Jubilación
«El ahorro privado ya es una prioridad en España»
El poder adquisitivo de los ciudadanos que se jubilen descenderá más de un 50% en los próximos 30 años. De ahí que los españoles tengan cada vez más claro que es necesario comenzar a acumular capital desde joven para complementar la futura pensión pública.
El futuro es bastante imprevisible, dicen, y las previsiones que se ven con claridad, es mejor evitarlas. Es el caso de las pensiones de jubilación. Ahora, la prestación media por jubilación es de 1.068,38 euros. No obstante, se prevé que descienda paulatinamente hasta los 500 euros en 2049, según Inverco. Esta situación provoca que los jóvenes tengan que empezar, desde ya, a ahorrar por la vía privada. Para conocer cómo evolucionarán las prestaciones de jubilación hasta ese horizonte poco doloroso, LA RAZÓN organizó el debate «La jubilación no es cosa de mayores», en el que participaron José Carlos Vizarraga Catalán, director general en Ibercaja Pensión EGFP S.A.; Ricardo González, director comercial de Mutuactivos; Juan Luis Fresneda, responsable «Front Office» de Fondos de Pensiones de PSN y Martín Huete, cofundador y consejero de Finizens.
Todos están de acuerdo en señalar que los españoles son cada vez más conscientes de la precariedad de las futuras pensiones de jubilación. Sin embargo, aún cuesta hacer el esfuerzo de ahorrar mensualmente porque, apunta Vizarraga, «los ciudadanos de este país son ultraconservadores con su dinero». Ricardo González añade que es necesario cambiar esta mentalidad educando a la gente en que «vivir un poco peor hoy supone vivir mejor mañana», y después ayudarles en «el asesoramiento y la planificación» para que elijan el producto correcto y lo gestionen adecuadamente.
Fintech
Además, las posibilidades de ahorrar se han duplicado en los últimos años gracias a la aparición de las llamadas «fintech», que aplican la tecnología a los sistemas de negocio financiero habituales, como Finizens. Estas compañías han alterado el mercado al ofrecer mejores condiciones que los bancos y las aseguradoras. Por ejemplo, las «fintech» han rebajado considerablemente las comisiones, pues «son el cáncer de la rentabilidad», mantiene Martín Huete. Así, los consumidores ya no contemplan el ahorro como algo reservado para las grandes fortunas que podían hacer frente a altas comisiones y los productos se han democratizado. Huete comenta que «la revolución digital afecta y fomenta la competencia».
Las «fintech», con su tecnología, y los bancos, con su público consolidado, están obligados a entenderse. Según Vizarraga, «los dos mundos se están aproximando» y, de esta manera, todos se encuentran en proceso continuo de mejorar los mecanismos de ahorro para convencer a unos clientes que ya no se conforman simplemente con los métodos «de toda la vida», como son los planes de pensiones.
Otra opción que, tradicionalmente, los españoles han escogido para ahorrar, ha sido invertir en una vivienda. Fresneda opina que «contar con patrimonio inmobiliario no es negativo», pero a día de hoy «aumenta el número de gente que destina sus ahorros a otro tipo de productos», ya que la compra de un domicilio se ha visto sustituida por la tendencia al alquiler. Este fenómeno produce que el foco se traslade a otras alternativas de ahorro. En la actualidad, según aseguran los ponentes las que otorgan una mayor seguridad y rentabilidad a los consumidores son los fondos de pensiones y seguros de ahorro. A través de ellos se puede obtener grandes beneficios en las condiciones de mercado actuales, con tipos de interés muy bajos.
Riesgos
Siempre y cuando «se acepte que para obtener rentabilidad hay que asumir la volatilidad», admite Huete. Por lo tanto, no se debe desesperar con los vaivenes del mercado, y para contrarrestarlos hace falta diversificar el ahorro. De este modo, mientras unos bajen, otros subirán, y viceversa, por lo que se reduce el riesgo de perder capital bruscamente. Vizarraga subraya que, en este caso, Ibercaja ofrece «cuatro carteras modelo de gestión activa», en las que el ahorro se divide en distintos tipos de activos.
Estos productos que se han desarrollado forman parte de las estrategias del sector financiero privado para atraer a los clientes que ya se han dado cuenta de la necesidad de completar su futura pensión pública, ya que la sostenibilidad del sistema de Seguridad Social no parece tener una solución. «Nuestra industria tiene que poner interés en apoyar a los consumidores a ahorrar por la vía privada ante la ausencia de acuerdos políticos para realizar reformas», admite Huete.
En 2011 y 2013, el Gobierno ya llevó a cabo «dos reformas fiscales completamente necesarias en el ámbito de los planes de pensiones», afirma González, «aunque quizá han hecho menos ruido de lo que se pensaba». Él mismo recuerda que antes de 2006 el sector financiero sumaba sin parar consumidores que deseaban abrir cuentas de ahorro a largo plazo y, sin embargo, desde que se han acometido las reformas para, precisamente, fomentar aún más esta acción, las cifras de clientes han caído continuamente.
Para revertir la situación, el Gobierno ha anunciado dos nuevas reformas para incentivar los planes de pensiones: rebajará las comisiones y dará la posibilidad de retirar el capital a los 10 años. Vizarraga critica estas medidas porque, dice, «no se puede calificar de reformas algo que ha sido dar dos titulares que se le han ocurrido al ministro. No han hecho una reformas, la realidad es que sólo ponen parches, la gente no se va abrir un plan de pensiones simplemente porque las comisiones desciendan dos décimas».
Para Ricardo González, los incentivos del Gobierno están mal orientados, y deberían dirigirse, sobre todo, a ofrecer ventajas fiscales. «La fiscalidad es la forma más directa de fomentar los planes de pensiones. Podrían tributar, por ejemplo, como rendimiento de las ganancias obtenidas, y aumentar sus derechos a deducciones».
El Ejecutivo, a parte, ha creado una plataforma para concienciar a la población sobre el futuro de las pensiones y acercar la realidad que se enfrentará cada uno cuando alcance su jubilación. Se trata de un simulador que calcula el subsidio público al que tendrá derecho el cotizante al retirarse laboralmente. La herramienta se publicó en enero de 2016, y todavía los expertos encuentran muchas lagunas en ella.Vizarraga confiesa que «es impresentable la manera en la que se ha puesto en marcha, pues tiene una serie de defectos técnicos».
Por su parte, Fresneda explica que los políticos tienen que dejar de lado sus políticas cortoplacistas y asumir los costes que suponen las medidas impopulares para solucionar la insostenibilidad del sistema público de pensiones. «La sociedad se merece que le digan de verdad a qué pensión va a acceder; en algunos países en torno a los 50 años te mandan una carta con el cálculo realizado para que decidas si necesitas complementarlo con un ahorro privado», concluye.
Ningún gobernante quiere admitir que el futuro de los jubilados será tan pobre como inevitablemente lo será. Ahora mismo hacen falta dos cotizantes para sostener a un pensionista, y esta proporción será cada vez mayor por el descenso de la natalidad y el crecimiento de la esperanza de vida. «Hay análisis que dicen que es posible que ya haya nacido el primer ser humano que viva más de 200 años», comenta González. Actualmente, un español trabaja más de la mitad de su vida, ¿os imagináis hacer carrera laboral durante más de un siglo?
Planes de empleados
Los españoles no tienen suficiente capacidad de ahorro como para permitirse abrir un plan de pensiones que complemente su futuro subsidio público. De ahí que invertir en un producto financiero no pueda ser una decisión individual de cada uno. Por ello, la solución más adecuada para el problema de las pensiones parece ser que las empresas den la posibilidad a sus trabajadores de involucrarse en un plan de pensiones para empleados. No obstante, Juan Carlos Vizarraga admite que «a día de hoy, sólo el 1% de las compañías ofrecen esta posibilidad a sus trabajadores». En España, la mayoría de sociedades incluidas en ese porcentaje marginal son entidades financieras que aprovechan sus propios productos para que sus empleados ahorren a la vez que la propia empresa obtiene beneficios de ello. Sin embargo, en otros países como el Reino Unido, la fórmula de los planes de pensiones de empleados está bastante extendida y, de esa manera, no dependen tanto de un sistema que, a su vez, se enfrenta a la volatilidad de las circunstancias demográficas. Allí entienden que el subsidio de jubilación no es un salario, sino un complemento al ahorro privado que se ha acumulado hasta entonces, justo la mentalidad opuesta que tienen los españoles.
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