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Elecciones: un legado envenenado y un reto esencial

Sánchez, que deja un agujero de 16.000 M€, es el único dirigente europeo dispuesto a disparar los impuestos. Mientras, cae un 20% la creación de empresas

Pedro Sánchez deja en España un agujero de 16.000 millones de euros en las cuentas públicas
Pedro Sánchez deja en España un agujero de 16.000 millones de euros en las cuentas públicaslarazon

Sánchez, que deja un agujero de 16.000 M€, es el nico dirigente europeo dispuesto a disparar los impuestos. Mientras, cae un 20% la creación de empresas.

No es fácil poner en peligro una economía en tan poco tiempo. Los defensores de Pedro Sánchez siempre argumentan que no es posible que los malos datos económicos tengan como responsable al Gobierno. Al fin y al cabo ¿se puede llevar a la economía a un frenazo en nueve meses?

Se puede. Y lo ha hecho. Ignorando las señales evidentes de ralentización y amenazando a inversores, contribuyentes y creadores de empleo con enormes subidas de impuestos y cambios radicales de la legislación que introducen incertidumbre y frenan las decisiones de contratación, inversión y consumo. Entregando la confección de los presupuestos, el instrumento más importante de gestión gubernamental, a Podemos. Entrando en una espiral de favores a sus socios de moción de censura a costa del bolsillo del contribuyente. Empezando una irresponsable guerra contra el sector del automóvil, las tecnológicas y las empresas vía amenazas fiscales y normativas de derogar las reformas.

El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha conseguido que una leve moderación del crecimiento se acelere y ha empeorado los datos de la economía de manera más que notable. Si no se llega a impedir la aprobación de los presupuestos, todo habría empeorado más.

Los datos son claros. La producción industrial se desplomaba un 5,9% el pasado diciembre tras caer un 3,2% en noviembre. La industria, a pesar de un rebote técnico en enero de 2,4%, lleva en recesión desde septiembre.

El aumento del paro es evidente. Cuando Sánchez llegó a La Moncloa, el paro registrado (julio 2018) era de 3.135.021 personas. En febrero de 2019 ya era de 3.289.040. Sánchez envía 154.000 personas más al paro desde que gobierna y eso que ha disparado la contratación pública para maquillar los malos datos.

Tras la enorme subida de impuestos al trabajo, el paro del mes de enero fue muy malo, el peor desde 2014. Y en febrero, el peor desde 2013. Ha destruido empleo fundamentalmente entre mujeres y jóvenes. En febrero el paro aumentó sólo entre los menores de 25 años y entre las mujeres. Febrero también mostraba una caída interanual de un 3,21% de la contratación indefinida.

España destruye la producción industrial y aumenta el paro más que la media de nuestros socios.

Los indicadores adelantados de tendencia económica, confianza del consumidor y sentimiento económico de Eurostat muestran una caída muy evidente desde agosto, mucho más pronunciada que la media de la Unión Europea. Debemos añadir el descenso en creación de empresas, cercano al 20%, y el aumento en cierre de estas, de casi el 7%. Sánchez ha aumentado el gasto público sin apoyo presupuestario. La prima de riesgo se ha reducido por el cambio de política del Banco Central Europeo y ocurre en todos los países de la eurozona, pero el seguro de riesgo de impago de España es uno de los que menos baja de la Eurozona a pesar del apoyo anunciado por el BCE.

Sánchez deja un agujero de 16.000 millones de euros en las cuentas públicas, y la Seguridad Social peor que cuando llegó. A base de decretos-ley, ha aumentado el gasto estructural y consolidable pagando favores de moción de censura para financiar la mayor campaña electoral de la historia. Un aumento de gasto irresponsable que también incrementa el déficit estructural.

La gestión de Pedro Sánchez es mucho peor que la del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, porque sus atroces resultados económicos se dan sin crisis y en medio de un enorme estímulo monetario.

El próximo Gobierno se va a encontrar con un doble reto: Gestionar y revertir una ralentización económica que Sánchez casi convierte en una recesión si llega a quedarse más tiempo, y solventar el agujero de las cuentas públicas sin pasarle la factura de los desmanes de Sánchez al contribuyente.

España necesita un plan de choque económico que frene la sangría creada y revitalice la recuperación que han torpedeado PSOE y Podemos.

Primero, un compromiso serio de consolidación presupuestaria que no haga al sufrido contribuyente pagar por los excesos de estos meses. Para ello, es esencial revertir medidas de gasto político creadas por Sánchez, implementar un modelo de financiación autonómica justo y responsable, desarrollar el proceso de eficiencia en la gestión de los recursos públicos, acelerando la unidad de mercado que nos exige la Unión Europea, y fortaleciendo la eficiencia en el gasto público que la Comisión Europea ha solicitado tantas veces. Para garantizar un Estado del Bienestar de calidad y sostenible hay que empezar por eliminar las medidas electoralistas y favores de moción de censura de Sánchez, que ponen en peligro la estabilidad presupuestaria.

Segundo, una bajada de impuestos que fortalezca el crecimiento, el consumo y el empleo. Una revolución fiscal que nos permitirá recaudar mejor, aumentar la renta disponible de las familias, atraer más y mejor empleo, empresas más fuertes y favorecer la inversión tecnológica y de alta productividad, no entorpeciéndola. España, con Sánchez, es el único país de la OCDE que pretende subir enormemente los impuestos y el gasto corriente. China, Estados Unidos, junto con otros líderes globales, están bajando la carga fiscal.

Tercero, un compromiso para desatascar los procesos normativos y administrativos. Hacer un país más eficiente y donde la creación de empresas sea más sencilla, rápida y los procesos burocráticos simplificados y facilitadores.

España no se merece volver a caer en una crisis por repetir los errores del pasado multiplicados. Necesitamos un Gobierno que ponga como objetivos primordiales a las familias, contribuyentes y creadores de empleo.