Economistas
María-Carmen Guisán ( A Coruña, 1947) ha sido pionera en muchas cosas. Profesora emérita ad honorem de la Universidad de Santiago de Compostela, fue la primera doctora y catedrática de Economía de Galicia. Entonces era una «rara avis» en un mundo copado por hombres. Todavía recuerda cuando abandonó su tierra natal para ir a estudiar la carrera de Economía a Bilbao (entonces solo se podía estudiar, además de en la capital vizcaína, en Madrid y Barcelona). Allí, se encontró una facultad en la que las mujeres estaban en clara minoría, apenas 25 frente a un total de 500 hombres. Pese a ello, nunca se ha sentido discriminada por su condición de mujer, aunque sí como investigadora (como el resto de este colectivo en España).
Guisán lamenta las innumerables trabas que se pone a la investigación en España y la flagrante falta de recursos que es especialmente dramático en el caso de las ciencias económicas. «Me he sentido mucho más marginada por la Administración que por mi condición de mujer. He llegado a trabajar 90 horas semanales, sin cobrar ni una hora extra, porque, además de investigar, me tenía que dedicar a labores administrativas del personal que no tenía. Imagínese hasta qué punto llegaba el absurdo que me llamaban las secretarias de mis alumnos cuando yo no tenía a nadie que me cogiera el teléfono, y todo eso sin olvidarme de mis tres hijas. España nunca ha ayudado mucho, y menos a la periferia», lamenta.
Mucho talento
Pese a las dificultades, Carmen Guisán es una de nuestras más relevantes investigadoras económicas en la base de datos Ideas-Repec, que organiza los rankings de los mejores economistas del mundo por el número de referencias en publicaciones académicas. De hecho, es la única mujer, junto a la Carmen Reinhart (vicepresidente del Banco Mundial) que se encuentra entre los 100 economistas más leídos. Y es que, debido al poco interés que consideraba había por su trabajo en España, optó por centrarse en la investigación internacional, logrando tanto su equipo como ella conseguir muy buenos resultados con publicaciones muy leídas.
«Es muy triste porque en España hay mucho talento. Los investigadores, en especial las mujeres, no queremos grandes homenajes, solo con no estar marginadas nos conformamos. Se habla mucho de corrupción política, de enriquecerse a costa de un puesto determinado, pero nos olvidamos de otro tipo, que es la que realiza la Administración cuando margina a la gente y no le asigna los recursos justos, lo que les provoca un daño moral y económico. No pedimos tanto al Gobierno, solo que ponga unas condiciones de apoyos normales».
Un mundo mejor
Aunque jubilada de su actividad docente, continúa manteniendo una actividad frenética. Es la presidenta de la Asociación de Estudios Euro-Americanos de Desarrollo y directora de las revistas internacionales de investigación económica que publica dicha asociación, y no deja de lado ni un momento su labor investigadora. «Ahora, estoy inmersa en un trabajo sobre el tercer mundo». Y es que si algo tiene claro Guisán es que la ayuda al tercer mundo es fundamental no solo en términos de solidaridad, sino para que nuestro progreso no se vea debilitado.
«Si me hice economista fue porque siempre me ha preocupado la pobreza en España y en el planeta. Pensaba que con la investigación podía contribuir a crear un mundo mejor organizado con más oportunidades y, sobre todo, para las mujeres. Aunque en un principio pensó en dedicarse al cine, una visita a casa de un amigo de sus padres le hizo cambiar de ideas. «Recuerdo que tenía libros de Economía. Empecé a ojearlos y aquello me fascinó, por lo que decidí abandonar mi idea de ser directora de cine, eso y que no creo que hubiera tenido mucho futuro», bromea.
Carmen Guisán denuncia la falta de visibilidad de las mujeres economistas. Aunque cada vez hay más directoras de tesis, decanas, catedráticas e, incluso, rectoras, lo cierto es que todavía no tienen la misma visibilidad que los hombres. «Las mujeres, en general, son menos ambiciosas y no se autopromocionan tanto como los hombres y, en la mayoría de los casos, prefieren centrarse en labores de coordinación interna que estar dando la cara. Lo importante es que sepan en todo momento defenderse para que no se las margine y se reconozcan sus méritos», indica.
Pese al poco apoyo a las mujeres, Guisán destaca que hay muchas investigadoras relevantes. Y es que, aunque cuentan con menos fondos para desempeñar su labor, están al mismo nivel que otros países europeos que cuentan con bastantes más recursos.
Lo que sí detecta es una notable falta de difusión del trabajo de las economistas. «Vemos todos los días en medios a los que se hacen llamar “gurús económicos” (que luego no tienen ni una publicación internacional) y no se da voz a aquellos que realmente saben, pero entiendo que hoy vende más el “economistas espectáculo”», añade.
Como docente, a su juicio, el mito de que la educación en España es mala no es cierto. «La enseñanza en España es buena, está a niveles de países de la OCDE. Hay tres comunidades autónomas que bajan la media (Canarias, Andalucía y Extremadura), por lo que habría qué analizar qué está pasando en esas zonas, si el nivel cultural familiar es bajo o hay un elevado porcentaje de niños extranjeros que prácticamente no hablan del idioma. Puede que la educación finlandesa esté en los primeros puestos, pero es que con niños de clase media acomodada todo es más fácil», destaca.
Economía española
En cuanto a la economía española, considera que tiene, sin duda, un problema de fondo, y es que abandonó el crecimiento industrial, como también lo han hecho otros países Europeos, a excepción de Alemania.
En su opinión, la globalización se entendió mal. «En lugar de globalizar el bienestar, lo que hicimos fue llevarnos fuera lo bueno que teníamos. La consecuencia es que España ha perdido un 40% de su capacidad de producción industrial. No ha habido ni un solo partido político que haya dado un apoyo claro a la industria porque en España tendemos a mantenernos en el problema en lugar de resolverlo. Aquí, siempre tardamos más en responder porque nuestro sistema político es muy bloqueante. Eso es debido también a la partitocracia imperante en los partidos políticos, en el que el líder controla hasta el candidato de la aldea más pequeña de Galicia», explica.
A su juicio, el sistema electoral se tendría que mejorar para darle más protagonismo al ciudadano. En este sentido, llama la atención sobre los índices de Voz del Ciudadano que difunde el Banco Mundial, que indica el grado en que se sienten representados, y éstos no hacen más que deteriorarse en España desde 2000.
«Hemos bajado mucho y también en otras encuestas europeas. Si hay un sentir general de millones de personas, es porque algo está fallando. No es que los políticos sean malos, porque hay mucha gente buena, el problema es que las cúpulas de sus partidos ni los escuchan. Tiene que haber una mayor fluidez de comunicación y, especialmente, de los economistas de los partidos. La Transición fue posible por el buen entendimiento que hubo entre ellos. Y es que los programas económicos son muy importantes», concluye Guisán.