Real Madrid
Y el Bernabéu estalló
El templo del Real Madrid pasó por todos los estados de ánimo posibles. El gol de Cristiano desató la locura y acabó con una tensión insoportable
La final comenzó pronto para el madridismo en los aledaños del Bernabéu. Como cualquier día de partido miles de Cristianos, así como algunas leyendas del Real Madrid, como Di Stéfano o Raúl, paseaban en las camisetas de los aficionados. El ambiente exterior ya hacía prever lo que se avecinaba dentro: un estadio a rebosar y con ganas de cantar otro título del Real Madrid. Les ayudó el humorista Miki Nadal, que se dejó la voz en el verde cantando los grande éxitos del equipo blanco. Desde el himno de la Décima hasta el famoso «Cómo no te voy a querer...». Ni a él ni a los aficionados le pesaron los oscuros nubarrones y la fina lluvia que asomaba al principio del partido. Hasta que el Bernabéu estalló con el gol de Sergio Ramos. El equipo de Zidane dominaba en Milán y en Chamartín la afición disfrutaba. Corría el minuto 26 de partido y la ola ya había hecho acto de presencia. El Real agarraba por un asa su copa fetiche.
Tras el descanso y el bocadillo de rigor, los aficionados, que casi llenaron el Bernabéu, se llevaron un susto, aunque respiraron aliviados al ver cómo Griezmann mandaba al larguero el penalti que Pepe había cometido sobre Torres. Pocos minutos después, con la lesión y sustitución de Carvajal, volvieron los aplausos.
A medida que se fueron descontando los minutos, los nervios se acrecentaron y para aplacarlos los gritos aumentaron hasta que empató el Atlético. Y el Bernabéu, que había permanecido inmune a la fría noche de Madrid, se heló. Le costó al público volver a meterse en el partido. El asa que tenían agarrada de la «Orejona» se había escurrido de las manos. Tocaba volver a empezar de nuevo, con 30 minutos de prórroga por delante. Por primera vez en la noche se empezaba a escuchar más el sonido ambiente de San Siro. En el descanso de la prórroga, Miki Nadal volvió a arrancar los cánticos. La noche iba a ser larga y con más nervios. Penaltis y el Bernabéu cantaba «Sí, se puede». En las pantalla se leían mensajes pidiendo un último esfuerzo: «Que se nos oiga en Milán» y «El equipo nos necesita». Nueve penaltis de máxima tensión sumieron en éxtasis al madridismo, que se encaminó a Cibeles. «La Undécima ya está aquí», clamaron.
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