Conflictos laborales
70.000 millones de euros: el coste del absentismo para las empresas
Ya sea por estar con fiebre, con el termómetro bajo el brazo; descomponiéndose sobre la taza del váter, con gastroenteritis; o tumbados boca abajo sobre la camilla del fisioterapeuta con un dolor cervical que incapacita e invalida por completo... El caso es que la recuperación económica ha disparado el absentismo laboral. De hecho, un informe publicado por Adecco ponía de manifiesto que en 2016 repuntó por tercer año consecutivo hasta situarse en el 4,88%, un nivel preocupante –semejante al de 2009– al superar el ritmo al que crece la economía.
Preocupante, además, porque el coste del absentismo laboral no resulta nada desdeñable. El año pasado, en el que se produjeron 4,5 millones de procesos de Incapacidad Temporal por Contingencias Comunes (ITCC), escaló por encima de los 76.000 millones de euros. De ellos, la «factura» que dichas bajas laborales representaron para las empresas superó los 6.270 millones de euros, a los que habría que sumar el coste de oportunidad –los bienes y servicios que se dejaron de prestar o producir–, que ascendió hasta casi los 64.000 millones de euros. Por otra parte, se añadirían más de 6.600 millones en términos de prestaciones económicas de la Seguridad Social, un 10,37% más que en 2016.
Desde la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT) explican que el mal comportamiento de los indicadores de gestión del absentismo por ITCC se vio el año pasado extremadamente agudizado, por un lado, por el incremento del 6,72% del número de procesos iniciados y, por otro, por el aumento de casi el 4% de la duración media de los procesos en el caso de los trabajadores por cuenta ajena.
Principales impactos
Los expertos de AMAT revelan que los principales impactos del absentismo laboral en las empresas pueden ser, fundamentalmente, económicos –con posibilidad de calcularlos de un modo más o menos preciso–, pero también organizativos, los cuales son bastante más difíciles de cuantificar.
Respecto a los primeros, destacan las prestaciones económicas a las que tiene derecho el trabajador durante un proceso de baja, cuyo pago corresponde a la empresa desde el cuarto al decimoquinto día de la baja –la cuantía de la prestación equivale al 60% de la base reguladora del trabajador–. Asimismo, recuerdan los complementos y mejoras de pago obligatorio por la empresa, que puedan estar recogidos en los convenios colectivos o, voluntariamente, el empresario podría optar por ellas –y que podrían llegar a complementar hasta la totalidad del salario del trabajador–.
De forma paralela, para calcular la factura que pasa el absentismo a las empresas habría que sumar las cotizaciones sociales que asume la compañía por el trabajador empleado, independientemente de que esté o no dado de baja, y que equivalen, de media, al 32,10% sobre la base reguladora del empleado.
Pero por otra parte, desde AMAT recuerdan que existe un coste empresarial indirecto, que asume la compañía al tener que sustituir a un empleado y sufragar los gastos que este proceso lleva asociados hasta que su productividad resulte equivalente a la del trabajador que ha causado baja por ITCC. A todo ello también habría que añadir el impacto que origina en la organización, obligando a buscar un candidato con el que sustituir al empleado que esté de baja, formarlo para su rápida adaptación al puesto... Aunque, en buena parte de las ocasiones, durante la baja de uno de los empleados el resto de compañeros sufre una sobrecarga de tareas que, a su vez, puede implicar pérdidas y deterioros de la calidad de los servicios ofrecidos.
En definitiva, señalan desde AMAT, unas circunstancias que, sin duda, pueden afectar al clima laboral de la plantilla o de parte de ella, y que repercuten en un descenso de la productividad para la empresa. El impacto de estas bajas, además, no resulta igual en unas empresas que en otras. Y es que esta afectación es mayor cuanto menor sea el tamaño de la compañía en cuestión o cuanto más elevado sea el porcentaje de empleados con menores sueldos.
Calcular el coste
Si bien es cierto que las pequeñas y medianas empresas suelen sufrir menores niveles de absentismo que las grandes compañías, no es menos cierto que cualquier empresa, más allá de su tamaño, debería tener muy en cuenta y calcular su coste para, de esta manera, poder emprender una corrección eficaz y, no menos importante, hacerlo antes de que sea tarde y el problema se agrave.
Y es que entre todos los costes en los que incurre una empresa, sea del tamaño que sea, siempre destaca el de sus recursos humanos, tan íntimamente ligado a la productividad. Así, tal y como señalan desde AMAT, cuanta mayor sea la información que maneja el empresario en ese sentido, mayor será también la capacidad de reacción ante la ausencia de empleados de su puesto de trabajo.
De igual forma, las pequeñas empresas que no tienen el suficiente músculo financiero como para contar con un departamento específico de Recursos Humanos se hallan en una posición de desventaja en lo referente a este conocimiento. Y precisamente por ello, AMAT ha desarrollado la «Calculadora de Coste de Absentismo Laboral por Incapacidad Temporal por Contingencia Común», firmando un convenio con la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme) para que la ponga a disposición de los empresarios.
Efecto «miedo»
Cuanto peor vaya la economía menor será el nivel de absentismo. Y viceversa. Es decir, se trata de un fenómeno que se reduce en las épocas de crisis y repunta en los periodos de recuperación. De hecho, con el PIB creciendo por encima del 3%, los expertos aseguran que en la actualidad se ha disipado el efecto «crisis», también denominado «miedo», que se refiere a la reducción del absentismo motivada por las decisiones de muchos trabajadores de no ausentarse
del puesto de trabajo por el temor a perderlo.
En este contexto, desde AMAT sostienen que en los momentos más profundos de la crisis económica la reducción de los indicadores de ITCC fue explicada, por un lado, por el miedo de los trabajadores a perder su empleo; y, por otro, por la reducción de un uso indebido de la prestación. Pues bien, las mismas fuentes apuntan la más que probable posibilidad de que esos factores se hayan invertido y de que sean los que, desde 2013, se encuentren detrás del significativo incremento del absentismo por ITCC en España.
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