácil, tenían unas cosas en la cabeza... La realidad es que cuando pasas a jugar con los mayores pues ya no eres uno y tienes que empezar a escalar otra vez”, dice sobre la crisis que atravesaba el jugador. “Era un tirillas. A ver, pegaba fuerte a la bola, pero se movía mal, descoordinado...”, narra cómo era en ese momento.
Demasiada autoexigencia
Con él fue creciendo hasta convertirse en uno de los tenistas importantes del circuito. Lo que todavía no puede frenar es la autoexigencia que tiene en la pista, los enfados consigo mismo cada vez que falla una pelota, los gritos, los golpes que se da a sí mismo con la raqueta: “De la manera que juega es un poco como es. En la pista es nervioso, también por la educación que tienen los rusos, que se les exige demasiado. Se junta un poco todo, su mamá también es entrenadora, una muy buena entrenadora, le apretaban mucho, tienes una familia detrás que te va viendo los defectos y a veces se hace pesado y acabas queriéndote ir de casa. Al principio estaban muy encima y luego han desaparecido, y ha podido volar un poco por libre”, desvelaba Fernando Vicente en 2020. “Los rusos son muy exigentes, muy perfeccionistas... Ya le puedes decir que ha jugado bien, pero se queda con lo negativo, son negativo con ellos mismos, buscan la perfección y eso a veces juega en su contra, para aprender, por ejemplo, a ganar jugando mal. El día que no estás, hay que intentar pasar y luego ya veremos. Eso les cuesta un poco, sí”, añadía. En el encuentro ante Alcaraz sólo tuvo una pequeña bronca con el juez de silla por una bola en la que pidió el Challenger, pero después borró el bote y el árbitro entendió que ya no había falta recurrir al Ojo de Halcón.
El trabajo físico
El físico fue otro de los aspectos que tuvo que trabajar: “Sufrió una fractura de estrés por culpa de su cuerpo. Para lo fuerte que le pegaba, su cuerpo no estaba preparado. Luego estuvo lesionado también dos meses por una lesión en la muñeca... Y bueno, es un tema de que si no estás preparado para dar el salto y competir cada semana, el cuerpo lo acaba pagando. Ahora [en 2020, recuerden, justo el curso en el que dio el gran salto al 'top 10'] yo creo que está más preparado, pero todavía le falta, hay que seguir trabajando en la parte física, porque le pega muy agresivo. Con las piernas le falta un poquito, está un poco descoordinado, entonces hay que ponerle mucho cuidado”. Todos esos aspectos ya los tiene más pulidos, aunque su cabeza le sigue exigiendo siempre más, supo calmar al demonio interior para derrotar a Alcaraz. También sabe lo que es ganar a Djokovic, además metiéndole un 6-0 en el tercer set (6-2, 6-7 y 6-0 en Belgrado en 2022), y a Rafa Nadal en tierra batida: 6-2, 4-6 y 6-4 en Montecarlo en 2021.
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