Estados Unidos
Estados Unidos, atrapado en las Montañas Rocosas
El presidente de la Fed admite el riesgo de recesión, pero ignora a Trump y mantiene su tímida respuesta. «¡No hace nada!», se queja el republicano.
El presidente de la Fed admite el riesgo de recesión, pero ignora a Trump y mantiene su tímida respuesta. «¡No hace nada!», se queja el republicano.
Jackson Hole, Wyoming. Un pueblo idílico en las Montañas Rocosas, puerta del parque nacional Grand Teton, donde conviven en 130.000 hectáreas lobos, grizzlies, osos negros, pumas, glotones y alces. Allí, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, pronunció ayer un discurso problemático. ¿Pero qué hace Powell en un valle de postal si no está de vacaciones? El banco central de Kansas reúne todos los años a la élite mundial desde 1978, pero no fue hasta 1982 cuando la cumbre se trasladó hasta en este enclave del noroeste de Wyoming. Las altas temperaturas estivales de Kansas provocaron importantes ausencias en sus primeros años de vida, por lo que la organización se vio obligada a seducir a los banqueros centrales de otra forma. Powell aprovechó la reunión para explicar que las turbulencias con China, las negociaciones, el horizonte de una guerra comercial y los aranceles que cercan el libre comercio debilitan el crecimiento. Quién sabe si no anticipan, cual profecía autocumplida, una crisis. «Tenemos mucha experiencia a la hora de abordar los desarrollos macroeconómicos típicos», dijo, «pero adaptar la incertidumbre de la política comercial a este marco es un nuevo desafío. Establecer la política comercial es asunto del Congreso y la Administración, no de la Fed».
En EE UU el paro está en mínimos históricos y el consumo sigue robusto. La economía conoce un ciclo expansivo que se remonta a los tiempos del expresidente Obama, 11 años de crecimiento ininterrumpido. El país disfruta de una inflación estable y unas cifras macroeconómicas no vistas desde los noventa. Pero hay nubarrones. Malos indicios. Indicadores que se comportan como faros. Como explicó Powell, en el último mes los mercados reaccionaron con violencia ante un panorama «complejo y turbulento», «los mercados de valores han sido volátiles» y «las tasas de bonos a largo plazo en todo el mundo han bajado bruscamente a niveles cercanos a los mínimos posteriores a la crisis». De hecho, el presidente de la Fed admitió que existe preocupación sobre una posible recesión provocada por la incertidumbre sobre la política comercial.
Sus palabras fueron inmediatamente contestadas por el presidente Donald Trump, que calentaba motores en Twitter: «¡Ahora la Fed puede mostrar sus cartas!». Pues bien, en cuanto el presidente de la Reserva Federal bajo del estrado, Trump escribió que, «como de costumbre, ¡la Fed no hizo NADA! Es increíble que puedan 'hablar' sin saber o preguntar qué estoy haciendo, lo cual se anunciará en breve».
Por supuesto, en el discurso de Powell gravitaba la cuestión de los tipos de interés. El banquero descartó cualquier poder salvífico de la herramienta. Potente, sí, pero no omnímoda. Pues «si bien la política monetaria es una herramienta poderosa que funciona para apoyar el gasto del consumidor, la inversión empresarial y la confianza del público, no puede crear un libro de reglas para el comercio internacional». «Nuestro desafío es pensar en lo que la política monetaria puede hacer para sostener la expansión». El banquero insistió en que la institución está lista para actuar y que hará lo necesario para «sostener la expansión». «Nuestra tarea es utilizar la política monetaria para fomentar nuestros objetivos estatutarios». Por supuesto, «cualquier cosa que afecte las perspectivas de empleo e inflación también podría afectar la postura adecuada de la política monetaria, y eso podría incluir la incertidumbre sobre la política comercial. Sin embargo, no existen precedentes recientes que guíen cualquier respuesta política a la situación actual».
En el retiro idílico de las Rocosas, los banqueros parecían compartir la certidumbre de que los acontecimientos se suceden a un ritmo difícilmente controlable. Así, China anunció nuevas represalias contra los productos de Estados Unidos, la Casa Blanca pospuso la entrada en vigor de otras y parecía haberse alcanzado un compás de espera, roto en la mañana del viernes por el anuncio de Pekín. Por no hablar, comentó Powell, de la creciente «posibilidad de un Brexit duro», del «aumento de las tensiones en Hong Kong» y de la «disolución del gobierno italiano». Presagios de tormenta que cercaban la paz del que durante tantos años fue un amable lugar de retiro y encuentro para los responsables de los bancos centrales, y perturbado en los últimos tiempos por los choques entre el banquero más poderoso, Powell, y el presidente de los EE UU, perpetuamente insatisfecho con su política monetaria.
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