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El FMI diseña un cortafuegos para salvar del contagio a países vecinos

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagardelarazon

Los vecinos de Grecia se preparan para el peor escenario en las negociaciones con los acreedores. El Fondo Monetario Internacional (FMI) trabaja con las autoridades nacionales de los países del sureste de Europa en la elaboración de planes de contención que permitan minimizar las consecuencias de un posible impago heleno, según informó ayer el diario estadounidense «The Wall Street Journal».

«Estamos en contacto con todos los países –limítrofes con Grecia– sobre los planes de contención y las medidas que deben tomar», afirmó Jörg Decressin, director adjunto del departamento europeo del FMI. En esas conversaciones, el Fondo ha pedido a los supervisores nacionales que se aseguren de que las subsidiarias de los bancos griegos disponen de activos suficientes para intercambiarlos por liquidez de urgencia en caso de que se recorte la financiación a sus respectivas centrales.

Los bancos helenos detentan un importante peso en los sistemas financieros de los países vecinos. En Bulgaria, las cuatro mayores entidades griegas abarcan el 22% de los activos bancarios, una cifra similar a la de Macedonia. Mientras que mantienen una presencia notable en Rumanía, Albania y Serbia.

«Sería una locura no estar preocupados ante este panorama», advirtió Decressin sobre la incertidumbre en la eurozona. El Gobierno griego debe afrontar hoy un pago de 750 millones de euros al FMI. Aunque tanto el portavoz del Ejecutivo, Gabriel Sakellaridis, como el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, reiteraron su intención de cumplir con los compromisos de deuda, algunos miembros del ala más dura de Syriza se muestran contrarios.

Desde comienzos de año, Grecia ha desembolsado 6.000 millones de euros en obligaciones con los acreedores –especialmente al FMI–, lo que ha provocado la creciente asfixia del país. El Gobierno heleno ha tenido que recurrir a todo tipo de fondos de empresas públicas para sortear el impago, cuyas probabilidades aumentan a medida que Grecia efectúa dichos pagos.

Para evitar ese dramático desenlace y ante las dificultades para alcanzar un acuerdo con los socios que permita desbloquear los 7.200 millones pendientes del rescate, Atenas ha optado por pedir al BCE que acepte el aumento del techo de emisión de bonos helenos. Ello supondría un alivio para los graves problemas de liquidez de Grecia.

No obstante, el BCE considera que los progresos en las negociaciones son todavía «mínimos» como para aprobar esa decisión, según indicaron a Reuters fuentes «familiarizadas» con el asunto. Por el contrario, el organismo presidido por Mario Draghi estudia la posibilidad de endurecer el acceso de los bancos griegos a la línea de asistencia a liquidez (ELA), única vía de financiación del sector bancario heleno.

Ante ese riesgo, los vecinos de Grecia han maniobrado durante meses para blindar la banca ante un posible accidente. Según el diario local «Kathimerini», a mediados de abril los bancos centrales de esos países obligaron a las subsidiarias de los bancos griegos que operan en su territorio a reducir a cero su exposición y a dejar de comprar deuda griega.

Lo peor llega a partir de junio

Grecia deberá abonar unos 21.600 millones de euros hasta finales de agosto en pagos a su principales acreedores (FMI y BCE) y en vencimientos de deuda a corto plazo –el equivalente a las Letras–. El 15 de mayo deberá refinanciar 1.400 millones en bonos soberanos a trece semanas. Los pagos al FMI ascienden a unos 1.600 millones en el mes de junio, cuando expira la prórroga del rescate, mientras que en julio y agosto tendrá que hacer frente a vencimientos de préstamos del BCE por valor de 7.000 millones. Ante esas duras obligaciones, todo apunta a que Atenas deberá firmar un tercer rescate que garantice la financiación necesaria.