Economía

Sólo un tercio de los españoles con empleo remunerado

Apenas algo más de 17 millones trabajarán a finales de este año, frente a 30 millones que no y 2,6 millones de empleados pagados por la Administración

Los autónomos pueden solicitar una prórroga de la prestación por cese de actividad
Los autónomos pueden solicitar una prórroga de la prestación por cese de actividadCristina BejaranoLa Razón

El paisaje económico español tras «el gran confinamiento» será desolador, trágico, casi apocalíptico. La fotografía de la realidad social también será tenebrosa, más propia de una postguerra, tras una contienda sin misiles, ni cañones, ni balas. El paro alcanzará un porcentaje histórico del 34% al final del segundo trimestre y el 61% de la población mayor de 16 años estará inactiva (8,9 millones de pensionistas incluidos) o engrosará el ejército de los desempleados. La magnitud del desastre se agranda al observar los números absolutos y si además se incluye en el cómputo a los menores de 16 años, unos 7,8 millones aproximadamente. España tiene 47,43 millones de habitantes, de los que solo 15,28 millones tendrán una ocupación remunerada –más o menos estable– cuando se prevé que finalice el actual estado de alarma. En otras palabras, cada español con trabajo, por cuenta ajena o propia, tendrá sobre sus espaldas el peso de mantener a otros dos. Un escenario que, si no se corrige con cierta rapidez, conduciría al país a la quiebra. «De peores hemos salido», era el título de un célebre estudio realizado para la desaparecida revista «Mercado» por Enrique Fuentes Quintana, el padre de los Pactos de la Moncloa. Eran los tiempos de la crisis de los años noventa del siglo XX, tras la Expo y los Juegos Olímpicos de Barcelona, que entonces se saldó con cuatro devaluaciones y un millón largo de parados más, cuando se pasó de 2,7 a 3,7 millones de parados, entre 1992 y 1994. Fuentes Quintana, tan invocado ahora por muchos que incluso ignoran su trayectoria, tenía razón entonces, aunque no está claro que ahora mantuviera el mismo optimismo. Nunca, como en estos momentos, tantos españoles han dependido de tan pocos.

La recuperación económica en «V», es decir tan vigorosa como la caída, con la que soñaba el Gobierno de Sánchez se ha esfumado como las ilusiones de tantos afectados por el Covid-19. Los datos son aterradores y las previsiones son más sombrías cada día y esbozan un panorama dantesco para España si no se actúa con acierto y rápido. El Banco de España advirtió la semana pasada, en un informe muy valiente, del peligro que la economía española se hundiera hasta un 13% en 2020. Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros), el otro gran «think-tank» económico español, le ha tomado el relevo y, en un informe titulado «El gran confinamiento de la economía española» calcula que la economía caerá un 18,6% al final del segundo semestre y el que el paro llegará al 34% de la población activa, algo que en números absolutos significa una cifra pavorosa de 7,87 millones de desempleados. Funcas está dirigida por Carlos Ocaña, antiguo secretario de Estado de Hacienda entre 2006 y 2011, cuando gobernaba José Luis Rodríguez Zapatero. El estudio, firmado por Raymond Torres y María Jesús Fernández, pone en solfa con elegancia las confusas y también extravagantes explicaciones ofrecidas por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, sobre los ERTE (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo) según las que no hay que considerar parados a los afectados por ese instrumento.

Los expertos de Funcas, como antes lo hicieron los del Banco de España, son contundentes: «En términos de EPA y de Contabilidad Nacional –escriben– los empleos afectados por ERTE se consideran ocupados, por lo que no se reflejarán en la tasa de paro. Así, se estima que esta se situará este año cerca del 19%, descendiendo el año próximo hasta el 17%. Si los trabajadores afectados por ERTE contabilizasen como desempleados, la tasa de desempleo en 2020 se situaría en el 24,4%». En pocas palabras, los afectados por ERTE no serán parados estadísticos, pero sí efectivos y en FUNCAS calculan que, tras el máximo del 34% al final del segundo trimestre, 2020 terminará con ese 24,4%, es decir, 5,65 millones de parados y siempre que no surja ningún otro imprevisto negativo. El escenario de final de año sería menos malo que a mitad de ejercicio, pero en cualquier caso si Torres y Fernández están acertados, 2021 llegará con 17,5 millones de españoles ocupados, 22,9 millones inactivos –casi 9 millones de pensionistas– y 7,8 millones menores de 16 años. Los porcentajes mejoran algo con respecto al peor momento, pero España todavía sería un país en el que dos terceras partes de la población dependen del tercio restante. La situación todavía será más dantesca en algunas zonas, sobre todo turísticas, y también en ciertas provincias de Andalucía y Extremadura en donde la población con un trabajo remunerado apenas llegaría al 20% del total.

Los expertos de Funcas –y tampoco los del Banco de España– abordan el asunto, pero una radiografía todavía más precisa del paisaje indica que de ese tercio de la población ocupaba y pagada, 2,59 millones son empleados públicos, ya del Estado, de las comunidades autónomas o de las corporaciones provinciales y locales. Más de la mitad de ellos, 1,59 millones, son funcionarios, a los que hay que añadir otros casi 600.000 considerados personal laboral de las Administraciones Públicas, mientras que los 560.000 restantes están contratados de forma directa, «más o menos a dedo», como señalan los críticos con la fórmula que, por otra parte, utilizan a discreción las administraciones de todos los partidos políticos. La magnitud del empleo público español, esos 2,59 millones, tiene su importancia, porque ya ha alcanzado una dimensión que, sobre todo en momentos de falta de recursos, elimina cualquier margen para que un Estado muy endeudado (1,2 billones) y con un déficit que podría superar los 100.000 millones, pudiera contratar más. Los peores momentos quizá hayan pasado al final de 2020, pero la tragedia económica y humana todavía tendrá reminiscencias bíblicas y aboca al país a un futuro sombrío si no se acierta desde ahora con las recetas. Si en los años noventa del siglo XX Enrique Fuentes Quintana pensaba que «de peores hemos salido» y el país salió adelante entonces, ahora tiene el inmenso desafío del hacerlo una vez más el día después del «gran confinamiento» de 2020. «Todo parece imposible hasta que se hace», decía Nelson Mandela, pero hay que hacerlo.