ERTE

¿Debemos mantener los ERTE?

Ahora mismo, haría bien el Gobierno en desoír las interesadas exigencias de patronal y sindicatos

Tanto los sindicatos como sobre todo la patronal poseen incentivos (perversos) aprorrogar indefinidamente los ERTE. Si nuestro país instituyera unos ERTE indefinidos, siempre que una compañía se sintiera lo suficientemente sólida como para navegar en la procelosas aguas de los mercados, podría simplemente solicitar el fin voluntario del ERTE. Si, en cambio, una compañía todavía no se sintiera lo suficientemente fuerte como para sobrevivir en las actuales circunstancias, podría mantenerse en un ERTE y trasladar la mayor parte del gasto salarial de sus plantillas al conjunto de los contribuyentes.

Alternativamente, si pusiéramos ya fin a los ERTE, las compañías que no fueran capaces de competir en el mercado se verían forzadas a reestructurarse, reduciendo su tamaño y despidiendo trabajadores (de ahí que los sindicatos también tiendan a observar los ERTE como un mal ciertamente menor frente al despido).

Pero que sindicatos y patronal coincidan en las bondades de los ERTE para ellos no significa que lo ERTE sigan siendo defendibles a día hoy. Esencialmente por dos razones. Primero, quien sale claramente perjudicado con los ERTE no son ni los empresarios ni los trabajadores que se acogen a ellos, sino los contribuyentes. Son los pagadores de impuestos quienes, en última instancia, tendrán que hacerse cargo de los sobregastos de los ERTE. ¿Debemos seguir cargando sus debilitadas espaldas acumulando más deuda para costear los ERTE? Segundo, y como ya hemos expuesto, mientras una compañía se halla inmersa en un ERTE, esa compañía no se reestructura o no se reestructura tanto como lo haría en ausencia de los ERTE (pues no siente presión por el lado de los gastos salariales). Eso significa que, cuanto más tiempo mantengamos los ERTE en activo, más tiempo tardarán las empresas a readaptarse al nuevo escenario que les va a tocar vivir.

Resulta del todo ingenuo pensar que, extendiendo los ERTE por más tiempo, conseguiremos que nuestro tejido empresarial y laboral regrese incólume a la situación previa a la crisis del coronavirus. No lo hará porque, entre otras razones, los patrones de demanda de los ciudadanos van a cambiar y, en consecuencia, el tejido empresarial y laboral también tendrá que cambiar para adaptarse a esos nuevos patrones de demanda. Mantener en vigor los ERTE durante mucho más tiempo tan sólo equivaldrá a un despilfarrador subsidio estatal hacia modelos de negocio obsoletos.

En definitiva, puede que durante unos pocos meses los ERTE estuvieran justificados para contrarrestar la inmediatez del “shock” de oferta que nos tocó vivir (aunque resultaban cuestionables incluso en ese contexto), pero desde luego ya no lo son. De ahí que, ahora mismo, haría bien el Gobierno en desoír las interesadas exigencias de patronales y sindicatos: descarguemos de esa pesada losa al contribuyente para permitir que la economía se readapte.