Macroeconomía

España comienza con deberes el curso más complicado de los últimos años

La Razón
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Los datos, como la prueba del algodón, no engañan. Y los relativos a la economía española han hecho saltar las alarmas. El Producto Interior Bruto creció un 0,5% en el segundo trimestre del año, dos décimas menos que durante el primer trimestre, tratándose del menor avance desde 2014. Un jarro de agua fría que pudo congelarse pocos días después, cuando se publicó que en julio el número de parados apenas se redujo en 4.253 personas, es decir, la peor cifra desde 2008. Y ello pese al habitual tirón que confiere al mercado laboral el verano, una época durante la que suelen dispararse las contrataciones en el sector servicios.

A estas cifras, nada alentadoras, podrían sumarse las concernientes al mercado inmobiliario, al sector automovilístico, a la industria... Los nubarrones advierten de que se avecina una tormenta. Sin embargo, el Gobierno ahora en funciones se niega a admitirlo, hablando de «moderación» y remarcando que el crecimiento sigue siendo «robusto», alegando que España crece por encima que el resto de las economías más desarrolladas en la Unión Europea.

Sea como fuese, tan cierto es que este año el crecimiento rondará el 2,3% como que «estamos en plena desaceleración del ciclo, próximos al comienzo de una fase de recesión», asegura el economista Javier Santacruz, quien explica, asimismo, que éste es un rasgo común de la mayor parte de las economías occidentales, dado que la expansión económica actual es de las más largas que se han registrado en las últimas décadas. «Estados Unidos, por ejemplo, nunca ha tenido en su historia reciente una fase de crecimiento tan larga como la que comenzó en el primer trimestre de 2009 y que todavía continúa», apostilla.

En el caso concreto de España, pese a la aparente autocomplacencia y a que el próximo año el crecimiento será (a priori) ligeramente inferior al 2%, Santacruz recuerda que los últimos ciclos económicos han mostrado que nuestra economía pasa de la fase de expansión directamente a la de recesión, sin treguas ni paulatinas transiciones que valgan. Como de sobra es conocido que, tras la necesidad de mirar hacia el exterior durante la pasada crisis económica, nuestro país es ahora más vulnerable ante los acontecimientos económicos internacionales. Y, por lo tanto, a la próxima, y pronta para no pocos analistas, recesión global.

Principales amenazas

Ahora bien, ¿cuáles serían las principales amenazas que se ciernen sobre la economía española en el arranque de este curso? Santacruz señala, en primer lugar, todos los factores externos que afectan de manera transversal a los países europeos: el Brexit, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la caída de Alemania (las exportaciones españolas a este país suponen más del 10% de las ventas al exterior), la crisis política en Italia, la política monetaria impulsada por el BCE (máxime teniendo en cuenta la salida del actual mandatario, Mario Draghi y la llegada de la exdirectora del Fondo Monetario Internacional Christine Lagarde), la ruptura del eje franco-alemán, el conflicto institucional que existe entre el Parlamento y la Comisión Europea, la crisis migratoria en el Mediterráneo...

Pero tampoco hay que olvidarse de puertas para dentro, ya que un posible recrudecimiento del proceso independentista catalán o la falta de un Gobierno con capacidad de acometer las reformas económicas aún pendientes resultan focos de inestabilidad que puede escarmentar a los inversores. «Todo esto no causa la recesión sino que agrava la tendencia bajista del crecimiento económico».

Javier Santacruz remarca que, desde un punto de vista económico, el reto más importante al que deberá hacer frente el futuro Gobierno será la preparación de unas cuentas públicas para la llegada de la recesión. «Los tres puntos esenciales son la reforma del sistema de financiación autonómica, la reforma de las pensiones y la preparación de unos Presupuestos Generales del Estado restrictivos y que cumplan con las exigencias de la Comisión Europea», agrega.

Del último informe de «Situación España», elaborado por BBVA Research, se desprende que en nuestro país los riesgos son elevados. El estudio recoge que el crecimiento continúa siendo muy dependiente de la demanda interna y que la incertidumbre sobre la política económica (una de las principales fuentes de inestabilidad) sigue en niveles altos.

Demanda interna

Asimismo, señala que si hasta ahora la política expansiva del BCE ha permitido mantener el crecimiento de la demanda interna, en un contexto de tipos de interés atípicamente bajos; «cada vez será más evidente la necesidad de otro tipo de políticas que ayuden a impulsar, sobre todo, el gasto en inversión. En el caso de España, la capacidad de utilizar las cuentas públicas es limitada, por lo que la manera de estimular la economía sería a través de medidas para mejorar la competitividad o hacer más eficiente el funcionamiento del mercado laboral».

Dijo Warren Buffett que «sólo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo». Y en este escenario, tan poco halagüeño, no parece que España haya braceado con bañador.

La fallida investidura del socialista Pedro Sánchez a finales del pasado mes de julio, ha alargado la inestabilidad institucional que sufre España desde hace cuatro años y que ya ha originado dos prórrogas de los Presupuestos Generales del Estado.

La ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, ha señalado en ciertas ocasiones la falta de un Gobierno con capacidad como la razón más significativa de la desaceleración económica. No obstante, cuando la tendencia de la economía es en sí a la baja, no resulta fácil asignar qué parte de la reducción del crecimiento se debe a esta situación de impasse.

En este contexto, «un indicador del que podríamos fiarnos es el consumo público y su aportación al Producto Interior Bruto, pero a día de hoy por el efecto de las medidas electoralistas de Pedro Sánchez en los primeros meses del año, la contribución al crecimiento está siendo muy alta. Quizá su descenso en los próximos trimestres sea un baremo de lo que una falta de Gobierno provoca en el crecimiento», asegura Santacruz, para quien la actual situación política está acelerando la llegada de la recesión.

Finalmente, desde BBVA Research revelan que las elecciones generales, regionales y locales de este mismo año han llevado a una mayor fragmentación del espectro político, lo que sería negativo si complica los acuerdos sobre las medidas necesarias para continuar con la recuperación y mejorar el funcionamiento de la economía a largo plazo.