Economía

Cerviglas, 35 años transformando las ciudades con el vidrio en todo el mundo

La empresa valenciana es la tercera en su sector en el ámbito nacional y la primera de la Comunitat.

El gerente de Cerviglas, Vicente Cervera, posa en las instalaciones de la empresa
El gerente de Cerviglas, Vicente Cervera, posa en las instalaciones de la empresalarazon

La empresa valenciana es la tercera en su sector en el ámbito nacional y la primera de la Comunitat.

La Ciudad de las Artes y las Ciencias y el Oceanogràfic de Valencia, el nuevo Hospital La Fe de Valencia, el Museo de Bellas Artes de Pamplona, conglomerado de viviendas bioclimáticas en Oxford (Reino Unido), Palacio de Exposiciones y Congresos de Malabo (Guinea Ecuatorial), hoteles en Baleares y Canarias, Edificios emblemáticos en Argelia y Marruecos, la Ciudad Administrativa 9 d’ Octubre de Valencia...

Todos esos proyectos, entre innumerables, han sido ejecutados por Cerviglas, una empresa valenciana con su planta de producción en Turís, cuyo creador, Vicente Cervera, ha evolucionado hasta convertirse en la tercera en el sector del vidrio dentro del ámbito nacional y la primera de la Comunitat Valenciana, con una plantilla de 105 trabajadores y facturación de 12 millones de euros anuales.

Se da la circunstancia que este año celebra la efeméride de sus 35 años de historia, tras capear con éxito la crisis económica y remontarla con vigor.

Los orígenes de esta entidad, familiar como muchas de la Comunidad Valenciana, se remontan a 1982, cuando su gerente, Vicente Cervera, tenía solo 19 años y se dedicaba a montar persianas. Aprendió a instalar los vidrios porque así se lo pedían los constructores de su pueblo con los que trabajaba. Encontró una oportunidad de negocio y decidió constituir una empresa con su cuñado, José Cervera. En 5 años contrataron al primer operario que aún está en la plantilla.

Fueron aumentando el número en dos a tres al año. En 1996 ya sumaban 40 personas y fueron creciendo hasta 2008, cuando llegó la crisis y «el trabajo desapareció de la faz de la Tierra».

En la actualidad está compuesta por 105 personas y este año recupera por fin las cifras anteriores la recesión a la que sobrevivieron «a base de trabajo, innovación y con una estrategia de expansión». Optaron por dejar de ser instaladores de vidrio y se centraron únicamente en transformarlo en todos los productos finales posibles.

Reconvirtieron a los trabajadores y ampliaron el ámbito de fabricación al resto de España y al extranjero. Francia, Alemania, Inglaterra, países de África como Marruecos, Argelia, Camerún, Guinea Ecuatorial o Costa Marfil y de Sudamérica como Perú o Chile. También han realizado obras en el Caribe a través de empresas españolas que están trabajando allí. Su carta de presentación son los centenares de obras en las que el vidrio es el protagonista.

El pilar, innovar

Son tantas que a Cervera le cuesta decir si tiene predilección por alguna. Sin embargo, admite que se siente especialmente orgulloso por el último galardón que recibió, el Premio Nacional de Arquitectura, en la categoría de solución en vidrio.

Cerviglas cuenta con un departamento de I+D en el que se trabaja de manera continua por mejorar uno de los asuntos que «más preocupa a la humanidad, conseguir mejorar la eficiencia energética para reducir las emisiones de dióxido de carbono». Asegura que el vidrio es uno de los productos sobre los que más se investiga y destaca los grandes avances conseguidos.

Vidrios que protegen de los rayos solares y, por tanto, hacen que se gaste menos aire acondicionado o que actúan como aislantes acústicos. También mucho más seguros, antibalas, antillamas, curvados o como solución arquitectónica, decorados con impresiones digitales y pinturas. «No hay nada que no podamos hacer y servimos desde el cliente más pequeño al más grande».

Cervera insiste en las cualidades del vidrio. «Es un producto que no envejece y cuando se rompe se puede reciclar. No contamina. Todavía no se ha encontrado un sustituto».

Con vistas al mañana

Tanto él como su socio miran ahora con tranquilidad el futuro de su empresa. Sus hijos han conseguido una formación universitaria a la que ellos no pudieron acceder y comienzan a implicarse en ella. Cervera no llegó a cursar estudios superiores y ha ido aprendiendo a base de mucho esfuerzo. «Solo llegué a BUP, pero no paro de aprender». Confía en que con su experiencia y los conocimientos de los que vienen detrás la empresa marche por buen camino. «Pasito a pasito y con los pies plantados en el suelo».

Defiende también la importancia de conformar una empresa en la que el trabajador se sienta a gusto. «Nosotros no les llamamos operarios, sino compañeros. Todos tienen voz y voto. Escuchamos a todos. Estamos orgullosos de ser una gran familia. Cuando nos tenemos que apretar el cinturón, nos lo apretamos todos».

El futuro no está escrito, pero confía en que 2017 sea el año de la consolidación y sobre todo que no se vuelvan a repetir los errores del pasado. «Todos fuimos engañados y participamos de la crisis. Caímos en la tentación».

Lamenta que no sea fácil ser empresario y en cualquier caso, reivindica la fortaleza de una empresa que no ha recibido nunca ayudas públicas, al contrario de lo que sí ocurre en otras autonomías. «¿La clave del éxito? Luchar, mucho esfuerzo y sacrificio».