Energía
El uranio sigue encendiendo su luz
La nuclear mantiene el trono sin discusión como principal fuente de suministro eléctrico
La nuclear mantiene el trono sin discusión como principal fuente de suministro eléctrico
La energía nuclear mantuvo en 2018 su tradicional liderazgo como tecnología líder de generación en el sistema eléctrico español. No es una novedad, pero resulta paradójico que sean las centrales que más energía vuelcan a la red todos los años, que sirven además de comodín cuando los molinos eólicos no giran por falta de viento o la sequía se bebe la producción hidroeléctrica, las que están junto al carbón en la diana del Gobierno de Pedro Sánchez.
La transición a una España sin nucleares (y sin carbón, otra tecnología de respaldo) no sólo se antoja compleja sino muy cara. Más aún si se pretende disparar la demanda con la electrificación de los coches. Así lo dejan entrever los datos provisionales facilitados a cierre de año por Red Eléctrica Española (REE). La nuclear ha sido responsable del 21,4% de la generación eléctrica en 2018, un porcentaje similar al del año precedente. Por remontarnos sólo a los últimos ejercicios: en 2015, la nuclear aportó el 21,8% de la producción; un 22,6% en 2016, y un 22,4% en 2017. Por descontado fue la tecnología líder. Por contra, la producción eólica alcanzó la segunda posición en el «mix» energético, con un 19,8% del total de la generación en 2018. En 2015, fue la tercera que más aportó (19%) tras la nuclear y el carbón; en 2016 y 2017 fue la segunda del podio, con un 19% y un 19,1%, respectivamente. Es cierto que, gracias al buen año en términos de viento y de lluvias, la producción renovable ha aumentado 6,3 puntos respecto a 2017, cuando se quedó en un pobre 33,7% precisamente por la falta de lluvias, pero se mantiene estable en el 40%, como en 2016. Y cuando la eolicidad cae o las nubes no dejan gota, cae estrepitosamente por debajo de ese margen, como en 2015 (36,9%).
Pese a la retórica del Ejecutivo, lo cierto es que los parones en las centrales nucleares son escasos y su producción se encuentra estratégicamente situada en la encrucijada de cables del sistema eléctrico, lo que permite un mejor control de las tensiones, según resaltan los expertos. Además, su fuente de energía, el uranio enriquecido, sale de países políticamente estables, lo que limita las oscilaciones en los precios de este combustible y su coste de generación no está condicionado por los derechos de emisión de CO2.
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