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Nueva oportunidad para la reindustrialización

La crisis hace más imprescindible este proceso que, desde algunos sectores económicos, se lleva reclamado durante años. Requerirá de planes de apoyo a la innovación y que impulsen la formación en perfiles profesionales más técnicos. Además, se deben fomentar ecosistemas de deslocalización y que se reparta por todo el territorio nacional

El encarecimiento de las materias primas continúa su escalada imparable en la Comunidad
El encarecimiento de las materias primas continúa su escalada imparable en la ComunidadCherie A. Thurlby

España ha apostado, año tras años, cada vez más fuerte por los servicios, presumiendo de cifras de visitantes y de gasto extranjero. Algo que nos hace más débiles ante la crisis derivada del coronavirus. No solo porque los bares, los restaurantes y el turismo vayan a ser los sectores que más tarde recuperen su actividad normal por el contacto humano que suponen. Además, esta experiencia nos dejará secuelas y la gente, posiblemente, no quiera tener de nuevo una vida social tan intensa como antes y los viajes se reducirán por el temor a rebrotes. En estas circunstancias, será necesario impulsar un nuevo modelo que recupere, cuanto antes, la economía y el empleo. Los expertos ya tienen una palabra subrayada en la cabeza: Reindustrialización.

A nadie se le escapa que este sector aumenta la competitividad, el nivel de inversión y la capacidad exportadora de una economía. Y, por lo tanto, genera un crecimiento mucho más equilibrado. Pero en España, aunque conozcamos sus virtudes, lo hemos descuidado. «El peso global de la industria en nuestro país es muy inferior al de otros de nuestro entorno de manera estructural. Además, su representación en el PIB español se ha venido reduciendo en los últimos años. Si en 2000 era del 18,7 %, en 2018 ha descendido al 16 %. En el caso de la manufacturera, la situación es más preocupante, ya que ha pasado del 16,2% al 12,6 % en el mismo periodo y su Valor Añadido Bruto (VAB) ha decrecido del 17,8 % en el año 2000 al 14 % en 2018», detalla la directora general de la Asociación de la Industria Navarra (AIN), Ana Ursua.

Sin embargo, el coronavirus ha servido para saber que este rumbo podría cambiar. Las empresas españolas han demostrado durante las últimas semanas que tienen capacidad de adaptabilidad. Han cambiado en cuestión de días su producción y su forma de trabajar para desarrollar artículos que ayudasen en la lucha contra el coronavirus. Por lo tanto, resulta evidente que las compañías pueden redirigir su actividad hacia la de las industrias que más esperanza de presente y futuro tienen en nuestro país.

Cifras de la industria manufacturera
Cifras de la industria manufactureraMiguel Roselló

Proceso

Para empezar, habría que apostar decididamente por los sectores subsidiarios de las industrias de primera necesidad y que, de esa manera, sufrirán menos el impacto de la crisis acuciante. Este es el caso de la agroalimentación. La gente seguirá comprando en los supermercados. Lo fundamental es que España impulse las industrias como las de empaquetado y embotellado, en lugar que los envases procedan del extranjero. Así, reduciremos el coste del producto final y, por otro lado, no dependeremos tanto de factores externos en un momento en el que el comercio internacional se ha debilitado a niveles sin precedentes en el mundo globalizado.

En el mismo sentido, Ursua afirma que «la reindustralización de España deberá contemplar el apoyo individual a los subsectores industriales existentes», y añade que es necesario «identificar nuevos sectores de futuro impulsando de manera trasversal los vectores críticos que requieren las economías más industriales».

Por su parte, fuentes de CEOE subrayan que el proceso de reindustrialización se debe llevar a cabo «reorientando nuestro modelo hacia aquellas actividades de futuro con mayor crecimiento potencial, que a su vez cuenten con mayor efecto arrastre, más intensivas en tecnología, con capacidad exportadora y que en la medida de lo posible, estén más alineadas con las prioridades europeas, como pueden ser entre otras, la transición energética hacia las energías renovables y la digitalización de nuestro tejido productivo, como palancas de competitividad del resto de actividades industriales».

En España contamos con el pilar fundamental para impulsar este proceso, que es tener una industria base comprometida con el país y con el progreso social, manifiesta el director general de la Asociación de las Empresas Productoras de Acero y de Productos de Primera Transformación del Acero de España (Unesid), Andrés Barceló. Para él, ahora es el momento de «elaborar un plan de impulso del consumo y la demanda interna, y para ello hay dos sectores clave porque reparten empleo por toda la geografía española, la construcción y la automoción».

Localización

El factor territorial es uno de los más importantes para apoyar este sector. Mientras los servicios como el turismo se concentran, principalmente, en las grandes ciudades que reciben visitantes, la industria tiene mayor capacidad de deslocalizar su actividad y repartirla por todo el país, siendo importante para reducir el efecto de la España vaciada. No obstante, también demanda unos requisitos mínimos para poder desarrollarse.

Ursua admite que «una nueva industria necesitará ser tecnológica e innovadora. Y para que esto pase y sea un éxito, hay que crear ecosistemas industriales: no es casualidad que las mayores concentraciones industriales en nuestro país se sitúen en regiones con altos niveles de innovación, con niveles de formación media avanzada y con políticas de apoyo claras de sus gobiernos autonómicos».

El ejemplo de Navarra es evidente. Era una región históricamente agrícola hasta que en la segunda mitad del siglo pasado se impulsó la industria y hoy es el territorio de nuestro país en el que el sector manufacturero tiene más peso en su PIB. El cambio se ha producido gracias «al apoyo desde el Gobierno de Navarra contando con la colaboración de agentes como AIN, mediante líneas fundamentales para un buen desarrollo de la Industria: planes de mejora de la competitividad, planes de desarrollo de personas y talento y planes de impulso a la innovación».

Gobierno

Los gobiernos regionales requieren del impulso del estatal, que juega uno de los papeles protagonista en la reindustralización. Su tarea se centra en dinamizar este proceso, ofreciendo las ayudas necesarias para el desarrollo de innovación y la adquisición de tecnología. Este último aspecto es especialmente imprescindible en España si queremos que la industria sea competitiva, pues en la media de la Unión Europea el peso de los subsectores con muy alta o alta intensidad tecnológica es mucho mayor que en nuestro país. Además, el Ejecutivo debe emprender una política eficiente de infraestructuras que puedan acoger industria en las zonas del país que más necesiten de este sector porque no cuentan con unos servicios competitivos.

Desde CEOE añaden que resulta fundamental, como siempre, el de apoyo directo a la empresa: «En lo que se refiere al primer reto de sostenimiento del tejido productivo, en estos momentos en los que muchas empresas tienen dificultades por falta de liquidez o por un menor acceso a la financiación; o cuando precisan de flexibilidad para poder realizar ERTEs y aligerar al mismo tiempo sus cargas económicas; es ahora cuando el papel de las administraciones es básico. Luego, si queremos darle un impulso definitivo a la industria, y a todos los sectores que arrastra, desde luego también seguirá siendo necesaria su cobertura cuando haya que impulsar inversiones o poner en marcha proyectos».

Empleo

También resultan imprescindibles planes de empleo adecuados, porque uno de los obstáculos que encuentra el impulso de la industria en España es que no hay suficientes perfiles profesionales vinculados al sector. Fuentes de CEOE aseguran que «lo que venía ocurriendo es que había un cierto desacoplamiento entre oferta y demanda de empleo. La formación de la población activa no siempre era la adecuada para cubrir vacantes. Defendemo la formación dual en la que la empresa pueda decidir qué perfiles necesita. Dicho esto, qué duda cabe que si la crisis económica se prolonga y la economía española experimenta transformaciones, la adaptación de los trabajadores requerirá de más formación, ya sea para pasar del sector servicios a otros o para encontrar nuevas formas o nuevos modelos de negocio dentro de esta actividad».

Incluso, desde la patronal añaden que pueden acabar absorbiendo mano de obra que, actualmente, está empleada en otros sectores.

Para que, en poco tiempo, los trabajadores turísticos o de la hostelería puedan optar a puestos en la industria, se requieren planes de estudio rápido, y eso lo ofrece la formación profesional. Sin embargo, en España hay un déficit de ésta, admite Barceló. Según él, se ha avanzado, pero no lo suficiente. Y destaca que la industria demanda una enseñanza continua más exhaustiva que se ha visto obstaculizada porque «el Gobierno se ha quedado con los fondos de formación que pagan las empresas y los trabajadores en sus cuotras de la Seguridad Social».

Personal cualificado

No obstante, ahora más que nunca al Ejecutivo le interesa cualificar a personal industrial porque este sector ofrece empleos más estables y mejor remunerados. De este modo, aumentaría la capacidad de ahorro de los españoles, que reclamarían menos ayudas públicas, y fomentaría el consumo interno para reactivar la economía.

Pero cuando se habla de perfiles profesionales industriales no se debe entender como se ha hecho tradicionalmente. Son completamente nuevos, pues el sector que se tiene que impulsar también es moderno.

«Sólo podrá ser digital y sostenible», comenta Ursua, «con una Industria 4.0. Es decir, deberá cumplir los niveles de productividad, innovación y eficiencia, exigida para ser competitiva independientemente del nivel de globalización que recuperemos tras la crisis. La tecnología ha estado presente, pero su implantación no ha sido lo rápida y eficiente como nos hubiera gustado porque los mercados, hasta ahora, tampoco lo han penalizado de una manera drástica. La productividad siempre ha sido un problema intrínseco en la industria española y la tecnología es ahora la clave para resolverla».

Más grandes, más fuertes
El proceso de reindustrialización conlleva un cambio de mentalidad de las empresas, del actual, tradicional e individualizado, a uno mucho más moderno, colectivo y colaborativo. La necesidad de innovar y gastar en tecnología requiere de presupuestos más abultados y, por lo tanto, de compañías con mayor capacidad económica y productiva (para poder mantener esos gastos en el tiempo). El problema es que en España el 98% son pymes sin demasiado margen de maniobra, así que tendrán que unirse, fusionarse, para poder permitirse involucarse en la Industria 4.0. Andrés Barceló subraya que “hay que lanzar planes de innovación porque en nuestro país tenemos pocas empresas grandes. Sin apoyo, no se le puede pedir mucho al director general de una pyme que es el mismo que abre y cierra la oficina”.