Macroeconomía
EEUU golpea el crecimiento de la economía europea
Se encarecerán productos como los vehículos, la ropa o los destilados. Europa baraja una lista de productos de EE UU a los que imponer aranceles, como el Bourbon, las Harley Davidson o los Levi´s
Su decisión de imponer aranceles a las importaciones tendrá consecuencias en los consumidores. Se encarecerán productos como los vehículos, la ropa o los destilados, entre otros, por lo que se pone en riesgo la estabilidad de la inflación y el crecimiento de la economía mundial.
Donald Trump tiene muchos defectos, pero no se le puede negar que cumple su programa electoral, para desgracia de muchos. Las amenazas que lanzaba durante la campaña bajo el lema «América primero» se han ido haciendo realidad y el presidente de Estados Unidos no ha parado de sumar enemigos como Corea del Norte o América Latina al completo. El magnate ha sacado de nuevo su fusil cargado de las promesas proteccionistas que votaron los estadounidenses y ha apuntado directamente a la Unión Europea, con la que ha iniciado una guerra comercial al imponer a las importaciones de acero un arancel del 25% y a las de aluminio, del 10%.
La directora general de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF), Isabel Giménez, señala que «históricamente, el proteccionismo ha profundizado las crisis económicas, y dificultado el crecimiento. El proteccionismo es una política de “amenazas y castigos asimétricos” y no es recomendable bajo ninguna circunstancia; suele ser un error político e histórico. Hoy por hoy, una guerra comercial entre EE UU y UE tendrían nefastas consecuencias y solo habría perdedores».
El argumento de Trump para tomar estas medidas es preservar la seguridad de la economía estadounidense. En el caso del acero –que es el más flagrante–, según él, su sobreproducción a nivel global ha provocado un efecto llamado «dumping», es decir, que se vende por debajo de su coste. Los nuevos aranceles anunciados por el peculiar presidente intentan evitar este fenómeno del que se señala como principal culpable a China –que a su vez es su gran competidor por el liderazgo de la economía mundial, en la que EE UU pierde cada vez más peso en favor del gigante asiático, como indican las previsiones del Fondo Monetario Internacional–. Este país pasó de generar en 2001 el 3,84% de acero crudo en todo el planeta al 52,03% en 2014, según la International Stainless Steel.
«Su decisión está justificada en las conclusiones del “Informe 232” de la Secretaría de Estado de Comercio en el que se destaca a China como “gran responsable” del exceso de acero en los mercados internacionales, ya que “sólo en un mes produce lo mismo que EE UU en todo un año, y a precios más bajos”, seguida por Brasil, India, Rusia y Corea del Sur», comenta Giménez. Pero los daños de los gravámenes van más allá de afectar a la nación dirigida por Xi Jinping, y Europa se llevará un duro golpe del proteccionismo de Trump.
Récord de exportaciones
Las cifras, sin embargo, muestran que el Viejo Continente tiene más razones que EE UU para defender el valor de su producción interna con aranceles. El presidente de la asociación europea del acero (Eurofer), Geert Van Poelvoorde ha admitido que en 2017 Europa registró un récord de 40 millones de toneladas de acero importado, mientras que Estados Unidos recibió 35 millones de toneladas. En cuanto a las exportaciones, Eurofer apunta que el año pasado los países europeos vendieron 30 millones de toneladas de acero al extranjero, de las cuales cinco millones tuvieron EE UU como destino.
Ahora, esa inmensa cantidad de esta materia clave en la industria siderúrgica, sufriría un gravamen del 25%, resaltó Poelvoorde. Los países que importaban acero a EE UU, intentarán esquivar este arancel, lo que provocará una desviación de las importaciones a Europa. La Eurofer, de esta manera, calcula –a la baja– que tal trasvase sea de hasta 13 millones de toneladas. Tantos movimientos tendrán sus consecuencias. Si Europa recibiera más acero del exterior, tendrá que rebajar su producción para controlar el «dumping» interno, y el empleo en este sector puede sufrir efectos negativos. Una coyuntura que se repetiría también en el aluminio.
La amenaza arancelaria de Trump se ha dejado notar en las bolsas desde el primer día. El 1 de marzo fue el día en el que el presidente de Estados Unidos abrió fuego al anunciar sus intenciones, y al día siguiente, viernes, los mercados europeos cerraron con pérdidas. El Ibex 35 bajó un 2,13%; el Dax 30 alemán un 2,27%; el Cac 40 un 2,39%; el Ftse 100 británico un 1,47% y el Euro Stoxx 50 (conjunto de 50 grandes empresas de la eurozona), un 2,19%. Si en Europa las palabras de Trump resultaron una debacle, en EE UU las empresas del Dow Jones que incluyen las del acero o el aluminio, las celebraron. En las siete sesiones siguientes, General Electric y Procter and Gamble han subido más de un punto; Coca-Cola casi un 1,5; Intel un 3,2, y Microsoft un 4,7.
Las empresas españolas del sector de las materias primas que coticen en Bolsa y exporten a EE UU verán dañadas sus acciones. «Por ejemplo, Acerinox produce el 60% de su Ebitda en EE UU y Tubacex tiene su actividad diversificada, así que no sufre un impacto negativo en su cuenta de resultados, mientras que Arcelor Mittal exporta el 20% a EE UU. Esta se ha visto afectada más negativamente y sus cotizaciones ya están descontando los efecto», manifiesta Isabel Giménez.
Inversores
La guerra comercial que se avecina, no obstante, es «un riesgo secundario para el inversor español», subraya Giménez, porque «el peso del comercio mundial sobre el PIB no ha recuperado los niveles previos a la crisis de 2008; pero si se pone en marcha lo anunciado por Trump, estos efectos llegarán, desatando un terremoto económico global con indudable repercusión en la bolsa y la deuda. Elevar las barreras al comercio es negativo para el crecimiento, y puede neutralizar los beneficios potenciales de elevar la producción doméstica».
Europa ya ha reaccionado para intentar paliar el daño que puedan sufrir las empresas del continente, iniciándose una guerra comercial. En el intercambio de disparos, la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, ha afirmado que los países miembros de la CE ya están discutiendo una lista de productos estadounidenses a los que imponer un arancel.
En la lista de la UE se incluyen marcas históricas del país norteamericano (para darle donde más le duele al magnate) como el whisky Bourbon, las motos Harley Davidson y la ropa de Levi´s. Así que prepárense para pagar más caras estas mercancias si no se alcanza una solución al conflicto comercial.
Inflación
«Los aranceles son inflacionistas por definición, crean una espiral que termina por dañar el consumo. Al subir los precios de las materias primas, subirían los de los precios finales y las empresas y consumidores se verían afectados negativamente», asegura Isabel Giménez, quien añade que si la inflación se dispara, el Banco Central Europeo podría verse obligado a normalizar la política monetaria: «Si la inflación aumentara más de lo debido, podríamos ser testigos en Europa de una subida acelerada de tipos de interés que pudiera dañar el ciclo económico».
La Unión Europea tendrá aliados en la batalla contra el proteccionismo de Trump como Japón o Australia. No se puede decir lo mismo de China, que guarda rencor a la UE después de que estableciera aranceles a la importación de dos tipos de acero desde el país asiático en octubre de 2016. Sólo un año más tarde, la UE también aprobó nuevos aranceles «antidumping» a la importación de acero desde Brasil, Irán, Rusia y Ucrania. O sea, que no sólo Trump ha sido proteccionista en los últimos años, pero el presidente estadounidense hace mucho más ruido que cualquier mandatario europeo.
El proteccionismo no es nuevo
«El resurgimiento del proteccionismo no es una novedad y no ha llegado con Trump ni con Theresa May. Desde 2008, el país que más medidas proteccionistas ha impuesto, de lejos, es EE UU, según Geopolitical Intelligence Service. Entre 2010 y 2015, en los primeros cuatro meses de cada año se implementaban entre 50 y 100 nuevas medidas proteccionistas. En 2016, más de 150. El proteccionismo se nutre del chivo expiatorio del enemigo exterior y la falsa varita mágica del Estado redentor para prometer mentiras. Lo triste de toda esta ola proteccionista es que llega por todos lados, desde Japón a India. Cincuenta y cinco países han aumentado medidas proteccionistas en los últimos ocho años, según Global Trade Alert», explica Giménez.
Desde la campaña electoral contra Hillary Clinton se veía venir la situación comercial actual, casi bélica. Y en el año y dos meses que Donald Trump lleva de presidente ya ha impuesto otro tipo de gravámenes que han afectado a productos típicamente españoles: «Conviene recordar que en 2017 ya se impusieron aranceles desde EE UU a otros sectores españoles, como a la alimentación, con uno medio a la importación de aceituna del 4,47%», concluye Giménez. Como dice el refrán, el que avisa no es traidor, aunque moleste igual.
EE UU, ¿fuera del comercio mundial?
La UE se plantea denunciar a Estados Unidos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), porque considera que los aranceles impuestos por Trump traspasan las normas de esta institución. Fuentes cercanas al asunto aseguran que si si la UE siguiese adelante, solicitaría un periodo de conversaciones de 60 días. Si no se llega a una solución, se crearía un grupo de 3 expertos en derecho comercial y que sean totalmente independientes. Ellos emiten un fallo en un promedio de 6 a 9 meses. La resolución puede ser recurrida ante el Tribunal Supremo de la OMC, que tiene 7 jueces, aunque ahora hay 3 puestos vacantes. En definitiva, todo el proceso duraría 2 años.Pero si Trump se empeña en no rectificar, ni negociar, y hacer oídos sordos a las normas de la OMC, EE.UU. sólo tendría que notificar su salida de la organización y en un plazo de 6 meses ya no pertenecería a ella. Trump, como mucho, sólo podrá estar ocho años. Si su sucesor quiere volver a la OMC, lo tendrá complicado. Rusia, por ejemplo, negoció durante 15 años su adhesión.
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