Cuentas saneadas para financiarse

Una consecuencia de la crisis ha sido la incertidumbre y la desconfianza de los inversores en que las empresas y los estados pudieran devolver las deudas contraídas debido a la caída de las ventas y al descenso de la recaudación tributaria junto al aumento del gasto público para asistir a un creciente número de ciudadanos en situación precaria. España sufrió esta incertidumbre, y también la especulación, desde mayo de 2010, cuando se inició la escalada de la prima de riesgo de la deuda pública –abandonando un diferencial de 100 puntos básicos– y privada. Más inquietante fue que algunas de estas tensiones en la deuda coincidieron con las fechas previas a la aprobación por el Gobierno de España de medidas dolorosas para los ciudadanos a cambio de obtener el apoyo financiero de las instituciones europeas. Es comprensible el desgaste que han sufrido los gobiernos anterior y actual para ejecutar las medidas de austeridad que se nos «recomendaban», incumpliendo en varias ocasiones sus respectivos programas electorales, lo cual ha propiciado que fueran criticados y ha deteriorado sus bases electorales. Debe de ser difícil perseverar con medidas de ajuste cuando contemplamos recesión, cierre de empresas, aumento del paro y una escalada en la prima de riesgo, que alcanzó el 24 de julio de 2012 su máximo de 637 puntos, con apelaciones al Gobierno para que pidiese el rescate de la economía. Afortunadamente, la prohibición de las operaciones especulativas en Bolsa decretada dos días antes, los avisos del gobernador del BCE de que respaldaría el euro y la gira del ministro de Economía buscando apoyos lograron relajar la prima. Esa tendencia a la baja se va consolidando y nos ahorraremos este año unos 5.370 millones en intereses de la deuda pública, que se presupuestaron en 38.660 millones. Confiemos en que mejoren la economía y el empleo, y en que sigamos obteniendo la confianza de los mercados.

Secretario general de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha)