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Murray derriba la fe de Nadal

El británico vence al español en las semifinales de Madrid (7-5 y 6-4) en un partido en el que Rafa, que sólo hizo dos «breaks» de 13 oportunidades, siempre fue por detrás

Rafael Nadal
Rafael Nadallarazon

Ni el Nadal más cabezota, el que pelea todas las pelotas hasta el límite, el que recupera bolas complicadísimas, pudo con Andy Murray en las semifinales del Mutua Madrid Open. No fue el mejor día del español, que lo intentó, pero algún fallo a destiempo y un oponente al que el servicio le sacó de más de un apuro fueron suficientes para apear al ídolo de la Caja Mágica. Tan ídolo que el partido pareció en algún momento de la Copa Davis, con aplausos (no unánimes, eso es cierto) incluso cuando el escocés fallaba el primer saque. Fue un duelo de cabezas duras, de mucha tensión en el que el tenis ofensivo lo puso Murray. Comenzó el duelo como el día: nublado, algo apagado, pero desde el primer momento se vio que el español estaba como falto de energía en sus golpes, que no en sus piernas. También empujado por su rival, jugaba demasiado corto y apenas lograba incomodar al actual campeón del torneo, que cargaba su juego una y otra vez sobre el revés de Rafa. Tenía un plan el británico y tuvo paciencia para repetirle una y otra vez por esa zona. Él lograba los puntos y él los fallaba, y al cuarto juego ya logró una ruptura para ponerse 3-1. Pero el zurdo de Manacor no había dicho su última palabra. Sobrevivió Andy a un primer juego malo gracias a su servicio, pero después Nadal logró la ansiada ruptura, salvando pelotas en el último momento, cerrando todos los agujeros, corriendo de lado a lado. Logró colocarse 5-5 después de haber estado 5-2. La psicología parecía de su lado, la afición lo estaba claramente: «Rafa, Rafa», rugía la Caja Mágica. Pero Murray, tantas veces perjudicado por su cabeza, por sus continuas conversaciones consigo mismo, en esta ocasión se mantuvo estable, salvó su saque y arrasó después con un «break» en blanco para el 7-5 definitivo.

Se tomaron un descanso los dos jugadores. Se fueron al vestuario para volver con fuerzas. A la vuelta, se vio uno de los peloteos con más intensidad del choque y las dos primeras pelotas de ruptura salvadas por Murray. Fue la tónica de todo el parcial. Cuando tenía problemas, el saque acudía al rescate del británico. Dos bolas de «break» rescató en el 1-0. Tres para ponerse 3-2 y dos más para ponerse 5-2. En medio él sí logró conquistar el servicio de Rafa, a la primera, y también había dejado ya toda una exhibición de dejadas y buenos reveses. Al partido no le faltó ni la discusión entre el español y Carlos Bernardes, el juez de silla que tan por la calle de la amargura lleva a Nadal. Esta vez tenía razón el brasileño, aunque fuera por milímetros. Se disponía Andy a sacar para ganar: 5-3. Y falló la primera pelota de partido por apenas un dedo. También recuperó otras dos bolas más de ruptura. Era desesperante. Casi siempre fue el saque, aunque en un par de ocasiones Rafa perdonó restos ante el segundo servicio de su oponente, un golpe con el que flojea. Parecía imposible, pero a la novena del segundo set por fin llegó el «break». Esta vez la recuperación fue de 5-2 a 5-4. Lo más complicado parecía hecho para el manacorense. Así se veía también en las gradas: «Sí, se puede; sí, se puede», gritaban. Todavía faltaba un juego más para llegar a la igualada. Un pequeño esfuerzo, pero la derecha de Nadal se desajustó. Mandó dos fuera y, sobre todo, un remate fácil que le hubiera puesto con pelota de ventaja. Fue Andy quien se defendió de forma increíble esa vez para generarse otras dos oportunidades de ganar el partido. Lo logró a la primera. El público le reconoció su actuación con un aplauso. Como el año pasado, Murray fue el límite de Nadal en Madrid. A veces con las ganas no es suficiente. Los detalles (dos roturas de 13 oportunidades para Rafa, cuatro de seis para Andy) fueron decisivos.