Economía
Unai Sordo, líder de CC OO: «Alemania ha movido más recursos y nadie les llama bolcheviques»
El secretario general de Comisiones Obreras asegura que «tiene que haber una desescalada en la financiación que hace el Estado en los ERTE»
Lejos de casa y de despacho en despacho, el secretario general de Comisiones Obreras no se queja en lo personal: «En el entorno familiar todo va bien por suerte». Al margen, las noches en vela, la crudeza de lo vivido y de lo que queda. Algo que «nos ha cambiado a todos, un baño de humildad».
–¿Comparte las críticas a la gestión sanitaria?
–Somos el país que ha tenido mas contagios entre los profesionales sanitarios, lo que indica un déficit enorme. La evaluación no puede ser positiva. Debe ser crítica, lo que lleva a replantearse el modelo sociosanitario.
–¿Han obrado con imprudencia temeraria las autoridades?
–Si todos estuviéramos a finales de febrero, claro que deberíamos exigir medidas. Se hacen valoraciones ventajistas.
–¿Tiene razón un trabajador para temer la desescalada?
–Se tienen que cumplir los protocolos de seguridad. Debe haber equipos de protección individual y pautas de trabajo por el volumen de gente que haya. Protocolos en los vestuarios, los desplazamientos... La manera de no tener miedo es tener medidas claras.
–El plan no ha contentado ni a las regiones ni a los autónomos ni hoteleros. ¿A ustedes?
–Nos toca ir adaptándonos a todos. Tiene que haber protocolos que se puedan cumplir en los centros de trabajo y la hostelería, como el uso de mamparas. Debe ser una adaptación sectorial y por empresas. Ahí es donde se irán negociando los acuerdos y donde los sindicatos tenemos voz. No es lo mismo una fabrica de coches que un bar.
–¿Complican las asimetrías el cumplimiento del plan?
–No es lo mismo un pueblo que una gran ciudad o trabajos con mucha aglomeración a otros más individuales. El objetivo es que la vuelta no conlleve destrucción de empleo. Por eso es crucial extender la cobertura de los ERTE y el teletrabajo. También facilitar la financiación o el aplazamiento de gastos fijos para que no derive en una crisis de solvencia. Necesitamos un «Plan Marshall» para que el virus no arrase el tejido productivo.
–¿Los hosteleros están que braman?
–No quiero jugar a los pronósticos, pero no creo que la hostelería y el turismo vayan a tardar mucho en ir recuperando la actividad. Sobre todo por aquello de la profecía autocumplida. La propia esencia de su actividad hace que su recuperación sea distinta. Un bar no va a poder estar abarrotado hasta que no haya un control de la epidemia. Tendrá que abrir con limitaciones, sin carta de mano en mano. Mil variables. Todos los sectores van a sufrir pero los sectores con demanda aplazada como la industria van a sufrir menos. La Semana Santa pasada ya no va a volver, pero un coche se puede vender más adelante. Es la estructura de país que tenemos.
–¿Qué espera a esos casi 5 millones de «parados temporales» atrapados en ERTE?
–Los ERTE tienen que contemplar la renovación por razones de fuerza mayor después del estado de alarma. El 90% de ellos son por fuerza mayor. Ese estado de alarma va a decaer pero hay sectores que van a seguir teniendo razones de fuerza mayor para no abrir. El Gobierno es consciente de esta situación y de que hay que hacer algo. Hay que estudiar cómo pasar parte de esos ERTE a causas organizativas y cómo les damos la suficiente flexibilidad para que las plantillas que no puedan pasar de 0 a 100 se vayan adaptando sin perder empleo. Es algo sencillo, porque hay muchas empresas en España que funcionan de forma permanente con un ERTE.
–¿Y la financiación?
–Hay que ver también hasta qué punto se siguen manteniendo los incentivos económicos para sacarlos adelante. El Estado aporta gran parte de las cotizaciones y eso tendrá que tener su desescalada.
–¿Es sostenible que el 40% de los españoles cobre un cheque del Estado?
–Si el Estado se hubiera inhibido, tendríamos arrasado el tejido productivo. Cuando se habla de «intervención bolivariana» o «bolchevique» hay que analizar que los recursos movilizados por el Gobierno no son más que los que ha puesto en marcha Alemania, donde gobierna el centro-derecha. Por supuesto que hay que volver a cierta normalidad, no puede ser que el Estado asuma el 70% del sueldo de 4 millones de trabajadores que están en un ERTE. Por eso hace falta un fuerte plan de impulso. En este sentido, Europa es decisiva, porque si no acabaremos peor que en 2011. O se blinda la deuda publica de los estados o esto no tiene salida. Necesitamos esa respiración asistida que habrá que retirar cuando se pueda.
–¿Vamos a un mayor intervencionismo del Estado?
–Hay que dotar de palancas de intervención a los estados. Reforzar, por ejemplo, la intervención industrial, porque puede haber una segunda oleada. Se ha montado una buena con lo que hemos dicho de la nacionalización de empresas pero, si hubiera un rebrote, no podemos depender de suministros de respiradores del extranjero. Y una empresa normal no produce un producto rentable cuando solo hay una pandemia. No se trata de nacionalizar una farmacéutica, pero si entrar en accionariado.
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